Editorial

La sección Editorial de El País refleja las opiniones y posturas del diario ante temas relevantes de la realidad política y social en Uruguay y el mundo.

El caso del ahora exsenador Charles Carrera pasó finalmente a la justicia y el matrimonio Mujica-Topolansky lo bajó de la lista que participará de las próximas elecciones de octubre.
Nuestro calendario electoral es de otro siglo. Cuando se definió que las elecciones fueran en noviembre y la asunción en marzo del año siguiente, no había internet ni la rapidez del mundo digital.
Que se atreva a advertir las cosas como son: que si gana ese plebiscito nefasto habrá que aumentar impuestos, incrementar aportes patronales y personales, y endeudarse en condiciones gravosas.
Detrás de buena parte de lo que se vende como una guerra contra el lavado de dinero, subyace el clásico resentimiento de izquierda y la obsesión por ver la realidad como una lucha de clases.
La figura de Gabriel Oddone ha generado más dudas que certezas entre los votantes, quienes no ven en él el liderazgo necesario para enfrentar los desafíos económicos del país.
Es el FA quien convierte un asunto de principios, convicciones y de identidad nacional, en una cuestión electoral. Cada vez que se menciona lo de Maduro, el Frente se desacomoda.
El último dato estadístico del cual disponemos con seriedad antes de la votación es que la pobreza en el Uruguay no ha parado de bajar desde el aumento generado por la pandemia en 2020.
La falta de un programa coherente, los deslices de su fórmula y un eslogan de campaña que choca con los antecedentes de varios referentes, muestran a una oposición en problemas.
La posición del FA es clara: irá a un sistema de viviendas paralelo al actual con alquileres subvencionados por distintas vías de parte del Estado, de manera de competir y contrariar al mercado.
El FA es un partido con opción de poder y lo menos que debería exigírsele es que defina una posición única sobre un tema que compromete en forma tan grave la estabilidad del país.
Uno de los argumentos que ha dado el execonomista del estudio Ferrere para justificar su cambio de postura es que hay que tranquilizar al mercado. No parece haber tenido éxito.
Es muy difícil que le pueda ir bien a un ministro de Economía que antes de asumir ya está cuestionado por su partido y que puede no tener respaldo parlamentario llegada una interpelación.