
Claudio Fantini
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Nicolás Maduro sacó de la manga la carta del Esequibo para que los venezolanos cierren filas y lo apoyen en una gesta expansionista.
En 1854, el presidente norteamericano Franklin Pierce ofreció una suma considerable de dinero para comprar una porción de territorio a los pieles rojas. El cacique Seattle rechazó la suculenta oferta en un mensaje que, en 1972, fue declarada la Primera Carta Ecológica de la historia por un Congreso Mundial que deliberó en Estocolmo.
Si en lugar de un montaje propagandístico de Hamas, hubiera habido la recepción de excarcelados que la moral y el sentido común imponen, no se habrían visto festejos ni agradecimientos a los terroristas.
Si la visita de Milei a la tumba de Lubavitch no es una pose snob, estaría demostrando que “cada momento es un nuevo comienzo”.
En el estado de Derecho a la política exterior no la definen las filias y fobias de los mandatarios, sino el cuidado de los intereses del país.
Haría muy bien Milei si entendiera cabalmente que le debe su triunfo al calamitoso gobierno de Alberto y Cristina, y que de hecho maneja Sergio Massa.
Sánchez ha ido demasiado lejos con su pacto con los secesionistas catalanes para continuar donde está: la cumbre del poder.
Nunca un balotaje ha sido sentido por un porcentaje tan alto de argentinos como una pesadilla electoral. Una disyuntiva deplorable en la que el voto en blanco se presenta como opción válida.
El “voto queja” -los que votan en blanco-, será el que señale lo desolador que resulta votar a Javier Milei o Sergio Massa.
La historia muestra que la ofensiva total, aunque necesaria para extirpar a Hamás de Gaza, no es la única respuesta posible.