En menos de una semana los uruguayos estaremos votando y en un par de días comienza la veda, esa que silencia el ruido electoral (que en esta campaña casi no se hizo escuchar) para que cada uno, sin presiones, termine de tomar su decisión respecto a quién votar el domingo que viene.
Si, como se suele decir, el ciudadano con su voto premia a quienes han hecho las cosas bien y castiga a quienes no estuvieron a la altura de las circunstancias, parece evidente que ya hay un ganador: la Coalición Republicana. Pero como bien sabemos, los uruguayos podemos ser algo impredecibles a la hora de poner nuestro voto en la urna.
Las encuestas muestran matices entre sí y en realidad no permiten tener un idea clara y certera de qué pasará el domingo, más allá de cuales sean nuestras intuiciones. En un país claramente dividido en dos partes parejas, es poco lo que se necesita para volcar la elección hacia un lado u hacia otro.
Hay sin embargo hechos concretos que pueden orientar y ayuden a vislumbrar una posibilidad. Pero reiteramos, ante lo impredecible que es el electorado, solo se pueden elaborar meras especulaciones que recién el domingo de noche o el lunes de madrugada se corroborarán... o no.
Si se considera como fue evaluada la gestión de este gobierno presidido por Luis Lacalle Pou a lo largo de estos casi cinco años (incluyendo el manejo de la pandemia y de la sequía), siempre en acuerdo con los otros partidos aliados, todo indica que esa Coalición debería ganar. Sus candidatos, de los partidos que sean, han confirmado en forma expresa que esta Coalición continuará, que los logros se afianzarán y se seguirá avanzando en esa dirección. Por lo tanto, lo deseable es que tengan una nueva oportunidad para continuar.
Se habla mucho de que sus candidatos no son “atractivos”. Tal vez sea así, pero no cabe duda de que son sólidos.
El que viene adelante en las encuestas es Álvaro Delgado. Durante su desempeño como secretario de la Presidencia, fue una figura clave en la gestión gubernamental, la mano derecha del presidente. Actuó como un ejecutor eficiente y un negociador hábil y respetuoso. Es un político ducho con experiencia tanto en el Legislativo, como en el Ejecutivo y si llega a ser presidente, será un mandatario confiable y con aplomo para manejar situaciones difíciles.
Andrés Ojeda ha sido el más carismático y Mieres reúne todas las condiciones para desempeñarse en cualquier terreno: como senador, ministro o presidente. Manini también se comprometió a mantener la Coalición aunque su partido demostró ser algo imprevisible a la hora de negociar y aprobar leyes. Pero se mantuvo en la Coalición y defiende lo que este gobierno aprobó.
La otra gran incógnita son los dos plebiscitos: el de la seguridad social y el de los allanamientos nocturnos.
Del primero, es necesario aclarar que resulta absurdo que se pretenda imponer en la Constitución algo que se resuelve mediante una ley. De hecho eso ocurrió por mayoría parlamentaria, con la reforma jubilatoria. El Pit-Cnt, los comunistas y los socialistas no aceptan el juego democrático que emerge del debate parlamentario y quieren su revancha al plantear su propia disparatada reforma, que le hará un inmenso daño al país y perjudicará a las generaciones venideras. Su propuesta es de una irresponsabilidad sin límites. Por eso, no todo el Frente Amplio la acompaña, pero por miedo a sus socios, tampoco es contundente en su rechazo.
Ese miedo, la ausencia de liderazgos claros, el predominio de grupos muy radicalizados, la candidatura de alguien que no sabe lo que piensa y nadie entiende lo que dice, hacen pensar que el Frente no debería ganar. Muchos de sus leales votantes están asustados ante esa perspectiva. Cuesta imaginar a Yamandú Orsi ejerciendo la presidencia, asumiendo decisiones jugadas en momentos críticos, eludiendo la inevitable presión de quienes mandan en el Frente.
Lo acompaña en la fórmula una persona que llegó a ser intendenta para luego actuar como si en realidad nunca hubiera querido ocupar ese cargo. El balance de su pobre gestión lo demuestra. Y al ver ahora a Carolina Cosse en campaña, parecería que tampoco le interesa ser candidata a vicepresidenta.
En este contexto, si hacemos un frío análisis, las opciones parecen claras. Que así lo piense el grueso del electorado, es algo que habrá que ver. El domingo sabremos dónde estamos parados. Y aunque haya quienes apuestan a confundir los mensajes, no es lo mismo que gane uno o que gane otro.