"¿Quién ganó?, ¿Bergara?, ¿y quiénes eran los candidatos?”, pregunta Santiago “Tato” Algorta sobre el nuevo intendente de Montevideo mientras posa para la producción de fotos de Sábado Show. Es que antes de convertirse en el ganador de Gran Hermano, el contador y creador de contenidos estuvo siete meses encerrado en la casa del programa y aislado de una realidad con la que recién está entrando en contacto.
Cuando Algorta ingresó al reality show, Lacalle Pou todavía era el presidente de Uruguay, Joe Biden el de Estados Unidos, Cristina Fernández estaba en libertad y figuras como José Mujica y el Papa Francisco estaban con vida. Mucho del mundo cambió, aunque no tanto como su mundo al convertirse en el segundo en el segundo uruguayo en la historia que consiguió apagar las luces de la casa más famosa de la televisión rioplatense.
Algorta todavía recuerda cuando dejó Uruguay como un "completo desconocido" y ahora que volvió por unos días no hay quien no lo frene para saludarlo o pedirle una foto. "¡Tato!", lo saludan al pasar por la calle cuando apenas camina media cuadra hasta una cafetería. Durante este viaje relámpago a Montevideo, el flamante ganador cuenta cómo vive el mejor momento de su vida, explica por qué bajó de peso durante el programa y qué piensa responderle a Wanda Nara, que insinuó que espera su invitación a cenar.
-¿Cómo estás viviendo estos primeros días afuera de la casa de Gran Hermano?
-Estoy muy feliz, orgulloso y ansioso. Todo el tiempo hay propuestas nuevas. Siento que todavía hay cosas que no tengo claras como para tomar decisiones importantes y es un momento en el que los “no” son tan importantes como los “sí“. Me intento rodear de personas que me aconsejen bien y me ayuden a manejar las distintas situaciones. No quiero conformarme con lo que me pasó, que ya es un montón. Quiero seguir apostando al vínculo con la gente. Busco el equilibrio entre disfrutar todo lo que logré y a la vez apostar a más.
-¿Tenés ganas de iniciar una carrera en los medios?
-Sí, me gusta el ida y vuelta con la gente. Disfruto contarles de mí, desnudarme y decirles todo lo que me pasa y voy aprendiendo. Mucha gente me dice que les aporto o que se sienten identificados conmigo y eso me hace feliz. Por eso me gustaría tener una presencia diaria en los medios.
-¿Cómo fue volver a Uruguay por unos días como el ganador de Gran Hermano?
-Fue muy loco. Me fui de Uruguay siendo un completo desconocido y de golpe volví y la gente me pide fotos. El recibimiento en Uruguay superó todas las expectativas. Lo que más me emociona es que me digan que les dejé algo o que les gusta cómo representé al país. Hubo gente que esperó un montón de horas en la puerta de Canal 10 con regalos y mucho amor. Me encanta sacarme fotos con la gente y quedarme hablando. Es algo que quise y lo busqué, por eso intento dedicarle tiempo a cada foto que me piden.
-¿Te impactó algún mensaje en particular por parte de los fanáticos que se acercaron?
-Sí, hubo dos chicos que me esperaron afuera del hotel y me dijeron que habían ido hasta Buenos Aires para ver la final en el estudio. Fueron los que me dieron el gorro de Peñarol cuando salí. Me contaron que habían sufrido el fallecimiento de una persona cercana mientras yo estaba en la casa y escucharme contar cosas en el streaming los había ayudado a levantar cabeza. Me llama la atención porque yo no hacía más que ser yo. En el streaming compartía lo que sentía, mis debilidades, lo que me pone mal, lo que tengo que mejorar. Me pone muy bien saber que esas cosas le hicieron bien a alguien en momentos difíciles.
-Pasaste el fin de semana en Montevideo con los otros finalistas; teniendo en cuenta que conviviste siete meses con ellos y dijeron barbaridades sobre vos, ¿no te daban ganas de no verlos nunca más?
-Hubo cosas de la casa que no me gustaron, pero entiendo que es un juego y ahora elijo empezar desde cero. No soy rencoroso. Eso no significa que tengamos que ser amigos, pero podemos compartir un boliche o sacarnos una foto. Dejo que el tiempo resuelva qué vínculos se van formando.
