Llegada de Ozempic: historias de pacientes que bajaron de peso, el furor que causó y el misterio de sus ventas

Con fama de “droga mágica” para bajar de peso disparó consultas en farmacias, que no se refleja en las ventas. Tal vez incida su precio: unos 11.200 pesos por “lapicera”. Aunque los pacientes bajan de peso, médicos advierten: no es milagroso, es un tratamiento crónico.

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Ozempic en sus dos presentaciones en una farmacia de Carrasco, en Montevideo.
Foto: Ignacio Sánchez.

Se instaló en el imaginario como una droga mágica: una inyección semanal capaz de borrar kilos sin esfuerzo, el medicamento que revolucionó Hollywood, TikTok y la industria farmacéutica mundial. Pero en Uruguay, donde la venta de Ozempic fue autorizada por el Ministerio de Salud Pública (MSP) desde octubre de este año, la realidad es bastante menos espectacular. Está autorizado, sí; pero su uso está regulado y su acceso es limitado. En las farmacias aseguran que las consultas superan por lejos a las ventas: muchos preguntan, pocos compran. El precio explica buena parte del freno. Incluso con descuentos, cada “lapicera”, que debe ser almacenada con refrigeración, ronda los 11.200 pesos y rinde apenas un mes y medio de tratamiento.

Aun así, los resultados sorprenden, siempre en casos de obesidad, no de sobrepeso donde no está indicado. Daiana, de 34 años, lleva un año y medio con el tratamiento: bajó 23 kilos y perdió varios talles de pantalón, del 46 pasó al 36. “Estoy usando ropa que hace tiempo ni siquiera me animaba a probarme”, cuenta.

Vanessa comenzó con 119 kilos. Un año y medio después, y pese a varios meses sin acceder a la medicación, pesa 91 kilos. En las fotos del antes y después cuesta reconocerla: el cambio es evidente.

También hay historias de pacientes que no toleraron el medicamento, porque entre los efectos secundarios están los vómitos y las náuseas, además de sensación de cansancio. Y hay otras personas a las que la medicación no les hizo efecto, es decir, no hubo baja de peso.

A estos últimos pacientes se refiere la endocrinóloga y especialista en obesidad Mariana Elhordoy, que trabaja a diario con pacientes que usan la medicación, es más: ella misma la ha empezado a recetar. “Es una herramienta poderosa, pero si no hay alimentación adecuada, buen descanso y ejercicio, los beneficios no se sostienen. No es mágica. Es un fármaco que hay que usar bien”, afirma la doctora.

Ozempic
"Lapicera" de Ozempic lista para ser inyectada.
Foto: Nicolás Pereyra

Los médicos consultados reconocen que la están empezando a indicar, sobre todo para pacientes con diabetes tipo 2 -la única indicación aprobada por el MSP- y en menor medida para quienes presentan obesidad o sobrepeso con riesgos asociados, siempre bajo criterio profesional.

No importa la especialidad, cualquier médico lo puede indicar. Pero para Elhordoy hay que generar más información y formación entre los profesionales. Dice que es aún un medicamento nuevo, que puede ser útil en muchas patologías.

Para la endocrinóloga, el problema no pasa por quién prescribe sino por cuánto sabe. “Va más allá de la especialidad: tiene que ver con la capacitación”, afirma. Cuenta que instituciones del interior del país la están llamando para capacitar a médicos ante el aumento de consultas. Cardiólogos y nefrólogos lo están utilizando, explica, “pero tienen que saber manejar indicación, contraindicaciones y seguimiento”.

Elhordoy plantea que hay pacientes que solo toleran la semaglutida -el medicamento antidiabético cuyo nombre comercial es Ozempic- durante el invierno. También señala que, en algunos casos, puede utilizarse en personas con trastornos de ansiedad asociados a atracones u otros trastornos de alimentación, en conjunto con medicación psiquiátrica. Pero subraya que esto requiere profesionales realmente informados y un trabajo en conjunto de más de una especialidad. “En embarazo y lactancia está contraindicado”, dice la endocrinóloga, sin embargo hace unas semanas recibió el caso de una mujer en plena lactancia a la que, aún así, le indicaron semaglutida. El bebé desarrolló una reacción alérgica severa. “Lo mandé a Panamá para estudiar. Por eso insisto: no importa la especialidad, importa el conocimiento del fármaco”, dice la endocrinóloga.

