Redacción El País
El orzuelo es una afección frecuente que la mayoría de las personas padece al menos una vez en la vida. Se trata de una infección aguda que aparece como una protuberancia roja y dolorosa. Aunque no suele ser grave, requiere atención para evitar complicaciones y aliviar molestias.
Ocurre en la glándula sebácea ubicada en el borde del párpado. A pesar de su origen bacteriano, no se considera contagiosa, siempre que se mantengan medidas de higiene adecuadas. Para reducir el dolor y evitar que la inflamación aumente, los especialistas recomiendan:
- Mantener una higiene estricta de párpados y pestañas.
- No tocar los ojos con las manos sucias.
- Evitar compartir objetos de uso personal, como toallas o maquillaje.
El tratamiento puede incluir antibióticos y antiinflamatorios, siempre bajo indicación médica. También resulta útil aplicar calor seco sobre el párpado durante cinco minutos, dos veces al día, y acompañarlo con un suave masaje. Esta práctica ayuda a drenar la glándula y disminuye la molestia.
Aunque el orzuelo no compromete la salud ocular de forma seria, en ocasiones afecta la visión de manera temporal. Cuando alcanza un tamaño considerable, puede presionar la córnea y provocar un astigmatismo pasajero. La vista se recupera por completo una vez que el problema se resuelve.
La mejor forma de prevenir los orzuelos es mantener una buena higiene: lavarse el rostro con agua tibia, usar toallitas específicas para los párpados y evitar frotarse los ojos con las manos sucias.
Si el orzuelo persiste más de lo esperado o el dolor no mejora con el tratamiento, resulta necesario acudir a un oftalmólogo para descartar complicaciones. En la mayoría de los casos, se trata de un problema pasajero, pero la higiene y el diagnóstico precoz aseguran una recuperación rápida y protegen la salud ocular a largo plazo.
En base a El Tiempo/GDA