Editorial
La sección Editorial de El País refleja las opiniones y posturas del diario ante temas relevantes de la realidad política y social en Uruguay y el mundo.
Los impuestos se crearon para financiar el costo de la vida en sociedad. No para hacer ingeniería social, y que algún burócrata nos imponga su mirada sobre lo que está bien o está mal.
El mal dato del tercer trimestre no es una sorpresa. Es una confirmación. Uruguay crece poco desde hace más de una década, y este gobierno llegó con una agenda inversa a la necesaria.
Lo de Australia fue una feroz expresión de ese creciente antisemitismo que contamina al mundo. Ante ese peligro, hay que estar atentos y tener presente que en Uruguay no somos inmunes.
Si no hay problemas de gobernabilidad, y en algo tan importante como lo de Mónica Ferrero el gobierno no se abre a un acuerdo con la oposición, ¿por qué insistir con las iniciativas dialoguistas?
Miles de presos políticos,torturados o desaparecidos, millones de exiliados y elecciones robadas no se enfrentan con llamados a la moderación, sino con una condena clara y sin atenuantes.
La oportunidad de integrarse al Tratado Transpacífico debe ser preservada y protegida por un sentido amplio de unidad nacional y de reformismo económico muy potentes. Nos jugamos mucho.
En un contexto tan preocupante, resulta paradójico pero real: hace falta apoyar al sector pragmático del gobierno y fortalecer el liderazgo del presidente, como condición de estabilidad.
Parece insólito que el ministerio haya requerido casi de un año de trabajo, de los cinco que tiene de gestión, para identificar estos problemas como prioritarios, cuando son totalmente obvios.
Nadie anuncia un despido para exponerse a un conflicto laboral o sindical: lo único que generan es otra barrera para despedir, que todos sabemos termina siendo una barrera para contratar.
Empieza ahora una nueva etapa para los tres partidos que se mantienen en la Coalición, lo cual implica que ya pasó el tiempo de mirarse el ombligo y empezar a trabajar.
Importa salir de la ridícula interpretación izquierdista según la cual todos los liderazgos que han ganado elecciones en la región son “ultra- derechistas” y amenazan la democracia.
Todo esto demuestra que el gobierno actual, amén de la personalidad campechana del presidente, está guiado por líderes ideológicos decididos a cavar una grieta cada vez más profunda.