Alicia García de Francisco, EFE
La memoria, el trauma y el amor planean sobre El mensaje, una pequeña película en blanco y negro llena de poesía y que deja gran parte de la historia a la interpretación del espectador, como señaló hoy en rueda de prensa su director, el argentino Iván Fund, que compite por el Oso de Oro de la Berlinale. Se trata de la única presencia uruguaya, para el caso en calidad de coproducción, en esta edición del prestigioso festival alemán.

“Pensamos que era interesante que la película no cierre ninguna puerta del todo”, que la audiencia se plantee en algunos momentos si es verdad o mentira lo que se dice, afirmó Fund sobre la historia de tres personajes que forman una compleja y sólida unidad, y que fue bien recibida este martes en el Festival de Berlín.

Anika es una niña en el inicio de su adolescencia que puede comunicarse con los animales y recorre pequeños pueblos y carreteras polvorientas en una vieja camioneta habilitada como casa, junto a una pareja adulta que parece beneficiarse de su don. Durante gran parte del metraje no se sabe cuál es su relación con la pequeña porque el director cree “en el derecho al misterio de los personajes”.

Animista Cine, productora uruguaya que se especializa en cine de autor y se enfoca en temas sociales, es parte. El coproductor charrúa Germán Ormaechea viajó a la Berlinale.

Anika Bootz —hijastra del cineasta— y dos actores conocidos en Argentina, Marcelo Subiotto y Mara Bestelli, son los protagonistas de esta historia que se desarrolla en ese momento en la vida en que un niño “descubre que puede tomar las rienda de las situaciones y puede contener al adulto”, precisó Fund al respecto.

Lo que ha tratado de reflejar El mensaje es “ese sedimento de historia que todos llevamos, de dónde venimos, cómo ciertas generaciones no tuvieron las herramientas” para enfrentarse a esas dudas mientras que “las nuevas generaciones pueden metabolizar de una forma mucho más sana y resolverlo”.

Es una película rodada en blanco y negro porque la idea era responder a una necesidad expresiva de la historia, dijo. “Me interesaba que aconteciera un poco en el mundo del cine, por un lado pisando casi la realidad de manera documental”, y también introducir “el imaginario de las películas con las que nos educamos, desde el cine americano a pelis argentinas“, apuntó.

Y es una historia que de alguna forma se ubica fuera de lo que consideramos normal, como señaló Subiotto. “Es una familia de la periferia” con un misterioso trabajo, pero en realidad es “una familia en una situación bastante amorosa”.

Hay una “profunda ternura entre los personajes”, que se hablan poco, se cuidan de manera práctica, cubren las necesidades unos de otros y hay muy poco contacto físico. Pero “hay algo que nunca está en cuestión y es la fuerza de ese vinculo”, agregó el actor. Se trata de “un mundo casi distópico, de cierta marginalidad”, fuera de la sociedad de hoy dominada por las redes sociales.

Es la primera película argentina en competencia por el Oso de Oro en cinco años; la última fue El prófugo.