Opinión
El resultado de la campaña del señor Salle será indicativo del nivel de descrédito de los uruguayos en el sistema político y de su permeabilidad a las teorías conspirativas.
La confiscación de los fondos mantenidos por las AFAP, (22.000 millones de dólares) es un hecho indubitable.
No es que nos esté fallando el menú comicial de los últimos meses, nos falla el modo de vivir nuestra democracia.
Las transiciones nos enfrentan a la superación de una idolatría hacia alguien que ya no estará más.
Un 12 de octubre de 1825 en Sarandí dijo Lavalleja: “¡Sable en mano y carabina a la espalda!”.
Editorial
El principal problema hoy radica en las interpretaciones sesgadas e interesadas en favor del Frente Amplio que se hacen de los resultados de las principales encuestas en esta campaña.
Hay que tener cuidado con limitar la libertad de expresión con el argumento de luchar contra el “discurso de odio”. Porque se trata de valoraciones subjetivas, que pueden terminar en censura.
Si no existen propuestas nítidas el contrato entre electores y elegidos que representa el voto queda trunco, pierde valor y calidad y nos deja con una democracia devaluada.
Que no haya candidatos “encantadores” no quiere decir que eventualmente no haya buenos presidentes. Es en ese punto que debería ahora centrarse la atención de la campaña.
El ataque también significó una epifanía en Occidente. Sacó a la luz un sórdido resentimiento antisemita que ha mentido descaradamente sobre lo que ocurre en Medio Oriente.
El caso del ahora exsenador Charles Carrera pasó finalmente a la justicia y el matrimonio Mujica-Topolansky lo bajó de la lista que participará de las próximas elecciones de octubre.
Nuestro calendario electoral es de otro siglo. Cuando se definió que las elecciones fueran en noviembre y la asunción en marzo del año siguiente, no había internet ni la rapidez del mundo digital.
Que se atreva a advertir las cosas como son: que si gana ese plebiscito nefasto habrá que aumentar impuestos, incrementar aportes patronales y personales, y endeudarse en condiciones gravosas.
Detrás de buena parte de lo que se vende como una guerra contra el lavado de dinero, subyace el clásico resentimiento de izquierda y la obsesión por ver la realidad como una lucha de clases.
La figura de Gabriel Oddone ha generado más dudas que certezas entre los votantes, quienes no ven en él el liderazgo necesario para enfrentar los desafíos económicos del país.
Es el FA quien convierte un asunto de principios, convicciones y de identidad nacional, en una cuestión electoral. Cada vez que se menciona lo de Maduro, el Frente se desacomoda.
El último dato estadístico del cual disponemos con seriedad antes de la votación es que la pobreza en el Uruguay no ha parado de bajar desde el aumento generado por la pandemia en 2020.
Ecos