La directora que hizo historia en los Oscar estrenó en Netflix un thriller sobre una moderna crisis de misiles

Kathryn Bigelow, la primera mujer en ganar el Oscar a la mejor dirección, estrenó en la plataforma de streaming, "Una casa de dinamita" que protagonizan Rebecca Ferguson e Idris Elba.

Imagen de la película "Una casa de dinamita".
Imagen de la película "Una casa de dinamita".
Foto: Difusión.

La primera vez que nos conocimos con Kathryn Bigelow fue en 2009, antes del estreno de Vivir al límite. Drama angustiante sobre un equipo estadounidense de desactivadores de bombas en Irak, acumuló premios de la crítica y obtuvo nueve nominaciones al Oscar. El 7 de marzo de 2010, Barbra Streisand le dio el de mejor dirección a Bigelow quien esa noche se convirtió en la primera mujer en ganar el premio. También ganó el Oscar a mejor película.

Bigelow, de 73 años es esbelta y tiene una energía sutil y vibrante que recuerda a un colibrí, si este midiera casi un metro ochenta. Se ríe con facilidad y, aunque escucha con atención, mantiene una reserva que se siente como un mecanismo de autoprotección.

El encuentro fue casi un mes exacto antes del estreno de su nueva película, Una casa de dinamita, que llegó a Netflix. Es un tenso thriller hipotético centrado en los intentos del gobierno y el ejército estadounidenses por evitar que un misil balístico intercontinental de origen desconocido impacte el territorio continental de Estados Unidos. Ver la película resultó especialmente inquietante unos meses después de que la administración Trump despidiera y luego readmitiera a unos 300 empleados de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, la agencia encargada de mantener la preparación del arsenal nuclear del país.

Sentada en una luminosa y elegante sala de su casa de campo del siglo XVIII, Bigelow explicó que le interesaba, como dijo, “el punto de inflexión entre el cine y el periodismo o la información”. Desde El peso del agua (2002), todas sus películas fueron influidas, en mayor o menor grado, por el mundo fuera de la pantalla. Siente una especial atracción por los extremos.

Una casa de dinamita es la segunda película que Bigelow sobre la amenaza nuclear. La primera, el thriller K-19 (2002), era sobre un accidente de un reactor nuclear en un submarino soviético en 1961, un desastre “inspirado en hechos reales”. Protagonizada por Harrison Ford y Liam Neeson, fue su película más cara y la más convencional en términos formales, lo más cercano a un thriller hollywoodense que haya hecho. Fue un fracaso.

Pasaron años antes de que filmara otro largometraje, Vivir al límire. Redujo la escala para conservar el control, rodando en Jordania con bajo presupuesto. Bigelow quería, según dijo en 2009, ofrecer al público una visión “como si estuvieras ahí” del desmantelamiento de bombas, lo que exigía “un enfoque inmediato, crudo y visceral”.

Imagen de la película "Vivir al límite".
Imagen de la película "Vivir al límite".
Foto: Difusión.

El interés por contar historias reales, o más bien sus interpretaciones de ellas, le ha valido en ocasiones duras críticas, especialmente por La noche más oscura (2012). Escrita por Mark Boal y protagonizada por Jessica Chastain como una analista de la CIA, la película y su representación de la tortura de sospechosos de Al Qaeda generaron polémica aun antes de su estreno. Tres senadores enviaron una carta al jefe de Sony, calificándola de “fácticamente inexacta” por sugerir que la tortura llevó directamente al paradero de Osama Bin Laden.

Bigelow afirma ahora que se sintió “desconcertada” por las reacciones más virulentas a la película. Dos senadores se retiraron después de los primeros 20 minutos y se perdieron la escena en la que un brutal agente de la CIA, interpretado por Jason Clarke, obtiene información tras ofrecer a un prisionero comida y un cigarrillo, un momento basado, dijo ella, en “un gesto generoso, en lugar de dañino”. Si las escenas de tortura indignaron a muchos, también fue en parte por la mirada implacable de Bigelow sobre la violencia. Tampoco ayuda que los analistas de la CIA no sean castigados, que nadie pronuncie un discurso sobre la inmoralidad de la tortura y que Chastain luzca impecablemente glamorosa.

La noche más oscura
Jessica Chastain en "La noche más oscura". Foto: Archivo.

Una casa de dinamita es una película más segura, en parte porque aborda una verdad aterradora que resulta abstracta para muchos. “Me encantaría iniciar, o ayudar a iniciar, una conversación sobre la reducción del arsenal nuclear”, dijo Bigelow.

Es su primer largometraje desde Detroit (2017), un drama sobre los disturbios raciales en esa ciudad tras una redada policial en un bar en 1967. Detroit está, como era de esperar, bien dirigida, pero su interés por la autenticidad y la violencia parecía demasiado desvinculado de la historia y de los cuerpos negros que retrataba siendo agredidos.

Una casa de dinamita fue recibida favorablemente, aunque no ha despertado el entusiasmo (ni la controversia) de sus trabajos anteriores. Uno de los obstáculos es la propia industria, que sigue en una crisis paralizante. La gente ha perdido el hábito de ir al cine, y resulta difícil atraerla a una sala para ver una película adulta que no sea un gran acontecimiento. Otro problema es Netflix, que le dio a A House of Dynamite un estreno limitado de dos semanas en salas antes de su lanzamiento en streaming. (Netflix la financió, convirtiéndola en la primera película de Bigelow respaldada por un estudio). A los directores les gusta trabajar con Netflix por su enorme presupuesto, pero sus películas rara vez tienen una vida cultural duradera y desaparecen con rapidez.

Imagen de la película "Una casa de dinamita".
Imagen de la película "Una casa de dinamita".
Foto: Difusión.

Bigelow siempre es reacia a hablar de sí misma como “directora mujer”, una reticencia que ha expresado una y otra vez incluso mientras se convertía, poco a poco, en un ejemplo de logro femenino.

“Eso encasilla a las mujeres”, dijo cuando saqué el tema y le comenté que la comprendía. “Sí, tú no eres escritora”, me dijo Bigelow, “eres una escritora mujer, ¿verdad?”.

Desde Vivir al límite, solo otras dos mujeres han ganado el Óscar a mejor dirección: Chloé Zhao, en 2021, por su drama Nomadland -también ganadora a mejor película-, y Jane Campion, por El poder del perro al año siguiente.

Como los de Bigelow, los Oscar de Zhao formaron parte de un cambio cultural más amplio y sostenido hacia una mayor presencia de mujeres en la industria. Este cambio no ocurrió de la noche a la mañana ni por casualidad. Fue fruto de décadas de mujeres que resistieron el sexismo, denunciaron abusos, pelearon por ocupar puestos de decisión en el cine comercial y, como hizo Bigelow desde el principio, se convirtieron en cineastas independientes. Una forma en que ha ejercido su independencia ha sido negándose a aceptar ideas preconcebidas sobre lo que las mujeres pueden hacer o sobre el tipo de películas que deben dirigir. Y si hoy Bigelow prefiere filmar sobre el mundo, hay que pensar que es también porque ella misma ha hecho historia.

Manohla Dargis, The New York Times

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