El MSP advierte que, si bien Ozempic puede producir pérdida de peso, esa no es su indicación principal. La cartera recuerda que se han reportado efectos adversos graves. Aunque han sido poco frecuentes, exhorta a los equipos médicos a prescribir y monitorear el tratamiento de forma responsable, ajustándose a la indicación aprobada y controlando la eficacia y la seguridad en cada paciente. También insta a la población a no utilizar este medicamento sin indicación médica.

En la misma línea se posicionaron la Sociedad de Diabetología y Nutrición del Uruguay y la Sociedad Uruguaya de Endocrinología y Metabolismo. En un comunicado, pidieron a autoridades de la Salud, prestadores de salud y farmacias controlar que el fármaco sea utilizado exclusivamente en pacientes que lo necesiten, y se desaliente su uso con fines estéticos.

Expectativa sin ventas: un furor que llena de consultas a las farmacias

Una farmacia del barrio Reus que anuncia en un pizarrón de tiza “llegó Ozempic” tuvo, hasta ahora, un único cliente. “Ya le vendimos la segunda lapicera”, cuenta el farmacéutico. “El señor vino con receta de su mutualista y coordinamos para traerlo al otro día”.

 Ozempic (semaglutida)
Vista completa de la "lapicera" de Ozempic (semaglutida).

La demanda es tan poca que, en las farmacias chicas, el medicamento no se mantiene en stock. En cambio, las cadenas grandes y las ubicadas cerca de mutualistas sí lo tienen disponible, según pudo constatar El País.

Agostina Clemata, directiva del Centro de Farmacias del Uruguay y propietaria de Farmacia Rubira, recuerda que la expectativa por la llegada de Ozempic no empezó este año: “Hace por lo menos un año ya aparecían consultas. Había mucha curiosidad, sobre todo porque en otros países ya se estaba usando”. Cuando finalmente se anunció que llegaría a Uruguay, el interés explotó. “Ahí sí fue un aluvión de consultas”, dice. Pero el volumen no se tradujo en ventas: “Preguntaban por curiosidad y por el precio. No hubo relación entre las consultas y las ventas efectivas”. Todavía no la hay.

Las farmacias sí captaron a un público que ya compraba el producto en el exterior: muchos lo traían de Buenos Aires o lo conseguían en el Chuy. “Fue una sorpresa: muchísima gente ya hacía el tratamiento. No esperábamos un porcentaje tan alto”, explica Clemata.

A pesar del interés, Clemata asegura que no se registraron intentos de compra sin receta.

“No hemos tenido casos de gente insistiendo en comprar sin indicación médica. Creo que hay una conciencia bastante clara de que es un medicamento serio, que requiere control y seguimiento”, afirma. También destaca que la propia comunidad médica ha insistido públicamente en la importancia del uso responsable.

Medicamentos en farmacia
Medicamento en una farmacia.
Foto: AFP

Otro factor que disuade compras impulsivas es el entendimiento de que no se trata de un producto de uso puntual. “Cuando la gente investiga un poco y entiende que es un tratamiento de muy largo plazo, no algo de un mes, eso también influye”, explica Clemata. Dos farmacéuticos ubicados en el Centro de Montevideo confirman lo mismo: el producto “se vende poco”. “Pido una seña de la mitad del precio, porque una vez que lo tengo no puedo devolverlo al laboratorio”, explica uno de ellos.

Recurso de amparo: Ozempic por orden judicial

Vanessa Feltrim tiene 42 años y carga con dos batallas simultáneas: la obesidad y la insuficiencia renal crónica. En 2018 le detectaron la enfermedad y desde entonces depende de la diálisis. Necesita un trasplante de riñón para sobrevivir, pero su peso la dejó fuera de la lista de espera. Ese límite la empujó a un camino inesperado: se convirtió en la primera paciente uruguaya en lograr que el Estado esté obligado por orden judicial a suministrarle Ozempic, un medicamento que el MSP no tenía autorizado para la venta en el momento de la resolución y cuyo uso, en su caso, es la única ventana para alcanzar un peso que le permita el procedimiento.

