Impulsado por el aumento del consumo y la llegada de marcas internacionales, el sector de los shoppings atraviesa un momento de crecimiento. Así lo refleja Tres Cruces, asegura Marcelo Lombardi, su gerente general. Los activos “intangibles” del país, como la estabilidad y e institucionalidad, refuerzan el buen clima de negocios y son diferenciales ante la falta de escala del mercado, resaltó. En una mirada más profunda, Lombardi señala prioridades para armar una agenda de desarrollo del país a largo plazo, como el abordaje de la desigualdad social, la inclusión de la rentabilidad como fundamento para atraer inversión y el involucramiento del sector empresarial en la generación de políticas públicas.
-Tres Cruces participa en tres áreas de actividad: comercio minorista, transporte de pasajeros y logística. ¿En qué momento se encuentra cada una?
-Hay dos realidades un poco diferentes. Por un lado, la parte comercial está muy dinámica. Y eso tiene mucho que ver también con dos aspectos principales. Uno es el consumo de los hogares. Uruguay viene consolidándose con niveles de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), y eso tiene asociado un aumento en el ingreso de los hogares, lo que va en forma casi lineal al consumo privado de las familias. El otro aspecto es que se está produciendo una nueva ola de crecimiento de marcas internacionales. Además, las locales siguen creciendo en puntos de venta y cobertura geográfica, y a eso se agrega el crecimiento de marcas (internacionales) ya instaladas. Si miramos el top 20 mundial, buena parte están acá o están por venir.
A nivel logístico hay una explosión. En el área de encomiendas vemos un crecimiento robusto y sostenido. En los hechos, muchas de las encomiendas no viajan en los ómnibus porque las bodegas van llenas, sino que se transportan en camiones. Entonces el negocio pasó a ser prácticamente logístico. Sin duda, la pandemia lo aceleró por el e-commerce, pero luego de eso siguió con niveles de crecimiento muy fuertes y eso hace que tengamos que reaccionar en sintonía.
Si miramos el top 20 mundial (de marcas internacionales), buena parte están acá o están por venir.
En transporte vemos estabilidad, con un crecimiento muy menor, del orden del 1%. Aquí todavía no se llegó a los valores prepandemia en cantidad de ómnibus movilizados. Eso no quiere decir que sea así en pasajeros, porque hubo un crecimiento muy fuerte en la productividad, la mejora de la capacidad y la optimización de los servicios. Da la sensación de que, en términos de pasajeros, estamos con un nivel similar al de 2019, con menos vehículos movilizados y una mejor eficiencia de parte del transportista, lo que hace bastante más sano al sector.
-¿Cómo están impactando las compras web y el “efecto Temu”?
-Estamos en el mercado y no tememos competir. En los hechos, el canal online y el offline conviven muy bien y tienen una gran sinergia. Hoy, el 7% u 8% de las ventas se hacen con pick up, lo que para nosotros es una gran ventaja porque tiene una tasa de conversión de casi el triple que la normal. Si vemos los números, todavía la venta online no llega al 10% y el canal físico sigue siendo muy fuerte. Ahora, es muy diferente el régimen de encomienda exprés, que tiene un esquema de competencia en condiciones desiguales. Hay una diferenciación impositiva muy fuerte. Creo que estamos un poco en la fila en el abordaje de este tema en Uruguay, porque en otras partes del mundo ya se han equiparado los regímenes de competencia. Con el “efecto Temu” esto empezó a tener un impacto mayor.
-Uruguay tiene una población reducida y que no crece. ¿Esas características son un desafío para expandir el consumo?
-A nivel demográfico, sí. Pero en términos de consumo, no necesariamente. A veces se dice: “Mirá la cantidad de comercios que están abriendo y seguimos siendo los mismos”. Sí, claro, pero cuando analizás que el PIB de Uruguay crece en el entorno del 2% y el ingreso de los hogares tiende a parecerse mucho (a ese incremento), ves que todos los años aumenta el consumo un 2%. Entonces, la economía no está estática en su capacidad de compra. Los crecimientos también se explican por la demanda potencial en crecimiento. No tendría sentido que todos hiciéramos ampliaciones con un mercado estático, porque perderíamos dinero.
-¿Qué valoran de Uruguay las marcas e inversores internacionales que llegan a los shoppings?