-¿Ninguno cruzó un límite que justifique no tener diálogo afuera de la casa? En redes se habló mucho del comentario despectivo de Eugenia en relación a la tragedia de los Andes, por ejemplo.
-Fue un comentario desafortunado. Me pareció bien lo que hizo Gran Hermano de remarcar que es algo que no suma. Ella pidió perdón y es un tema cerrado. Cuando alguien se manda una cagada yo elijo no exponerlo.
-Has dicho que creías que ganaba Ulises, ¿por qué?
-Porque había sido protagonista y divertido. Luz también podía ganar porque capaz que la gente elegía a una mujer, que hace mucho no ganaba. Yo creí que por ser uruguayo y hombre no se iba a repetir. Estuvo bueno porque llegué a la final con las expectativas tan bajas que después la sorpresa fue muy positiva. Festejé mucho porque no la veía venir.
-¿Qué te pasó en el momento en el que Santiago Del Moro anunció que vos eras el ganador y solo podías festejar con la persona a la que le habías ganado?
-Eso es raro. En ese momento yo no pude ocultar la alegría. Salí corriendo, pero también enseguida quise bajar porque para la otra persona podía ser una noticia dura y no estaba bueno tener al que había ganado festejando adelante. Sentí como que tenía que calmarme y esperar que él saliera. Después lo festejé mucho y lo disfruté aunque estuviera solo en la casa porque sabía que cuando saliera iba a estar mi familia, mis amigos y toda la gente. Se me vinieron a la cabeza las 34 personas que pasaron por la casa con sus historias y un montón de momentos vividos. Cuando vi el cariño de la gente me di cuenta de que había ganado algo más que Gran Hermano.
-Antes de dejar la casa compartiste un mensaje para incentivar al público a salir de la zona de confort, ¿fue en base a alguna experiencia personal?
-Sí, me pasó varias veces: con decisiones laborales, con vínculos. Me arrepentí de no haber dado el paso que tenía que dar. Sentí frustraciones por no hacer lo que hubiera querido. En un momento me cansé de decir “quiero pero no”. Ya tenía 29 años y sentía que la vida se iba pasando, así que empecé a subir contenido redes que era lo que me gustaba y tuvo buena repercusión. Eso me hizo ver que cuando uno hace lo que tiene ganas y es auténtico sin hacerle mal a nadie es mucho más feliz. Con ese aprendizaje llegué al casting de Gran Hermano, queriendo ir a fondo con lo que me gustaba.
-¿Y te pasó eso de no jugártela por una relación?
-Me pasó más de una vez. De tener ganas, pero no dar el paso para apostar por eso. No sé por qué pero en el momento no me sentía como para hacerlo y después me arrepentí. Pasaba el tiempo y del otro lado se aburrían y me decían “no te voy a esperar para siempre”. Perdía vínculos valiosos por no ser decidido. En estos últimos años soy más genuino y frontal.
-Está claro que tu paso por la casa resultó más que positivo, ¿pero en el transcurso del programa nunca dijiste “qué estoy haciendo acá”?
-Nunca se me pasó por la cabeza irme. Yo fui muy decidido porque era el lugar en el que quería estar, realmente estaba viviendo mi sueño. Que me dieran palo no me importaba porque siempre me sentí fuerte. El único momento que no me gustó lo que se veía de mí fue cuando mostraron el video de mi casting en el que decía cualquier boludez para llamar la atención sin imaginar que lo iban a pasar. Pensaba “no soy esto, no me gusta que me vean así”. Por suerte la gente ya me había visto durante meses. Y también entiendo que si no hacía el casting de esa forma, seguramente no era elegido para entrar a la casa.
-Es el video en el que decís que sos más fachero que Marcos Ginocchio, ¿lo sos?
-No, Marcos es muchísimo más fachero. No me siento ni cerca.
-¿Sentís que tus compañeros te discriminaron por ser uruguayo o la nacionalidad no pesó en que te aislaran de la forma que lo hicieron?
-No, en ese sentido me sentí uno más. Capaz que generaba cierta bronca porque busqué exponerme rápidamente, pinché, cuando sonaba el teléfono lo atendía yo, ganaba los liderazgos, en las actividades argumentaba. No encontraban nada para darme palo. Se me veía la casa encima por pensar que me salía todo bien. La casa se armó en función de decisiones que yo había tomado.