Vanessa Feltrim tiene 42 años y carga con dos batallas simultáneas: la obesidad y la insuficiencia renal crónica.
Vanessa Feltrim tiene 42 años y carga con dos batallas simultáneas: la obesidad y la insuficiencia renal crónica.
Foto: cedida a El País.

En julio del año pasado empezó a inyectarse la medicación. Desde entonces perdió 27,600 kilos. “Arranqué con 119 y hoy cerré en 91,400”, cuenta. Su objetivo era bajar lo suficiente para que el Fondo Nacional de Recursos la evaluara. Y lo logró: la semana pasada la llamaron y recibió en su casa la visita del equipo técnico. “Fue lo mejor que me pasó. Estoy pisando el objetivo que necesitaba para entrar en la lista”, dice.

Pero el camino estuvo lejos de ser lineal. Vanessa pasó por dos períodos extendidos sin acceso al fármaco. Primero un mes; después, casi dos. “Hubo problemas con el Fondo, con el laboratorio, era todo burocracia”, resume. Para ella, que toma Ozempic por orden judicial, ese corte abrupto no fue solo angustia: fue visible en el cuerpo. “Sentí que estaba jugando con el cuerpo. De repente me lo sacaron y la ansiedad me traicionó”.

La señal de alarma llegó un lunes, cuando entró a la sala de diálisis y la balanza marcó una suba inesperada. Para una paciente renal, el peso entre sesiones, sobre todo en el lapso largo del fin de semana, es clave: demasiada retención de líquido puede derivar en un edema pulmonar. “Yo no estaba comiendo más. Era ansiedad. Y tomaba demasiada agua”, explica. Ese pico hizo intervenir de urgencia al equipo de nutrición.

Cuando volvió a recibir la medicación, su cuerpo necesitó adaptarse otra vez. Y no fue fácil. “Al principio viví vomitando”, relata. Tuvo que incorporar Ondansetrón, casi a diario para frenar las náuseas. También aprendió sus límites: nada de salsas procesadas, ninguna fritura. “Las frutas y las ensaladas las llevo bien, pero hay salsas en una pizza, por ejemplo, que me hacen vomitar apenas las pruebo”, describe.

Vanessa Feltrim tiene 42 años y carga con dos batallas simultáneas: la obesidad y la insuficiencia renal crónica.
Vanessa Feltrim cuando comenzó el tratamiento.
Foto: Cedida a El País.

Pese a todo, insiste en que el sacrificio valió la pena. Hoy está en la dosis máxima -1 mg- y su cuerpo ya tolera mejor los efectos. Además, la baja de peso le permitió recuperar algo que creía perdido: la movilidad. Desde hace dos meses comenzó hidrogimnasia tres veces por semana. “Ni yo me lo creo. Antes barría mi casa y quedaba sin aire; ahora puedo ir en ómnibus. Me siento más ágil”, dice, sorprendida de sí misma.

Vanessa sabe que el próximo paso es entrar en la lista de trasplantes. Cree que tal vez pronto le bajen la dosis, pero no se imagina un corte abrupto. “Ellos saben que el rebote existe. Ya lo viví”, advierte. Su meta es llegar a unos 86 kilos, el número que le mencionaron como condición para acceder a la donación.

Mientras espera la confirmación del Fondo Nacional de Recursos -que debería llegar en los próximos días- sigue cuidándose con una disciplina férrea. “Siempre fui obesa y nunca le di importancia. Cuando me dijeron que por mi peso no entraba en la lista, ahí abandoné todo”, confiesa. Hasta que apareció esta oportunidad: una medicación que le permitió transformar su cuerpo y, con él, su futuro. “Para eso peleé el amparo. Para tener la medicación todos los meses. Mi vida depende de eso”.

