Opinión
La velocidad con que se producen los cambios hace imposible pensar que el Estado pueda mantener un rígido control sobre universidades privadas. Su autonomía se impone por los hechos.
El populismo es relato, simplemente eso. Los hechos, son secundarios. Simplemente la apelación emocional para despertar adhesión.
Uruguay no necesita renunciar a sus principios para fortalecer el vínculo con el gobierno de Trump.
En el fondo, no se está discutiendo sobre la calidad, sino el control. Por eso los impulsores del proyecto insisten en replicar el cogobierno que rige en la Universidad de la República desde el año 1958.
Nuestros comunistas, sin pruebas ni argumentos opinan sobre un proceso que desconocen.
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