Cuádruple homicidio: la crítica situación del módulo 11 del ex Comcar y cómo influye el “cambio de códigos”

El lugar en el que el lunes asesinaron a cuatro presos es el peor de todo el ex Comcar. Es el módulo que tiene mayor densidad penitenciaria y el hacinamiento llega al 150%, según se expone en el Libro blanco para el sistema penitenciario publicado por el Ministerio del Interior a fines del año pasado. “Habría que pasarlos por arriba con una aplanadora”, había dicho el exministro del Interior, Luis Alberto Heber, en 2021, refiriéndose a los módulos 10, 11, 3 y 4.

Luciano Flores dos Reis, de 23 años, Emanuel Alexander Porciúncula Martínez, de 27 años, Yony Francisco Sosa Caballero, 34 años, y Walter Javier Ocampo Ifraín, 47 años, murieron este lunes cuando otro grupo de reclusos prendió fuego su celda. Los agresores acercaron un trozo de colchón prendido fuego a la celda, que a su vez encendió los colchones que estaban en el interior, lo que aceleró la propagación de las llamas.

Pasó en el módulo 11. Pero el año pasado, a fines de setiembre, seis personas murieron quemadas en un episodio similar en el módulo 4. En ese mismo sector, en diciembre de 2023, otros seis presos resultaron calcinados en un ataque que propiciaron otros reclusos. Antes, en enero de 2021, en una escena casi idéntica, asesinaron a dos presos del módulo 3, también mediante incendio (ver aparte).

En dos años, hubo cuatro episodios. Dentro de la cárcel la violencia escala a mayor velocidad, aseguró Nicolás Martinelli, el ministro del Interior que antecedió a Carlos Negro. Esto genera, dijo en diálogo con El País, que discusiones por problemas de convivencia escalen a conflictos de muchísima gravedad.

Foto: Estefanía Leal.

Para no agravar esta cuestión, insistió en la necesidad de “no mezclar presos” sin conocer sus historias. “Hay que analizar per-files, peligrosidad, bandas a las que pertenecen, rivalidad de cuadros de fútbol, parentescos”, consideró.

Se estima que este nuevo homicidio múltiple fue producto de problemas de convivencia. Para quienes trabajan en la cárcel, no es casualidad que estos hechos se repitan. “Si a un animal lo atas en el fondo de tu casa y le pegas todos los días, ¿vas a pretender que si lo liberas no muerda a nadie?”, comparó Jonatan Perdomo, presidente de la Organización de Funcionarios Civiles Penitenciarios (Ofucipe). “No existe la atención necesaria a los privados de libertad. La violencia genera más violencia”, añadió.

Germán Gutiérrez, presidente del gremio de trabajadores penitenciarios, sostuvo que estos hechos obedecen a que “cambió la cultura carcelaria y Uruguay va involucionando”. En ese sentido, explicó que aunque históricamente hubo homicidios puertas adentro de las cárceles, no eran así. Si un preso tenía un problema con otro, por ejemplo, lo agredía con un corte carcelario o un arma blanca y lo mataba. Ahora, destacó, hay dos diferencias.

En primer lugar, “la violencia ha evolucionado y han optado por este mecanismo de asesinatos en masa”. Esto significa que si el objetivo es matar a una persona, es indistinto si para cumplirlo salen lastimadas otras que están al lado. En segundo lugar, se ha generado una cultura alrededor del concepto de la “celda”. Si un preso tiene un problema, lo tienen quienes conviven con él.

“Ya no tienen miedo a la pena. Es gente que ha naturalizado tanto la cárcel, que el hecho de que ellos maten y sean condenados a 10, 20 años y estén toda la vida en la cárcel, para ellos no les implica una diferencia. No sienten el castigo, porque para ellos su vida es la cárcel, es lo normal. Lo extraño es la libertad”, aseguró el funcionario.

Foto: Estefanía Leal.

El módulo 11 es un módulo “de castigo”. Allí van, en su mayoría, presos que tuvieron problemas en otros lugares. Según un documento del Instituto Nacional de Rehabilitación al que accedió El País, en setiembre de 2024 alojaba a 852 reclusos, cuando el aforo máximo es 498.

Pese a que las celdas están diseñadas para ser habitadas por cuatro personas, en la mayoría de ellas hay ocho o nueve, según otro informe presentado a la Justicia el 16 de diciembre de 2024.

El acceso a agua corriente se da por un artefacto que “no se considera material apto para estar expuesto a la radiación solar”. No cuentan con duchas propiamente dichas ni con suministro de agua caliente. Las celdas no fueron pensadas para que los presos se bañen allí, por lo que, los desagües no soportan esa cantidad de agua.

Para higienizarse, juntan agua y la calientan “de manera precaria”. Cuando llega el verano, tapan los orificios a nivel del suelo -desagües- para refrescarse, formando una especie de piscina.

La electricidad no llega, como estaba previsto en su inicio, a través de un tendido eléctrico. Se proporciona “al interior de cada celda un cable donde conectan de manera precaria un pico de luz y fabrican tomas corriente para calefaccionarse, calentar agua y cocinar. Los tableros se encuentran intervenidos careciendo de una instalación adecuada que prevenga de riesgo eléctrico”.

El saneamiento también está comprometido. El sistema que operaba dejó de funcionar luego de que los presos vandalizaran una parte y quedara inutilizado. A partir de allí, los desechos “son vertidos sobre las veredas perimetrales de la edificación, escurriendo y filtrando en el terreno circundante, contaminando todo su entorno”.

En ese módulo -se desprende del informe- los presos se cocinan con los implementos y alimentos que les traen sus familias. En ese “estrecho espacio, conviven, cocinan, hacen sus necesidades fisiológicas” y a eso se suma “un deterioro importante de los revoques impermeables, lo cual hace imposible mantener en condiciones higiénicas las habita- ciones”.

Foto: Francisco Flores

El 12 de enero de 2021, en una escena prácticamente idéntica a la de este lunes, un incendio intencional se cobró la vida de dos reclusos. Un grupo de presos se había presentado en la celda de las víctimas y a través de un “sapo” -agujero por el que se les entrega la comida- los rociaron con nafta y pasaron lanzas con puntas de polifón incendiadas. Tres reclusos lograron salvarse. Los cinco agresores deberán cumplir con la pena de 28 años de cárcel.

Casi dos años después, el 28 de diciembre de 2023 cuatro presos atacaron a los integrantes de la celda 49 del Módulo 4. Seis reclusos murieron y dos resultaron heridos.

Por una abertura, pasaron una lanza con polifón en la punta prendido fuego y luego tiraron una especie de “bombita” para propagar el fuego. La reconstrucción fiscal apunta a que el motivo fue un problema relacionado a un celular y una solicitud de amistad que uno de los fallecidos le envió a la novia de uno de los agresores.

El 24 de setiembre pasado un episodio similar sucedió en el mismo módulo y también generó el saldo de seis muertos. Uno de los siete hombres que resultaron imputados por el hecho tuvo una discusión con una de las víctimas, que corrió a refugiarse en su celda y se trancó adentro con sus compañeros. Junto a otras personas, el agresor comenzó a rociarlos con nafta a través del “sapo” y de un boquete que tenían en la pared. Luego, con lanzas prendidas fuego, encendieron la celda. La pelea era por las comisiones de los trabajos que hacen dentro de la cárcel.

Foto: Leonardo Mainé.