Explicación

Cómo actúa realmente Ozempic en el cuerpo

Cuando decimos Ozempic, por su nombre comercial, hablamos de una hormona que ingresa al torrente sanguíneo y trabaja en muchos órganos a la vez. Lo más visible: reduce la velocidad en que los alimentos salen del estómago.

También ayuda a reducir la cantidad de azúcar liberada por el hígado y, cuando el nivel de azúcar en la sangre es alto, aumenta la cantidad de insulina liberada por el páncreas. Actúa además a nivel intestinal. La diabetóloga Tamara Rodríguez, de la Sociedad de Diabetología y Nutrición del Uruguay, explica el primer efecto que causa el medicamento: “Retrasa el vaciamiento gástrico, lo enlentece. La comida está más tiempo en el estómago, dando la sensación de plenitud”.

Trastorno de alimentación: Del Chuy al consultorio

Daiana comenzó el tratamiento hace más de un año y medio, cuando en Uruguay el Ozempic aún no estaba autorizado y muchos cruzaban la frontera para conseguirlo. Ella lo trajo del Chuy y también de Argentina, pero siempre bajo el seguimiento de una médica. Las primeras señales fueron sutiles: un pantalón que volvía a entrar, una remera que dejaba de ajustarle, una cintura que empezaba a definirse. Evita la balanza, “no me gusta pesarme”, pero calcula que bajó más de 22 kilos. “Estoy usando ropa que hace tiempo ni intentaba probarme”, cuenta.

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Lapicera de Ozempic.

Los cambios no fueron solo físicos. La semaglutida redujo el apetito, pero Daiana tuvo que reaprender a escuchar a su cuerpo: porciones pequeñas, comer más lento, aceptar que en un restaurante está bien dejar comida en el plato. Las náuseas aparecieron al inicio y cada vez que subía la dosis, por eso cambió el día de la inyección para poder estar en su casa y no en el trabajo. Repite que la medicación fue una herramienta, no la solución completa: después de años de convivir con un trastorno de la conducta alimentaria, necesitaba acompañamiento médico y psicológico. Ahora sigue controles con una endocrinóloga y una nutricionista, no hace una dieta estricta pero sigue indicaciones y se volvió constante con el ejercicio, algo que antes le resultaba imposible.

Tamara Rodríguez, diabetóloga y coordinadora del Comité científico de diabetes tipo 2 y fármacos de la Sociedad de Diabetología y Nutrición del Uruguay, explica lo que ocurre detrás de experiencias como la de Daiana. Señala que la semaglutida imita una hormona intestinal llamada GLP-1 que regula múltiples procesos metabólicos y que, al actuar a la vez sobre el estómago, el páncreas, el hígado y el centro del apetito en el cerebro, enlentece el vaciamiento gástrico, aumenta la secreción de insulina, regula la de glucagón y genera saciedad. Por eso mejora el control glucémico y también produce descenso de peso. Rodríguez subraya que es un tratamiento pensado para el largo plazo y recuerda que las dosis utilizadas para obesidad son más altas que las aprobadas en Uruguay para diabetes tipo 2, equivalentes al fármaco Wegovy, que aún no está disponible en el país.

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Diferentes prestaciones del medicamento.

Sobre la pregunta de si una persona puede dejar de ser obesa, la especialista sostiene que la enfermedad es crónica pero reversible si hay descenso de peso sostenido y mejoría de la composición corporal. Quien sale del rango de obesidad y mantiene hábitos saludables deja de ser obesa, aunque conserva un riesgo mayor de volver al peso anterior si abandona esos cambios. “El rebote depende de cómo sostengamos los cambios luego del tratamiento”, afirma.

Daiana no se estancó aún en la pérdida de peso, algo que sorprendió a sus médicas. Ella lo atribuye a que primero bajó lo que necesitaba para sentirse mejor y recién después pudo construir hábitos nuevos. “Mi problema no era la alimentación. Era la constancia con el ejercicio”, reflexiona.