-¿Tampoco te discriminaron por fachero como dijiste en tu video de presentación?
-No, de ninguna manera. Había varios mucho más facheros.
-Pero sí sufriste bullying en cierta etapa de tu vida.
-Sí, me pasó pero no por lindo. En algún momento en el colegio me aislaban bastante, sufría agresión verbal y algo de agresión física. La pasaba bastante mal. Cambiarme de colegio no era una opción, pero en vez de hablarlo me lo guardaba. Bancaba y bancaba hasta que lo hablé con mis viejos. Pero fue algo que se diluyó solo. Poder contarlo fue un enorme avance. Me mostré vulnerable y dije que era algo que me había marcado.
-¿En la casa tuviste reminiscencias de esa época?
-No porque aprendí de los errores. Cuando era chico lo que quería era caerle bien a algunas personas y que me dejen de rechazar. De grande con otra madurez entendí que la solución no es cambiar porque el problema está en el otro. La casa me presentó monstruos del pasado, pero me agarraron con otra madurez y no me afectaron. Me aislé de casi toda la casa y me afiancé a las personas que me querían. Ojalá hubiera tenido esa madurez de chico para poner límites, pero en ese momento uno quiere gustar y convencer al otro.
-¿Sentís que al atacarte el resto de la casa ayudó a que termines ganando?
-Yo tomé decisiones rápido para tomar protagonismo. Me jugó a favor que hubo muchas placas positivas en las que si eras protagonista era favorable. Ellos cometieron el error de ensañarse conmigo y no darse cuenta de que si no me daban bola no hubiera tenido el protagonismo que tuve. Yo también sabía que eso de afuera me podía servir, aunque eso también me desgastaba.
-¿Cambiaste físicamente adentro de la casa?
-Bajé mucho de peso. No me pesé, pero la ropa se me cae, me dan un abrazo y se nota, la gente me lo dice y yo lo veo en el espejo. Es lógico porque dormía mal, entrenaba menos y comía distinto. Ni bien pueda me voy a enfocar en entrenar, que me hace bien físicamente y a la cabeza.
-Hace dos ediciones de Gran Hermano, el ganador también había construido una amistad con una participante en la casa que estaba de novia, pero cuando se terminó el juego ella se separó e inició una relación con él. Me refiero a Ginocchio y Julieta Poggio, ¿descartás que se repita la historia con vos y Luz?
-No lo veo posible. No quiero decir cosas de las que después me pueda arrepentir porque no sé qué puede pasar en el futuro. Pero lo que pasó con Luz fue que conectamos y tuvimos un lindo vínculo adentro de la casa. Afuera la historia es otra y hay que ver si nos seguimos eligiendo como amigos. Ojalá que sí, pero no hay que forzar los vínculos. Todavía fue poco lo que pudimos hablar. Tengo ganas de terminar de conocerla porque hay temas que no podíamos hablar en cámara. También hay cosas que pasaron que está bueno aclararlas para cuidar el vínculo de amistad. Hoy no visualizo otro vínculo con ella que no sea de amigos. Veo muy lejos la posibilidad de que estemos juntos.
-¿Cómo manejaste la abstinencia sexual por siete meses?
-Al principio es difícil y te surge el deseo, pero empiezan a pasar las semanas y uno se va acostumbrando. Ahora sigo un poco así y toda mi energía está puesta en el trabajo.
-¿Me estás diciendo que desde que saliste de la casa todavía no estuviste con nadie?
-La verdad es que no. Tengo la cabeza puesta en aprovechar el momento. No tengo ganas de estar con alguien solo por estar. Ya tuve esa etapa cuando era más joven, la disfruté y ya pasó. Hoy tengo más ganas de enfocarme en mí y si tiene que venir alguien que sea para darme paz. No me interesan las relaciones vacías.
-Wanda Nara te siguió en Instagram e insinuó que espera una invitación a cenar, ¿está en tus planes hacerlo?
-No lo tengo en mis planes, pero a mí me encanta conocer gente y experiencias de vida. Wanda es una mujer muy linda con un montón de cosas para contar porque tiene una historia espectacular. Tener una cena con ella sería muy divertido. Pero yo estuve siete meses encerrado y ahora estoy enfocado en el laburo. Alguien me dice de ir a una cena y solo pienso en la cantidad de cosas que tengo para hacer.
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