Opinión
Cada vez que un burócrata se pone a hacer ingeniería social, y a pretender determinar lo que le debe tocar a cada uno, siempre termina mal. Hay mil ejemplos, y ni uno que haya salido bien.
Los bueyes mansos no hacen patria ni historia.
Para Milei y la plana mayor de su gobierno, la canciller debía rodearse de exégetas abocados a interpretar como se aplican sus filias y fobias.
La Coalición llegó para quedarse y, desde lo electoral, es la única manera de ser competitivos.
En un país donde los extremos exigen alta temperatura, el desafío del centro tibio radica en avanzar con pragmatismo y reformas.
Editorial
Ecos