La piel floja en algunas zonas, estrías que reaparecen y un cuerpo que todavía está aprendiendo a habitar son parte del proceso. También la idea, que todavía disputa consigo misma, de que la obesidad sea una enfermedad crónica. “En mi caso, creo que fue un síntoma de otra cosa”, dice. Aun así, sus médicas estiman que necesitará más tiempo de tratamiento.

Hoy, a un año y medio del primer pinchazo, Daiana está cerca de su “peso ideal”, como dicen sus profesionales. Siente su cuerpo más liviano, más fuerte y más propio. Y aunque no se pese todas las semanas, no necesita hacerlo: su rutina, su ropa y su energía cotidiana son la prueba.

Inédito

Fármaco uruguayo contra la obesidad

Por primera vez en Sudamérica, un fármaco diseñado y desarrollado íntegramente en la región completó con éxito la fase 1 de ensayos clínicos para tratar la obesidad. Se trata de ND1, una molécula creada por un equipo multidisciplinario de la Universidad de la República y el Institut Pasteur de Montevideo, que se prepara para iniciar la fase 2 en 2026.

El Institut Pasteur. Foto: Institut Pasteur
Institut Pasteur de Montevideo.
Foto: Institut Pasteur

El medicamento, una vez aprobado, según explican sus investigadores, sería administrado en forma de pastilla y se tomaría una sola vez por día, lo que representa una ventaja significativa frente a otros tratamientos actuales, mayoritariamente inyectables.

La investigación comenzó mucho antes de la explosión mundial del Ozempic y fármacos similares. “Desde el inicio fuimos un grupo multidisciplinario”, explica el investigador Carlos Escande, doctor en Ciencias Biológicas. “Teníamos una serie de moléculas con un grupo químico común que mostraba efectos antiinflamatorios y sabíamos que podían tener impacto en enfermedades metabólicas crónicas como la obesidad”.

Mientras medicamentos como Ozempic actúan suprimiendo el apetito, ND1 lo hace aumentando el gasto energético en reposo. El fármaco estimula la quema de grasa en el tejido adiposo, incrementando la producción y disipación de calor, sin elevar la temperatura corporal interna. A diferencia de los GLP-1, los voluntarios no reportan saciedad anormal: comen normalmente, pero queman más energía.

“Nuestro cuerpo gasta energía incluso en reposo para mantener la temperatura corporal. Lo que hace el fármaco es fomentar que la grasa se queme para producir calor”, explica Escande.

¿Qué mostró la fase 1 en humanos? “Todos los pacientes respondieron igual: perdieron peso y mejoraron parámetros metabólicos”, resume el investigador. De todos modos, advierte que el número de voluntarios -44 personas- fue pequeño y no permite sacar conclusiones definitivas.

El equipo ya tiene asegurado el desarrollo de la fase 2, que se realizará durante todo 2026. Participarán entre 100 y 120 personas con sobrepeso, en un estudio de al menos tres meses, que posiblemente se extienda a seis.

El objetivo será evaluar la eficacia en un número mucho mayor de pacientes y con varias dosis, midiendo peso, glicemia, triglicéridos, ácidos grasos y otros marcadores metabólicos.

Escande explica que el camino regulatorio comenzó en 2019 y se retrasó por la pandemia, “muchos estudios de toxicología se hacen en otros países y toda la logística se vio afectada”, señala. Ahora se avanza hacia las etapas finales. Si la fase 2 es exitosa, seguirá una fase 3 multicéntrica y multipaís, con miles de pacientes. Recién después podría llegar la aprobación comercial.

Si las próximas etapas confirman su eficacia, ND1 podría convertirse en una pastilla oral de uso diario para tratar la obesidad y sus comorbilidades. No reemplazaría hábitos saludables, aclara Escande, pero podría complementar tratamientos en personas que no responden bien al Ozempic o presentan efectos secundarios.

“Estas enfermedades, en la inmensa mayoría de los casos, son prevenibles”, afirma el científico. Pero, si todo avanza como esperan, Uruguay podría sumar algo inédito: el primer fármaco sudamericano contra la obesidad en llegar al mercado.

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