La enfermedad de la que el cuerpo no avisa y puede tener complicaciones graves: quiénes deben estar atentos

La acumulación de grasa en las células del hígado, conocida como hígado graso o esteatosis hepática, puede provocar graves complicaciones si no se detecta y controla a tiempo. Así lo advierte la especialista en gastroenterología y endoscopía Diana Selene Morgan Penagos, quien detalla las causas, consecuencias y medidas efectivas para revertir esta condición.

“El hígado graso es una infiltración de grasa en las células del hígado. Esta infiltración causa inflamación de las células del hígado y se presenta normalmente en pacientes que tienen obesidad o trastornos metabólicos como resistencia a la insulina o diabetes”, explica la doctora.

En muchos casos, las personas descubren esta afección durante un ultrasonido solicitado por otros motivos, como molestias en la vesícula, cuando “sin querer se encuentra la infiltración de grasa en el hígado”.

La especialista, que también es médica internista en el Hospital San Ángel Inn Universidad, señala que este padecimiento puede derivar en problemas severos como várices esofágicas, cirrosis y otras complicaciones hepáticas.

“La cirrosis es uno de los peores escenarios en el hígado graso porque no es reversible y el paciente puede tener sangrados digestivos debido a que el hígado se endurece, dando pie a várices esofágicas que se revientan”, advierte. Esto puede generar anemia, acumulación de líquidos en el abdomen, alteraciones neurológicas, pérdida de proteínas y problemas con la coagulación.

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¿Quiénes deben estar atentos? Personas con obesidad, diabetes, hábitos alimenticios poco saludables o estilo de vida sedentario tienen mayor probabilidad de presentar hígado graso.

La doctora destaca que “es muy probable tener hígado graso si se vive con esas condiciones y desgraciadamente el cuerpo no nos avisa; la gente no va al médico hasta que le duele algo o tiene un síntoma, por eso hay que hacernos estudios antes si tenemos factores de riesgo para un diagnóstico oportuno”.

Con frecuencia, el diagnóstico ocurre cuando ya se ha desarrollado fibrosis hepática, una etapa donde el hígado comienza a endurecerse. La fibrosis puede avanzar durante años antes de transformarse en cirrosis. Incluso, en casos no tratados, se incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de hígado.

“Desgraciadamente no hay evidencia de un medicamento que cure el hígado graso”, afirma la especialista, aunque menciona que algunos suplementos como la vitamina E y el omega 3 podrían reducir la inflamación hepática bajo supervisión médica. La estrategia más efectiva se basa en la modificación de hábitos.

Recomendaciones clave:

• Controlar los niveles de colesterol y triglicéridos.
• Monitorear la glucosa en personas con diabetes.
• Hacer ejercicio: al menos 150 minutos semanales o 30 minutos cinco veces por semana.
• Reducir el peso corporal en al menos un 5 %.
• Aumentar el consumo de fibra a través de frutas, verduras y cereales integrales.

“Estas medidas ayudan mucho a desinflamar el hígado y reducir la grasa que causa alteraciones”, detalla y agrega: “Sería más fácil decir a los pacientes ‘tomá, con esta pastilla vas a curarte’, pero como el tratamiento es comer mejor y hacer ejercicio, es mucho más complicado”.

La prevención es clave. “Lo más importante es hacerse chequeos si ya tenemos una enfermedad metabólica o si sospechamos que podríamos tenerla y sobre todo hacer cambios saludables, comer mejor, abundantes frutas y verduras y hacer un poco de actividad física, solo eso nos protege no solo de problemas en el hígado, sino de muchísimas otras enfermedades”, refiere la doctora.

El Universal/GDA