Uruguay exhibe virtudes que lo destacan como un destino atractivo para los negocios y la inversión, como su democracia plena, la estabilidad económica, la continuidad de las reglas de juego y la transparencia. Sin embargo, esas cualidades no son suficientes por sí solas para avanzar en la senda del desarrollo. Entre los retos pendientes, emerge con fuerza la necesidad de proyectar más al país en el mundo.
Este es uno de los puntos de coincidencia entre varios de los líderes de negocios que participaron del segundo almuerzo de “Encuentros El Empresario”, el ciclo organizado por El País que convoca a referentes empresariales a reflexionar sobre el presente y el futuro del país, sus sectores y compañías.
En esta ocasión nos acompañaron: Horacio Correge, CEO y country head de Scotiabank; Marcelo Lombardi, gerente general de Terminal Shopping Tres Cruces; Viviana Escobar, country manager de Grupo Vierci Uruguay; Andy Robert, cofundadora y CEO de Slantis; Álvaro Amoretti, director ejecutivo de Quatromanos; Sofía Tedesco, directora de ATGen; y Pablo Fernández, gerente comercial y de marketing de Blue Cross & Blue Shield de Uruguay.
Cada uno de los invitados plantea en su entrevista las prioridades que -a su entender- debería abordar el país pensando en su crecimiento a largo plazo.
Así, Correge destaca la importancia del crédito para dinamizar aún más la economía. El contexto es favorable. El mercado local sigue ofreciendo posibilidades para ampliar el comercio y la inversión, si bien la escala reducida del mercado y los altos costos inciden en los proyectos, sostiene Escobar. También los frutos del crecimiento económico se reflejan en los shoppings, señala Lombardi, quien va más allá y propone una agenda de temas que debería discutir el Uruguay, con la rentabilidad como un eje principal.
El deterioro de la educación, la pobreza infantil y el gasto público son, según Amoretti, “problemas de fondo” que Uruguay no puede seguir postergando.
También hay motivos para ser optimistas, asegura Roberts, quien describe al Uruguay como un “semillero de oportunidades”. Su visión no ignora los desafíos, como la escasa presencia de la mujer en la industria tecnológica.
“Hay un potencial muy grande en biotecnología”, subraya Tedesco, aunque aclara que para materializarlo se necesita no solo el esfuerzo de las empresas, sino también el apoyo del sector público para posicionar al país en el exterior.
En esa línea, Fernández remarca la necesidad de que el sistema político, los empresarios y trabajadores asuman juntos el desafío de generar las condiciones para atraer inversiones que generen desarrollo y empleo.
Sus análisis y propuestas están sobre la mesa. El siguiente paso es claro: poner manos a la obra.
Creo que el sector público debería poder favorecer a los que estamos haciendo el ‘servicio país’ de exponer a Uruguay en el mundo, traer inversiones, conocimiento y desarrollo a nivel profesional.
Hace falta salir a mostrar Uruguay al mundo. Estamos convencidos de lo maravillosos que somos, pero estamos esperando que nos vengan a descubrir. Se están haciendo esfuerzos, pero este capítulo (...) todavía está en debate.
Es un país caro, pero uno va por la calle y no ve pobreza; el shopping está lleno. Entonces es caro, pero los ingresos también están acorde a ese costo de vida.
Uruguay tiene buenos recursos, pero necesitamos más formación. Hoy, con la conectividad y globalización, hay muchas oportunidades.
Por escala nunca vamos a ser atractivos, por eso debemos cuidar los aspectos intangibles, que tienen un peso brutal.
Estar en un país con reglas claras es importante para los que estamos acá pero también para atraer inversiones, sobre todo ante un momento de volatilidad internacional creciente.
Al Uruguay ya no le alcanza con ser el niño prolijo en un barrio complicado. Tenemos que mostrar que podemos ser un gran país en lugar de seguir repitiendo que lo somos.
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