El candidato a James Bond que hace retiros budistas estrenó en Netflix la serie del creador de "Peaky Blinders"

Desde el comienzo de su carrera, James Norton era consciente del poder y de las trampas de ser un actor británico de cabello ondulado y acento elegante. “Había un mundo en el que iba a quedarme atrapado en una especie de drama de época, una cosa bien inglesa”, dijo recientemente el actor, de 40 años.

Al fin y al cabo, Norton tiene un rostro -limpiamente rudo, con dientes de forma y tono naturales- que es más Merchant-Ivory que Instagram y que sigue siendo una de las exportaciones en pantalla más confiables de Gran Bretaña.

Pero Norton, que se formó en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres tras graduarse en la Universidad de Cambridge, quiere evitar ser encasillado. “Quizá sea simplemente un furioso apetito por el estrés y el caos”, dijo, riendo. “Pero siempre he querido seguir desafiándome a mí mismo”.

Así que, aunque su papel más reciente es un drama de época -House of Guinness, un alocado nuevo programa del creador de Peaky Blinders, Steven Knight, sobre el ascenso de la familia cervecera irlandesa-, también le exigió perfeccionar un convincente acento dublinés de la década de 1860.

Desde el principio, se aseguró de que su agente conociera este apetito por el desafío y, tras trabajar en teatro y en papeles menores en televisión, Norton fue elegido como el villano del drama criminal de la BBC Happy Valley, que se estrenó en Gran Bretaña en 2014. Interpretó a Tommy Lee Royce, un hombre asesino, empobrecido y perturbado, en una batalla constante con una oficial de policía.

“Tommy está lo más alejado posible de James”, dijo Sally Wainwright, creadora del programa. Y, sin embargo, en las decenas de audiciones que vio para el papel, Norton fue el único actor que interpretó instintivamente al personaje como bastante tímido, con la vulnerabilidad de alguien que había sobrevivido a una infancia difícil, dijo.

Norton aportó algo al personaje que Wainwright no había imaginado cuando escribió a Tommy: ella, eso es la marca de un gran actor, dijo.

Para House of Guinness, que llegó ayer a Netflix, aprendió mucho sobre los trastornos sociales, religiosos y políticos de la Irlanda del siglo XIX, pero también pudo “ponerse un sombrero de copa genial y un largo abrigo negro, y fumar un cigarrillo armado, y sentirse un tipo duro”, dijo.

Norton interpreta a Sean Rafferty, el capataz de la fábrica Guinness y el hombre que hace el trabajo sucio que permite a sus empleadores ascender en la sociedad dublinesa y codearse con la aristocracia. Knight quería un actor con la autoridad de un gerente que también pudiera transmitir complejidad emocional cuando Rafferty se involucra románticamente con un miembro de la familia Guinness.

Norton, cuyas interpretaciones se definen por el carisma y un amplio rango emocional, fue la primera opción del showrunner y firmó mientras Knight aún escribía el guion, dijo. “Cuando tienes a un actor tan bueno, puedes relajarte un poco”, añadió Knight, “porque no tienes que trabajar demasiado para hacer llegar un punto”.

Su estatus como uno de los mejores y más apuestos actores británicos significa que, durante más de una década, el nombre de Norton ha surgido como posible próximo James Bond. Cuando en una entrevista reciente en un hotel de Londres la conversación pasó a los rumores sobre el papel, Norton se movió en su asiento.

“Es pura especulación y diversión, raro, divertido, sin sentido”, dijo, riendo, “pero no significa nada”.

Poco después de que se anunciara a Denis Villeneuve como director de la primera película de la franquicia producida por Amazon, Variety informó, citando a “informantes” anónimos, que el estudio quería contratar a un actor menor de 30 años. “Probablemente ya soy demasiado viejo”, dijo Norton, con lo que sonó un poco a alivio; tiene 40.

Mientras los rumores de Bond siguen girando, Norton ha continuado trabajando duro, a menudo en proyectos superpuestos. “Si tengo demasiado tiempo y espacio, empiezo a volverme inactivo”, dijo. “Cuantos más platos girando, mejor”.

Desde 2019, un plato mayor ha sido una productora que ayudó a fundar, Rabbit Track Pictures, para poder desarrollar nuevos proyectos desde el inicio. Ha producido varias películas y series bien recibidas a través de la compañía, todos ellos (hasta ahora) protagonizados por él mismo, incluyendo el tenso drama sobre la paternidad Playing Nice y King and Conqueror, una épica histórica de la BBC sobre la Batalla de Hastings.

Asumió, además el protagonista la producción londinense de A Little Life del aclamado director belga Ivo van Hove. Basada en la novela de 2015 de Hanya Yanagihara, la obra se centra en Jude, un abogado de Nueva York con un pasado horrible y un presente atormentado.

Jude está en el escenario casi las cuatro horas de la obra, a veces desnudo y a veces cortándose con una navaja. Como Norton tiene diabetes tipo 1, tuvo que esconder inyecciones de glucosa por el set para aplicarse subrepticiamente mientras estaba en escena. Había hasta ocho funciones por semana. “Probablemente sea lo más difícil que haré en mi vida”, dijo Norton.

Desde A Little Life, Norton ha estado yendo a un retiro de meditación budista en el sur de Francia y ha “empezado a pasar más tiempo pensando en cómo vivir la vida”, dijo. Durante lo que llamó una infancia “bucólica” en el campo de Yorkshire, al norte de Inglaterra, asistió a una escuela secundaria católica, y luego estudió teología en la universidad cuando su “relación con la fe se convirtió en un interés más académico”.

Ahora, “la terapia y mi retiro budista básicamente me han permitido relajarme”, dijo Norton, agregando que le ayudaron a manejar la duda de sí mismo que a veces se interpone en la actuación. También ha estado dejando atrás la idea de que actuar es un “oficio” con un “correcto e incorrecto”. En cambio, dijo, se ha dado cuenta de que “la brillantez está en el desorden y el error”.

¿Y su próximo desafío? Norton se reunió para la entrevista este verano durante una pausa del rodaje de la tercera temporada de House of the Dragon, en la que interpreta a Ormund Hightower. También había estado pensando en dirigir, dijo, lo que “por alguna razón se siente como la máxima expresión”.

“Me asusta mucho”, dijo Norton sobre la silla de director, “y justamente por eso debo hacerlo”.

(Eleanor Stanford, The New York Times)