Netflix estrenó la película de un uruguayo que inauguró San Sebastián y es una comedia sobre familia y vejez

Vaya año para Daniel Hendler: series exitosas como actor (la segunda temporada de División Palermo en Netflix; Los Mufas en Disney + y El fin del amor, la de Lali Espósito en Prime Video) y dos películas como director en dos de los principales festivales de cine del mundo: Un cabo suelto se trajo una mención especial en el de Venecia y 27 noches, que ayer estrenó Netflix, fue la película inaugural de la competencia oficial de San Sebastián, donde también se exhibió Un cabo suelto.

27 noches es la tercera película de Hendler como director después de Norberto apenas tarde y El candidato. También ha dirigido una serie para el canal de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (La División) y otra que acá se vio en Canal 5 y TV Ciudad, Guía 19172 sobre la legalización de la marihuana.

Actualmente está dirigiendo junto a Daniel Burman (para quien trabajó en Esperando el Mesías, la película con la que se hizo notar en el mercado argentino) la serie El resto bien con Benjamín Vicuña.

27 noches es su proyecto más ambicioso hasta ahora, estreno en Netflix y porte incluido. Es una ficción inspirada en hechos reales (aunque “cualquier semejanza con personas reales, vivas o fallecidas, es pura coincidencia”, se aclara) a partir del libro de no ficción homónimo de Natalia Zito.

Allí se cuenta la historia de la artista plástica y escritora Natalia Kohen, quien, de acuerdo a informaciones de prensa, en 2005 fue internada en contra de su voluntad un neuropsiquiátrico por la fuerza por sus hijos, “con un diagnóstico flojo de papeles del neurocirujano Facundo Manes”, según una nota de página 12.

Acá cambian los nombres pero la situación es la misma. “Martha Hoffman, una excéntrica y adinerada mecenas de 83 años, es internada en una clínica psiquiátrica a pedido de sus hijas, quienes aseguran que sufre de demencia”, dice la sinopsis oficial de 27 noches. Están espantadas por lo que ellas consideran que es un despilfarro de dinero y malas juntas.

Ahí aparece “el perito judicial Casares investiga si Martha realmente está enferma o si simplemente ha elegido vivir sus últimos años con absoluta libertad, mientras se cuestiona si la internación es un acto de protección o un intento de controlar su fortuna”, se adelanta desde la producción.

Los personajes están intepretados por <b class="rte2-style-bold">Marilú Marini</b>, una institución de la actuación argentina, y el propio Hendler, quien vuelve a interpretar con su habitual suficiencia una variación de su personaje clásico.

Ella es un espíritu libre decidida a pasar su vejez como se lo ocurra y el un “imparcial, apolítico y asexuado” perito que vive con su padre y es demasiado obediente para ser arriesgado.

La película transcurre en dos líneas temporales que se intercalan: las 27 noches que Martha está internada y la disputa en tribunales. El caso de Kohen terminó impulsando una Ley de Salud Mental aprobado en 2010, tal como avisan los carteles finales de 27 noches.

Al estilo de Amigos intocables, aquella francesa sobre la improbable amistad entre un muchacho pobre y negro y un señor blanca acaudalado y parapléjico, todo gira alrededor del vínculo de Martha y Casares, tan distintos y tan iguales.

En el reparto están Carla Peterson, Julieta Zylberberg, Paula Grinszpan, Humberto Tortonese y el uruguayo Roberto Suárez. Dani Umpi tiene un papel secundario y algunos personajes y situaciones refieren a Uruguay: hay una universidad que se llama Milton Winants, por ejemplo.

Es una comedia para sentirse bien, y que se permite reflexionar sobre la vejez, los prejuicios, la vida bohemia y la familia. En San Sebastián Hendler se refirió a Martha como “ante todo una rockera, que quiere bailar hasta el último día con sus amigos”.

“Esta mujer quiere seguir investigando hasta sus últimos días en su deseo y su placer”, le dijo el director a La Nación. “Esos bordes que plantea la salud mental, quién queda de un lado y quién del otro, hacen aparecer nuestra subjetividad y la necesidad de controlar y excluir a quienes padecen algún tema de salud mental; pero, a la vez, no quería que ninguno de esos temas arrasara con la película”.