Editorial
La sección Editorial de El País refleja las opiniones y posturas del diario ante temas relevantes de la realidad política y social en Uruguay y el mundo.
Piñeiro, la joven bióloga gerente de Ambiente en esta Intendencia, nos propone algo muy novedoso: “Una revolución cultural en la gestión de los residuos”. Lo mismo que nos dijo Cosse hace 5 años.
Al no haber una clara idea de como será ese gobierno, ni siquiera se dijo mucho en campaña, lo que el país espera es que este empiece a trabajar y así finalmente saber de que se trata.
No debe desnaturalizarse el principio patriota de Ferreira en 1984 aplicando una gobernabilidad que es propia de una época distinta y que sufría acechanzas muy diferentes a las actuales.
Montevideo enfrenta desafíos estructurales que ninguno de los candidatos frentistas, luego de décadas de fracaso ininterrumpido en la gestión capitalina, puede prometer sin sonrojarse.
La tecnología puede ser un instrumento formidable al servicio de mejoras en seguridad y transparencia en la sociedad. Pero debe ser controlada y limitada por los poderes democráticos.
El error de la Coalición Republicana radica en no promover una política cultural diversa que combata estos esquematismos que dominan en un carnaval que se ha vuelto una parodia de sí mismo.
En sus primeros días en la Casa Blanca, Trump ha dejado en claro que será el gran disruptor del sistema que ha imperado en el planeta en los últimos años. Y su prioridad es muy evidente.
Llegó la hora de la verdad. ¿El nuevo gobierno comparte la mirada kirchnerista de Di Candia para con el mercado de vivienda? Es urgente que esto se aclare frente a toda la sociedad.
El movimiento sindical está desprestigiado, pero a sus dirigentes eso no les hace mella. Y mientras nada los conmueva, seguirán haciendo un enorme daño al desarrollo del país.
A nadie sirve una Francia que termine pareciéndose a lo que fue la época de su cuarta República que terminó cayendo en 1958, en plena crisis de descolonización con Argelia.
El cierre de la empresa Yazaki es una triste muestra de lo que puede lograr el mal sindicalismo, más interesado en los intereses de los dirigentes de la central que en el de los trabajadores.
El resultado de octubre pasado hace evidente la constatación de que, pese a la hegemonía cultural de la izquierda, existe una amplia representación de partidos y sectores de derecha en Uruguay.