Opinión
La polémica en torno al llamado Proyecto Arazatí es reveladora de un problema de fondo en este país, que hace que se desperdicien esfuerzos valiosos en discusiones totalmente estériles.
Muchos inversores se preguntan que irá a pasar con los beneficios fiscales respecto de la construcción.
Blancos y colorados deambulan con parecido propósitos.
Ojalá el “maquinista Orsi”, que está bien inspirado y su entorno, nos lleve por derroteros de libertad, de apoyar la iniciativa privada, sin ánimo refundacional.
Se cerraron las urnas. Ahora veremos si hay especialistas que sanen esta enfermedad o hay que pedir hora para dentro de cinco años más.
Editorial
Ecos