Trump, el ángel protector de los conservadores

Todos parecen invocar a Trump para vencer a sus enemigos. María Corina Machado espera que la flota norteamericana en el Caribe pase pronto de bombardear lanchas presuntamente narcotraficantes, a bombardear el Palacio de Miraflores para abatir al dictador que robó la elección del 2024. Mientras que Bosonaro y sus hijos se ilusionan con que Trump mande sus buques de guerra a Río de Janeiro y termine volteando al gobierno de Lula.

“Que envidia”, escribió Flavio Bolsonaro sobre los hundimientos ilegales de lanchas. A renglón seguido, con tono irónico, el hijo del ex presidente ultraconservador sugirió a Washington que envíe sus buques de guerra a la Bahía de Guanabara a “combatir estas organizaciones terroristas” donde embarcan sus drogas.

Cómo obviamente la guerra de Trump contra el narcotráfico en el Caribe tiene como objetivo principal al dictador Nicolás Maduro, la invitación de Flavio Bolsonaro a la flota norteamericana a combatir al narcoterrismo en Brasil está apuntada al delirante objetivo de convertir a Lula en blanco de esos buques.

El gobernador bolsonarista de Río de Janeiro, Claudio Castro, organizó esta “madre de todas las batallas” en soledad y acusó al gobierno federal de no haber querido ayudarlo. Brasilia lo desmiente, afirmando que nunca pidió asistencia federal ni la puso al tanto de la operación que planeaba contra el Comando Vermelho (rojo).

Esa organización nacida en las cárceles cariocas en los años 70, cuando al régimen militar lo presidía el general Geiser, se conformó a partir de las redes de cooperación mutua que establecieron los presos políticos y los miembros capturados de COLINA (Comando de Liberación Nacional) una guerrilla de izquierda. En 1979 ya era una organización política llamada Falange Vermelha y sus primeros excarcelados convirtieron esa proto-guerrilla en una mafia del narcotráfico.

A diferencia del súper-poderoso Primeiro Comando do Capital (PCC), nacido en los años 80 entre los presos comunes de las cárceles paulistas, el origen izquierdista que dejó la palabra “rojo” en el nombre a la mafia de Río de Janeiro, puede resultar políticamente más útil al gobernador bolsonarista Claudio Castro para nacionalizar su enfrentamiento con el gobierno de Lula. Y el sueño indecente de los Bolsonaros es que Trump los ayude contra Lula con la misma decisión con que ayudó a Milei contra sus adversarios.

El factor determinante del resultado en las urnas fue Trump. El único acierto de Milei fue correr a pedirle salvavidas en sus últimos naufragios. Y el jefe de la Casa Blanca, con los ojos puestos en el tablero geopolítico en el que disputa la influencia con China, entendió la oportunidad que le daba esa sucesión de naufragios de Javier Milei para comer la ficha china en el casillero argentino. Entonces se involucró de lleno en el proceso electoral, porque si bien Milei le dará todo lo que él le pida, si en el Congreso crecía la bancada opositora, le resultaría más difícil sacar a China de la Argentina.

Primero apagó el incendio financiero con una torrencial lluvia de dólares. De haberse producido el colapso financiero que estaba a punto de ocurrir, Milei hubiera perdido la elección legislativa. Lo sentenciaba la deriva económica y los escándalos de corrupción que llevan meses destartalándolo.

Los goles que sobre la hora dieron vuelta el resultado, fueron convertidos por Trump. El mundo entero lo escuchó decir dos frases de precisión quirúrgica para conjurar una derrota de Milei: “Argentina se está muriendo” y “si pierde el gobierno nosotros nos retiramos”. O sea, “argentinos olvídense de nuestros dólares”.

Empresario al fin, presidente norteamericano entiende la angustia del mar de gente que avanzaba hacia un “lunes negro”. El 26 de octubre sería un abismo para miles y miles de negocios chicos, medianos y grandes si el gobierno quedaba en coma político. El vértigo y la incertidumbre que provocan en los comerciantes pequeños, medianos y grandes, así como en los empresarios pequeños y medianos, que los precios desaparezcan en un tembladeral financiero, harían que el voto conjure el temido lunes negro. Y así ocurrió, por obra y gracia del magnate neoyorquino.

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