Redacción El País
La hipertensión arterial continúa posicionándose como uno de los principales riesgos para la salud en el mundo. De acuerdo con el segundo Informe mundial sobre hipertensión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay cerca de 1.400 millones de personas con esta condición, pero solo una de cada cinco logra mantenerla bajo control, ya sea con medicación o mediante cambios en el estilo de vida.
El panorama es alarmante: cada hora más de 1.000 personas pierden la vida por infartos o accidentes cerebrovasculares asociados a la presión arterial elevada. En total, la falta de control sobre esta enfermedad provoca más de 10 millones de muertes cada año.
El documento, presentado durante la 80ª Asamblea General de la ONU, advierte que la cifra de afectados se ha duplicado desde 1990 y que, de no actuar con urgencia, podría superar los 1.500 millones en 2030. La hipertensión está detrás del 53% de los fallecimientos cardiovasculares, incluyendo la mayoría de los infartos y casi un tercio de las muertes por enfermedad renal.
El impacto económico tampoco es menor: entre 2011 y 2025, las enfermedades cardiovasculares, incluida la hipertensión, representarán pérdidas superiores a los 3.000 millones de euros en países de ingresos bajos y medios, cerca del 2% de su PIB combinado.
Aunque los fármacos antihipertensivos están catalogados como una de las intervenciones más costo-efectivas, solo 7 de 25 países de bajos ingresos reportan su disponibilidad general en farmacias o centros de salud, frente al 93% en los países más ricos.
La OMS insiste en que millones de muertes prematuras podrían evitarse con voluntad política, inversiones sostenidas y la integración del control de la hipertensión en los sistemas de salud. Apostar por prevención, diagnóstico temprano y acceso a tratamientos efectivos no solo salvaría vidas, sino que también reduciría considerablemente los costos sanitarios.
En base a El Tiempo/GDA
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