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"Cada nudo, cada tirón de cuerda, me ayudaba a liberar las tensiones y los malos pensamientos que pasaban por mi cuerpo”. Para Laura Martínez Días el macraméfue una tabla de salvación en una época en la que estaba superando una enfermedad.

“Fue de gran ayuda por el estado emocional que me daba tener una pieza terminada. Y el plus de que a la gente le gustara me hacía recontrafeliz y me ayudaba a evadirme mucho”, cuenta a El País.

Laura aprendió la técnica de muy chica, incluso con clases en la escuela. También incursionó en el gobelino (tapiz) y, como siempre le entusiasmó tejer, iba a clases con el maestro Ernesto Arostegui.

“Siempre me gustó hacer cosas con las manos. Al macramé lo sabía, pero no lo practicaba”, dice sobre lo que ocurrió hasta que la salud le demandó encontrar algo en qué distraerse. Además se había jubilado como dactilóscopa de la Dirección Nacional de Identificación Civil, por lo que ya no tenía su trabajo para mantenerse ocupada.

Más o menos a fines de 2014 comenzó a producir y producir hasta que un día su hijo Carlos le dijo: “A toda la gente que viene a casa le gusta lo que hacés, ¿por qué no lo volvés más masivo y lo das a conocer?”.

A esa altura Laura había llenado toda su casa de macramé. “Ya no lo podían ver”, comenta entre risas.

Sus amigos fueron los primeros en encargarle piezas, pero la idea era apostar a más y se abrió una cuenta en Instagram con el nombre Nudo Macramé Studio que Carlos se ocupó de manejar. Eso fue a fines de 2016, fecha que Laura cuenta como el nacimiento oficial de su emprendimiento.

“Empezamos a estar en ferias de decoración y fue lo que nos ayudó a hacernos conocer entre la gente”, señala.

Entonces los pedidos empezaron a crecer más y más y su hija Sarah se tuvo que sumar para ayudarla a tejer y poder cumplir con la demanda.

La gente le preguntaba qué era lo que hacía y cuando ella respondía “macramé” solo las abuelitas o la gente más mayor entendía de lo que estaba hablando. “Ahora es algo que está muy en boga y lo encontrás por todos lados: en ropa, en decoración, en bolsos…”, comenta a El País.

Recuerda que la tienda Petra de Punta del Este le dio una gran mano cediéndole la vidriera y una pared para exponer. Con el tiempo logró estar en otros lugares, como Martinica y en otra casa de decoración ya desaparecida del Este. Eso fue durante varias temporadas. “En Montevideo solo participamos en la feria Casa Deco, en el Hotel Hyatt, como cuatro años seguidos”, apunta.

Laura destaca que fueron “los pioneros en Uruguay en incorporar la técnica del macramé, que es ancestral, en tapices grandes como objetos de decoración”.

Hasta el momento lo que se encontraba en el mercado era muy poca cosa; apenas algunos cuelga macetas o algunas pantallas para portátiles. Donde más se veía era en las pulseras de los artesanos.

Eso hacía que al principio fuera muy difícil hacerse de materiales, lo que los obligaba a importar algunas cosas y otras buscarlas en Buenos Aires. “No había cuerdas gruesas, solo finitas para hacer trabajos chicos y minuciosos”, apunta.

En otros países la moda comenzó en 2013-2014, mientras que en Uruguay la explosión se dio por el 2017. Fue así que se inició una movida muy interesante, surgieron nuevos emprendimientos y Nudo Macramé Studio decidió dictar talleres para toda esa gente que demandaba aprender.

“Fue una etapa redivertida hasta que empezó la pandemia y ya no se pudieron dar más. Hoy tengo gente que me los pide, pero veo que ya hay mucho en el mercado; ya es suficiente”, sentencia.

Desde diciembre del año pasado Laura ha optado por darle una impronta más personal a sus piezas, “más moderna”, dice. Es así que está realizando tapices más despojados, más lineales, con menos nudos, y además está incorporando diferentes materiales, como rafia, cáñamo o yute.

También trabaja en figuras de hierro con fibras a las que trata de sumar un poco de brillo con cristales y canutillos. Su última ocurrencia es fusionar con cerámica y para eso está estudiando, aunque reconoce que le está costando un poco.

Sus hijos ya no la ayudan tanto como antes porque tienen sus propias actividades, pero Laura sigue al firme y aclara que no abandona los tapices tradicionales que tantas satisfacciones le han dado.

“Lo que estoy haciendo es incorporar cosas que reflejen más mi estado actual, pero siempre tratando de que esté presente en la pieza algo de macramé, aunque sea un nudo y aunque sea el más básico de todos”, afirma comprometida.