Editorial
Orsi dijo que le llamaba la atención que Marset dijera lo mismo que el gobierno. Una tontería ya que si Marset afirmara que la camiseta de Uruguay es celeste, ¿eso lo haría menos real?
Tras lo ocurrido en Argentina, parece que existe un electorado que puede reclamar medidas liberales a la uruguaya que está en espera de su candidato, o de que su candidato presente propuestas.
Alarma ver cómo en el mundo de los claustros universitarios tomó cuerpo la práctica de la cancelación, una forma de censura atroz, de acallamiento del debate e intercambio de conocimientos.
Aquí en nuestro país no hay cabida para discursos rupturistas contra la casta. Tampoco hay espacio para un liderazgo que surja contra todo el sistema de partidos histórico.
Pese a las críticas sobre la falta de resultados en materia de inserción internacional, hoy vemos cómo en estos asuntos, como en tantos, muchas veces el trabajo paciente durante años da frutos.
El presidente Lacalle Pou afirmó que si tuviera que sintetizar la visita lo haría con una frase de Xi, que manifestó que debía “acelerarse” la Asociación de Libre Comercio.
El argumento brindado por Mujica es de antología: “yo tuve dos o tres ministros judíos y tengo muchos amigos judíos”. Es la vieja retórica de “no soy racista porque tengo amigos negros”.
Una lección que nos deja el resultado argentino es que hay que terminar con el sentimiento de culpa y las campañas timoratas y vergonzantes de quienes no comparten las ideas socialistas.
Uruguay puede y debe ser el articulador de este Mercosur malherido para lograr alcanzar la mentada flexibilización y modernización del bloque y concretar acuerdos por fuera de su corsé.
La gira de Lacalle Pou por China prevé numerosos contactos. Uruguay intentará sacar de ellos el mejor provecho para abrir mercados, promover la inversión e impulsar la economía y el desarrollo.
Todas las encuestas de opinión señalan que los partidos que están perdiendo peso relativo de cara a 2024 son los socios del Partido Nacional en la Coalición Republicana.
La verdad es que no parece que la forma que tiene un profesor para defender la enseñanza (si hay que defenderla) sea dejar a los estudiantes sin clase. Si poco sabían, menos van a saber ahora.