La Clave

La visita del expresidente Lacalle Pou al directorio del Partido Nacional y sus declaraciones en el sentido de estar “para ayudar a empujar del carro”, son una excelente noticia para el país. En momentos en que el nuevo gobierno busca compensar su falta de proyectos, instalando una narrativa de que recibió un país poco menos que incendiado, el regreso de Lacalle Pou es clave. Y ayudará a suturar algunas heridas que la derrota electoral dejó en toda la oposición.
En momentos en que hay una discusión algo absurda, y se busca imponer una narrativa de que las finanzas públicas estarían horrible, es bueno escuchar a los técnicos. A la gente que no precisa de relatos para su día a día. La entrevista con la economista Tamara Schandy ayer en El País permitió aclarar muchas cosas. Dos fundamentales: el país precisa crecer más y más rápido simplemente para no retroceder, y la economía nacional no resiste más impuestos. Más claro...
En medio de la polémica por la ministra Cairo, apareció un comentario tan inesperado como preocupante. Es el de la periodista deportiva que había sido contratada a dedo por el intendente de Montevideo, y que se quejó de que la prensa, los políticos y “los envidiosos”, le arruinaron la posibilidad a “una laburante”. El tema no es así. El asunto es si todos los demás laburantes deben pagar un salario muy por encima de mercado a alguien, porque a un jerarca ocasional se le ocurre.
El cierre reciente de algunas empresas ha generado comentarios tan recurrentes, como absurdos. Se suele decir: “cerró equis empresa, dejando a equis trabajadores en la calle”. Nadie abre una empresa para fracasar. A veces el mercado no responde, o hay problemas de otra índole, y el emprendimiento debe cerrar, generando pérdidas a inversores y a trabajadores que apostaron por ello. Pero atribuirle siempre una especie de mala fe a lo que es un proceso natural, es irreal y negativo.
La postura de Uruguay ante el resultado electoral en Ecuador, ha sido un papelón. El presidente Orsi, y el canciller Lubetkin, 24 horas después de conocido el resultado, se negaban a reconocer al ganador. Incluso cuando los principales dirigentes de la oposición de izquierda (salvo la candidata) ya lo habían reconocido. Las excusas mal disimulaban que se esperaba una definición de Brasil, para sumarse a la misma. Recién después que Lula reconoció, nos sumamos al coro.
La muerte del escritor Mario Vargas Llosa ha refrescado muchos hitos que lo vinculan a Uruguay. Algunos gloriosos, como su fanatismo por Onetti o su viaje iniciático a un Montevideo culto y literario ya fenecido. Y otros lamentables, como cuando un grupo de “estudiantes” se opuso por consideraciones políticas que los pintan mejor que ningún adjetivo. Vargas Llosa nos deja una obra que debería ser materia obligada, para recuperar una cultura nacional, claramente en declive.
La Celac es un organismo innecesario, que inventó Brasil para tener un foro donde pudiera ejercer su predominio regional, sin tener que lidiar con España o Estados Unidos, como sucede en la OEA o las Cumbres Iberoamericanas. Pero incluso con ese antecedente, lo que ocurrió en la última reunión, con el avasallamiento agraviante a Argentina y a Paraguay fue un espectáculo lamentable. Casi tanto como la actitud de nuestra política exterior, que se sumó a esa actitud.
Es muy difícil entender la obsesión del nuevo gobierno en contra del proyecto Arazatí. Es sabido que el país precisa una nueva fuente de agua potable. Y este proyecto es el fruto del análisis de la gente más capacitada que hay en el país en la materia. Los argumentos de que el agua del Río de la Plata es salobre, o que pueda contaminar un acuífero, son absurdos. Buenos Aires saca el agua de allí, y el Río de la Plata también está sobre acuíferos. Parece un capricho sin fundamento.
Finalmente, estalló a la luz pública. El conflicto entre la Asociación de Fiscales, y su jerarca, Mónica Ferrero, ha puesto sobre la mesa un choque político que venía hace meses en tono bajo. Lo que sucede en el fondo es que el gobierno presiona para sacar a Ferrero y poner allí a alguien dócil a los deseos del prosecretario de presidencia Jorge Díaz. Y los fiscales agremiados, que se suelen doler cuando se les acusa de operar políticamente, están siendo funcionales a esa estrategia.
El sindicato de fiscales ha decidido tomar medidas en rechazo a decisiones de la fiscal general. Esto pone al gremio en el centro de un debate político, ya que resultan funcionales a la campaña del oficialismo para minar la autoridad de la jerarca, y forzar el nombramiento de alguien dócil a sus deseos. Más grave que eso, es que perjudican a ciudadanos que están pendientes de definiciones jurídicas clave. Otra muestra de cuánto se ha perdido el sentido común en ese gremio.
En pleno Centro de Montevideo, y a plena luz del día, dos malvivientes se enfrascaron a tiros, como si fuera una película del Far West. Este hecho ha generado consternación y pone el foco en las medidas que se supone venía a tomar el nuevo gobierno para enfrentar el problema de la seguridad pública. Es verdad que el gobierno recién asume, pero cuando se escucha al ministro Negro hablar de planes para el 2026, parece que no han percibido la urgencia del momento.
El hecho de que en Uruguay exista la tradición de coparticipación en el Estado, donde todos los partidos asumen roles de dirección con cargos, es una excelente solución democrática. Eso permite a la oposición controlar desde adentro, y tener gente formada para cuando haya alternancia en el poder. Pero el hecho de que estas negociaciones se vuelvan tema informativo constante, potencia esa idea nefasta de que la política es una pugna por cargos. Y eso es muy peligroso.