-Es horrible compararse con el peor de la clase, pero, por ejemplo, Argentina tiene más de 10 veces el tamaño de población de Uruguay y muchas marcas que están acá no están allá. ¿Qué ha hecho Uruguay? Nos hemos acostumbrado a la estabilidad jurídica y política. El sistema republicano funciona -si bien estamos viendo algunas situaciones puntuales de conflicto entre poderes-, hay libertad de prensa, no hay cambios abruptos en la reglas del juego. Eso es un activo imponente. Entonces, cuando se hace una inversión -y esto vale para todos, pero sobre todo para los inversores del exterior, que miran una economía pequeña que seguramente no les cambia la ecuación global-, se dice: Uruguay es un país bueno a nivel de consumo per cápita; el ingreso de los hogares en dólares es bueno; y a su vez tiene una fuerte estabilidad en todos los aspectos que hacen al negocio. Los impuestos son altos, sí, pero es un país estable. Al ser pequeño, Uruguay da para una cierta cantidad de locales, cuando en otro país podrías multiplicarla por 10 o 15. Pero aún así hay oportunidades de negocio. Por escala, (Uruguay) nunca va a ser atractivo, entonces debe cuidar mucho los aspectos intangibles, que tienen un peso brutal.
-¿Qué aspectos le preocupan como empresario?
-Uruguay ha sido siempre un país muy estable desde el punto de vista del pacto social. Por eso, creo que está muy bueno que se discuta el tema de la pobreza infantil. Seguramente la propuesta del Pit-Cnt (de gravar más al 1% de mayores ingresos) no es buena. Pero el problema hay que resolverlo, porque cada vez es más grande la brecha. Ese es el Uruguay que estamos proyectando. Esto implica el riesgo potencial de que se disparen tensiones como pasó en algún país de Latinoamérica.
Si Uruguay, con 3,5 millones habitantes, su homogeneidad y un esquema político estable, no lo puede resolver, hay pocos países que pueden hacerlo por escala. Pero lo tenemos que resolver bien. Justamente hago referencia a la iniciativa del impuesto a los ricos. No es el camino y ahuyenta las inversiones.
Vinculado con eso, es importantísimo ver la agenda de los temas que se discuten, porque marca la dirección en la que vas. ¿Qué tiene una buena direccionalidad? Las medidas del Ministerio de Economía para la reducción de trabas y el ahorro de trámites y tiempos en comercio exterior. Si bien los ahorros no van a cambiar significativamente, marcan una buena dirección. Cuando hablás de aspectos vinculados a la productividad es la agenda correcta para Uruguay. Ahora, este tipo de planteos (del Pit-Cnt), que son de un fuerte desconocimiento de cómo funciona el mundo, son las agendas que el país tiene que evitar si quiere mejorar su calidad de vida.
Otro tema clave -y que desde el Ministerio de Economía se dan señales muy claras- es que para crecer se necesita inversión. Y para lograrlo, Uruguay precisa tener rentabilidad. La rentabilidad viene dada por la productividad, un tema al que Uruguay le escapa. Sin productividad no hay rentabilidad, y sin rentabilidad no hay inversión. Siempre se mira la inversión extranjera, pero con las tasas de ahorro de Uruguay, solo con que los uruguayos reinvirtamos en el país, ya alcanzaríamos buena parte de lo que precisamos para crecer. Para eso se necesitan proyectos atractivos y rentables. Eso requiere que Uruguay compita en el mundo y sea más eficiente. Entonces, el país debe incluir en la agenda la importancia de la rentabilidad.
-¿Qué rol debe jugar el sector empresarial para promover esta agenda de desarrollo?
-El involucramiento de parte de la sociedad civil en aspectos de política pública es otro desafío. Tenemos un sistema político maduro y al final las decisiones y soluciones siempre vienen de la política. Pero muchas veces se puede nutrir de información y conocimiento para generar política pública de buena calidad. Y hay ciertos actores de la sociedad civil que pueden participar realizando propuestas. Además de un mayor involucramiento, está bueno que haya una solicitud de rendición de cuentas al sistema, no en términos de dinero, sino de la calidad de sus servicios.
La lupa sobre la reducción de la jornada laboral
-En el marco de esta ronda salarial, El Pit-Cnt impulsa la reducción de la jornada laboral sin pérdida salarial. ¿Cómo evalúa esa propuesta?
-Hay determinados rubros donde con la tecnología se puede ganar en productividad y por la vía de los hechos va a pasar. Está perfecto. Ahora, hay otras actividades en las que necesariamente te lleva a un aumento de costo, y lo que es peor tal vez termine afectando a los trabajadores menos calificados. A veces cuando uno se queda en el análisis primario no ve en cascada el resultado final que puede tener. Puede pasar que hayan efectos secundarios por los cuales a aquel que quiero beneficiar es al que estoy impactando de manera negativa, porque, sobre todo en los servicios menos calificados, llega un punto donde puede darse hasta la sustitución (de trabajadores). Entonces, hay que ser muy cuidadoso respecto de los análisis estáticos de las propuestas que se hacen, porque tienen efectos dinámicos. De alguna manera, la direccionalidad de los temas que se tratan en un caso y en otro, te marcan el rumbo.
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