Tacuarembó: el MSP no contactará a quienes viajaron en ómnibus con positivo de COVID-19

EL AVANCE DE LA PANDEMIA

El pasado 25 de junio, un malabarista de Buzios de 27 años, llegó a Uruguay desde Río de Janeiro para reencontrarse con su familia en Caraguatá, una localidad ubicada en la zona sureste de Tacuarembó.

Lo hizo por la frontera con Artigas, desde donde partió a la terminal de Tacuarembó en un ómnibus de la empresa Turil que compartió con varios pasajeros. Desde allí, se trasladó en un taxi a Caraguatá, sitio en el que lo esperaba su familia.

Como en todo los casos, el joven y su madre con la que entró en contacto apenas arribó al país se sometieron a un hisopado que finalmente resultó negativo a la prueba de coronavirus.

Sin embargo, hace cinco días, el malabarista comenzó con los síntomas típicos de la enfermedad. Finalmente, un nuevo test de COVID-19 confirmó que el viajero y su madre de 60 años están infectados con coronavirus.

Hoy, ambos están aislados en una casa en Pueblo Clavijo, un pequeño barrio de no más de 100 habitantes en Caraguatá en el que son visitados por cuerpos de salud que realizan el seguimiento del caso.

La forma en la que las autoridades departamentales del Ministerio de Salud Pública (MSP) encararon el caso llamó la atención de las de la Intendencia de Tacuarembó.

Ayer, en el MSP se informó a El País que, por ejemplo, no se realizará el tradicional seguimiento epidemiológico en los pasajeros con los que el joven compartió el viaje desde Artigas a Tacuarembó. Las fuentes informaron que realizar la trazabilidad de los contactos en el bus de nada sirve dado que ya pasaron 14 días y no se han constatado nuevos casos en la zona.

Mientras tanto, hay cuatro personas en cuarentena que estuvieron en contacto con el malabarista y su madre. Uno de ellos es su cuñado, quien conducía el taxi que trasladó al muchacho desde la terminal de ómnibus de Tacuarembó a Caraguatá. Las fuentes de salud no precisaron quiénes son las otras tres personas aisladas.

En la Intendencia de Tacuarembó hay malestar sobre la forma en la que el director departamental de Salud, Juan Motta, que depende del MSP, llevó adelante el caso. Incluso, fuentes de la salud advirtieron a El País que el jerarca estuvo en contacto con la madre del joven cuando se la hisopó por primera vez. El País intentó comunicarse con él sin éxito.

Quien se refirió al caso fue el intendente de Tacuarembó, José Menéndez, que dijo a El País que “la situación está controlada y esperemos que continúe de esa manera”. Adelantó que por el momento no se están adoptando medidas extremas: “Solo las que marcan los protocolos epimediológicos que están a cargo de la Dirección Departamental de Salud con el control de los posibles contagios”, aseguró el jefe comunal.

“El aislamiento de las personas que dieron positivo ya se venía realizando, por lo cual el manejo está a cargo de la Dirección Departamental de Salud para los protocolos que se marcan para estos casos”, señaló.

Menéndez agregó que por el momento no se analiza volver a suspender las clases presenciales ni tomar otras decisiones de esa índole: “No, porque no estamos hablando de un foco como Treinta y Tres. Estos son casos importados que vinieron de Brasil y donde además se tomó el resguardo de individualizarlos inmediatamente y ponerlos en cuarentena”. El intendente dijo que las personas que tuvieron contacto con estos dos casos activos “no son muchas” y están todas bajo el control de la Dirección Departamental de Salud.

Los dos casos fueron informados ayerpor el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae) como los únicos activos en el departamento.

Caraguatá se ubica sobre la Cuchilla de Caraguatá, entre el arroyo Caraguatá y el Río Negro y próximo al cruce de la ruta nacional 6. De acuerdo al último censo realizado en 2011, cuenta con una población de 463 habitantes.

A todo esto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) destacó ayer la respuesta de Uruguay a la pandemia y reveló “el secreto” para preservar los logros alcanzados cuando el nuevo coronavirus avanza por la región.

“Uruguay es el único país de América del Sur que tiene una tasa de incidencia que baja de manera regular durante las últimas semanas”, dijo Sylvain Aldighieri, gerente de incidente para COVID-19 de la OPS, en rueda de prensa.

Desde los primeros cuatro casos anunciados el 13 de marzo, Uruguay ha reportado 956 contagios y 28 fallecidos, lo cual “es una tasa de letalidad baja”, apuntó.

¿Cómo logró Uruguay contener la propagación del virus? Aldighieri destacó la implementación “muy temprana” de medidas de salud pública recomendadas por la OPS, la oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS): el distanciamiento social, el cierre de escuelas, las cancelación de eventos masivos, y las restricciones de viajes internacionales.

Al confinamiento voluntario de la población dijo que se sumaron otros factores, como la capacidad ampliada del país de hacer pruebas diagnósticas, y el hecho de disponer de una “plataforma solida” de atención hospitalaria.

¿Es posible para Uruguay mantener esta excepcionalidad teniendo como vecinos a Brasil, el segundo país más afectado del mundo por la pandemia, y a Argentina, que el lunes registró un récord de 75 muertes por COVID-19 en un solo día?

Aldighieri cree que sí, pero a pesar del bajo número de contagios, el reinicio de las actividades, paralizadas con los cierres de los primeros tiempos de la pandemia, debe ser muy cuidadoso. “Para conservar esos logros, el secreto está en los ajustes graduales a las medidas de salud pública en un contexto de detección y rastreo de contactos muy fuerte, y de una capacidad de laboratorio expandida que responda rápidamente a las necesidades de investigación”, dijo.

El epidemiólogo indicó que otro aspecto importante de la respuesta uruguaya fue la prevención de la gripe estacional antes de que se instalara el invierno. “Quisiéramos destacar, además del fortalecimiento de la vigilancia (de COVID-19), la importancia de haber llevado a cabo campañas de vacunación por la influenza”, dijo Aldighieri.