Un policía argentino huye, no se sabe muy bien de qué, y cruza la frontera con Uruguay para "buscar una madriguera donde esconderse", como explica el actor y director uruguayo, Daniel Hendler, sobre su película Un cabo suelto, presentada este miércoles fuera de competición en Venecia.
Los espectadores se tienen "que dejar llevar" porque se van a encontrar con una historia "que no responde a fórmulas si no a una búsqueda" y que además es algo que "la Inteligencia Artificial no sabría hacer", asegura Hendler en una entrevista con EFE antes de la primera proyección de Un cabo suelto en uno de los eventos más prestigiosos del cine del mundo.
"Conmover y conmovernos". Eso es lo que buscó el director, coprotagonista de División Palermo de Netflix, con esta historia protagonizada por Sergio Prina como el agente argentino que en su huida se va encontrando toda una galería de personajes surrealistas, al más puro estilo Kaurismaki.
Hendler considera halagador que comparen sus películas —este es su tercer largometraje como director— con el del maestro finlandés y asegura no tener conciencia de ello más allá de la admiración que siente por su cine y por las semejanzas que existen, en su opinión, entre los uruguayos y los finlandeses. "Obviamente las condiciones geográficas y climáticas son muy distintas, pero en cualquier caso hay algo de cierta melancolía que creo que se traduce a veces en imágenes cinematográficas que pueden tener alguna familiaridad", explica.
Junto a Prina, en la película trabaja un excelente elenco de intérpretes como Diego de Paula, César Troncoso, José Luis Arias, Germán de Silva, Daniel Elías, Néstor Guzzini o Fernando Amaral, sin olvidar al músico Alberto Wolf, que interpreta a un extraño y genial vendedor de quesos, en un puesto instalado en medio de la nada. Mandrake Wolf es un músico que nunca había trabajado como actor y Hendler estaba convencido de que era el mejor para completar este "universo heterogéneo y ambiguo" que quisieron construir.
"Es una mezcla de intérpretes que me encanta porque son muy diversos, muy distintos en sus orígenes, y para crear este género extraño que tiene la película me parecía que necesitaba ese equilibrio", precisa Hendler, que a nivel internacional se dio a conocer como intérprete con El abrazo partido (2004), por el que ganó el Oso de Plata al mejor actor en Berlín.
La historia de "Un cabo suelto" de Daniel Hendler
Un cabo suelto comenzó con unas imágenes que le empezaron a dar vueltas en la cabeza al realizador, "de una persona camuflándose en un territorio desconocido, buscando una especie de madriguera donde poder comer queso y hacer unos falsos controles bromatológicos".
"No me preguntes por qué", agrega divertido Hendler, que empezó por tratar de entender esa imagen para después construir la historia y lanzarse al vacío.
Con el desarrollo de los personajes empezó a entender hacia dónde quería llevar la historia, aunque asegura que al final solo se planteaba una pregunta: "¿Qué carajo hice?". Pero cuando la seleccionaron para Venecia y para otros festivales se dio cuenta de que había valido la pena y que no estaba totalmente loco.
También resalta el apoyo de sus productores, de Uruguay, Argentina y, en menor medida, de España, que le acompañaron en este viaje complicado porque "las salas y los mercados están cada vez más restringidos y hacer películas independientes es un modelo que hay que defender y resistir".
Aunque reconoce que en Uruguay se han conseguido bastante cosas con recursos limitados, pese a que no hay políticas de fomento a la distribución y la exhibición, algo importante. "Pero se ha logrado una pequeña industria cinematográfica con cierta estabilidad. No es lo mismo que está pasando en la Argentina, donde la cosa está más incierta, más complicada, porque se están atacando unos logros de un sector que hace mucho tiempo venía creciendo", agregó.
Más allá de las dificultades, Hendler disfruta de estar en Venecia, que espera sea un impulso para que "la película encuentre un destino y un público y algún tipo de mercado, aunque sea pequeño".
EFE
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