Todo lo que hay que saber sobre Ozempic (semaglutida), el fármaco que se convirtió en un aliado contra la obesidad

La semaglutida actúa sobre el apetito y el metabolismo, pero su eficacia y seguridad dependen del acompañamiento profesional y de un cambio de hábitos sostenido.

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Ozempic se administra mediante una sola inyección subcutánea semanal.<br/><br/>

El mecanismo de acción de este fármaco genera anorexia (disminución del apetito) por su acción en algunos núcleos del hipotálamo (centro regulador del hambre); en el páncreas (estimula la secreción de insulina) y en el tubo digestivo (genera enlentecimiento del vaciado gástrico). De sus mecanismos de acción se desprenden sus principales indicaciones de uso.

Al aumentar la secreción de insulina, también es útil en el tratamiento de pacientes con diabetes mellitus tipo 2.

La obesidad y la DM tipo 2 son enfermedades que con muchísima frecuencia se asocian, por lo que este fármaco ha demostrado beneficios en el tratamiento de pacientes que comparten ambas patologías.

Cada vez se descubren nuevos beneficios del semaglutide; estudios han demostrado sus beneficios en pacientes con enfermedades cardiovasculares, también se plantean efecto antinflamatorio y neuroprotectores, aunque de estos dos últimos beneficios hay menos evidencia.

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Foto: Unsplash.

Reacciones

Las reacciones adversas más frecuentes son menores: no ponen en peligro la vida a los pacientes. Las principales son gastrointestinales, como náuseas, vómitos, con mucha frecuencia constipación, síntoma que genera mucha molestia en los pacientes, y con menor frecuencia diarrea. Generalmente dependen de la dosis administrada; que ajustándose mejora los síntomas y son tratables con medicamentos como antieméticos o laxantes.

Las reacciones adversas mayores -graves y pueden poner en riesgo la vida- son muy poco frecuentes. Hipoglucemia, pancreatitis, patología de la vesícula biliar, neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica, parálisis intestinal severa, son algunas.

En cuanto a las reacciones adversas, vale aclarar: que un medicamento potencialmente genere una reacción adversa, no significa que a todas las personas que lo consuman las presentarán. Y además: todos los medicamentos generan reacciones adversas y el semaglutida no es la excepción. Las reacciones adversas graves son poco frecuentes y hasta el momento, ninguna motivó la prohibición de su uso.

Todo acto médico, un medicamento o cualquier otra indicación asume un riesgo, hay que definir paciente a paciente, si los beneficios superan los riesgos.

Si tratamos a un paciente de 45 años que pesa 150 kilos, tiene DM tipo 2 y cardiopatía asociada, está claro que los beneficios del control de la glucemia y el descenso de peso supera ampliamente al riesgo de que tenga alguna reacción adversa. Otra situación es un paciente de 45 años sin patología, que con un peso adecuado, por fines estéticos quiere utilizar semaglutida. En este caso, con el uso de semaglutida se estaría asumiendo riesgo sin criterio clínico.

Hasta el momento todas las asociaciones de obesidad aprueban el uso de semaglutida para el tratamiento de la obesidad y DM tipo 2. 

Obesidad
Hombre obeso.
Foto: Freepik.

Contraindicaciones

No hay que confundir contraindicación con reacciones adversas. Este término significa que en ese grupo de pacientes no puede administrarse, la contraindicación formal es el cáncer medular de tiroides y el síndrome neoplásico múltiple. Existen otras situaciones clínicas que pueden poner en duda la indicación del fármaco, pero deben ser evaluadas paciente a paciente.

Una de las principales barreras en la incorporación de este fármaco para el tratamiento de la obesidad es la accesibilidad debido a su elevado costo. En Uruguay está aprobado por el Ministerio de Salud Pública (MSP).

En países vecinos, como Argentina, ya tienen semaglutida de producción nacional, lo que baja significativamente los costos del fármaco cuando lo comparamos con las marcas originales Ozempic y Wegovy. En Argentina el costo del Wegovy y Ozempic es el triple que el Dutide.

El otro problema, es la falta de formación técnica en obesidad, la nutrición y la obesidad. No todos los médicos tienen formación en esta temáica, y esto puede generar que no todos los pacientes sean bien asesorados.

Cada vez hay más colegas que se forman en obesidad, pero aún no es suficiente. Dada la incidencia de esta enfermedad, tratarla es algo que debiera saber cualquier médico. Según las estadísticas, entre el 60% y el 70% de la población mundial tiene problemas de sobrepeso y obesidad.

Son muchas las personas en el mundo que tienen cierto grado de exceso de grasa corporal y desean bajarlo, de ahí el éxito de este medicamento que es costoso, pero que con su venta aumentó el producto interno de algunos países y los intereses económicos también existen.

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Ozempic se administra mediante una sola inyección subcutánea semanal.

Esto es una opinión muy personal, pero la aparición de estos fármacos reactivó el culto a al a delgadez. Años anteriores movimientos como el "body positive" o salud en todas las formas fueron más escuchados y comenzaron a aceptarse formatos de cuerpos saludables, que no seguían los parámetros de delgadez. Creo que estos movimientos fueron aplastados por una jeringa de Ozempic. Muchas estrellas de Hollywood y también rioplatenses se mostraron super delgadas y atribuyeron su delgadez al uso de este fármaco, lo que reactivó la fantasía colectiva de que ahora todos podemos ser muy flacos.

Cambios en el tratamiento

Estas drogas son una gran herramienta farmacológica, y disminuyen la brecha que teníamos entre el tratamiento higiénico dietético y la cirugía bariátrica.

Pero si bien es una muy buena herramienta hay que ser cautos con las expectativas que generamos en los pacientes. La obesidad continúa siendo una enfermedad multifactorial, compleja, progresiva y recurrente. En suma, no hay cura para la obesidad: si la persona no logra cambiar sus hábitos de alimentación y actividad física, puede recuperar el peso perdido como con cualquier otro tratamiento.

Siempre hay que recordar que la acción de la semaglutida en la obesidad principalmente es anorexígeno, sin duda disminuir el hambre es fundamental cuando sometemos a pacientes a restricciones calóricas, pero todo el resto del tratamiento para la obesidad no cambia sustancialmente, hay que seguir trabajando en el estilo de vida y la terapia psicológica que es un aspecto fundamental.

También hay que destacar que quita el hambre hemostática, lo que la población conoce como hambre real, pero no actúa en todas las señales del hambre. Si el paciente es compulsivo, tiene un cerebro hambriento, puede seguir tomando malas elecciones nutricionales, aunque estas sean en pequeña cantidad. Con muchísima frecuencia se requieren combinaciones de fármacos en un paciente.

Muy importante es la dieta que se realice con un análogo del GLP, los estudios que mostraron eficacia con semaglutida fueron realizado en personas que realizaban dietas muy bajas en calorías, por ende, es fundamental consumir alimentos que ofrezcan proteínas y nutrientes. De hecho, muchos pacientes requerirán suplementación.

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Con frecuencia vemos pacientes comiendo con la misma mala calidad que comían antes, pero ahora en menos cantidad, o con un cerebro que le pide dulces y chocolates por otros mecanismos del hambre con un estómago que no pude recibirlos por la acción del fármaco y terminan sufriendo todas las reacciones adversas gastrointestinales.

Lo que la población tiene que entender es que esto es un tratamiento médico, que la forma segura de utilizarlo es con supervisión y que no es la cura mágica para la obesidad. No es más, pero tampoco menos, que una buena herramienta que debe ser administrada dentro de un tratamiento que incluya aspectos, dietéticos, conductuales, psicológicos y farmacológicos.

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