Varina De Cesare: el recuerdo del final de "La columna de la gente" y por qué "hay que prohibir 'Gran Hermano'"

La reconocida comunicadora protagoniza "La obra que sale mal", el gran suceso del Teatro del Notariado. Cuenta cómo este espectáculo la "salvó" en momentos delicados y hace un repaso de los principales mojones de su carrera.

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Varina De Cesare
Varina De Cesare
Foto: Gabriel Parra

Llega al teatro y siente que el cuerpo le cambia. Merienda con el elenco, charla con sus compañeros sobre la semana y se produce para convertirse en Florence, su personaje en La Obra que Sale Mal. De repente, dejó atrás las preocupaciones diarias y se entregó al disfrute, como lo vienen haciendo las decenas de miles de espectadores que ya vieron la obra. Por eso es que Varina De Cesare dice que el viernes es su “día feliz”. Es cuando sube al escenario con una sonrisa dibujada en el rostro satisfecha de desempeñar una tarea que le "hace bien" y orgullosa con este suceso del Teatro del Notariado.

La actriz asegura que este espectáculo la "salvó" incluso en algunos de los momentos más delicados de su vida. “A los tres días que falleció mi papá me subí al escenario y me hizo bien”, recuerda. En un diálogo íntimo, la blonda de ojos claros recuerda los prejuicios que enfrentó por venir del mundo de modelaje, habla de sus programas más recordados (y sus finales) y dispara contra Gran Hermano. “Debería prohibirse”, sentencia.

-¿A qué le atribuís el éxito de La obra que sale mal, que va por su cuarta temporada en el Teatro del Notariado?

-La gente tiene ganas de reírse en un mundo en el que todo el tiempo se dan situaciones lamentables. Por eso también fue que yo acepté la propuesta por parte de Juan Luis Granato, que es el director. Reírse es sanador. Luego de la pandemia había dejado de actuar y cuando me llegó esto me pareció divino. Yo venía de hacer otro estilo de obras y esta que era especialmente de humor me pareció un desafío muy importante. Yo todavía me sigo riendo con la obra y estoy muy orgullosa de su suceso. Hay gente que la fue a ver entre cuatro o cinco veces. La sala tiene más de 300 butacas y llenarla es muy fuerte. Llevamos 30.000 espectadores.

-Tiene un tipo de humor muy particular, como naif y de comedia física.

-Es humor inglés, muy hilarante. Hay muchas situaciones inesperadas y eso el público lo agradece. Mis compañeros del elenco lo dan todo para sacar una sonrisa. Y yo disfruto de escuchar las carcajadas de la gente. A la salida la gente nos dice “no esperaba reírme tanto, no puedo creerlo” y eso es muy gratificante.

-El elenco tiene un desgaste físico importante arriba del escenario.

-Totalmente. Terminamos la función felices, pero cansados y con la adrenalina allá arriba. Hay muchas caídas y a mí me bambolean por todos lados, pero confío ciegamente en mis compañeros que me cuidan. Ensayamos mucho para que todo salga bien. Hay que estar muy atento para no lastimarse. En los ensayos recibí algún golpe que otro.

-¿Alguno fuerte?

-En un momento llegué a tener las piernas y los brazos con machucones. Yo me tapaba. Me fui a hacer un estudio médico y me preguntaron por qué tenía todas esas marcas (risas). Le tuve que explicar que estábamos aprendiendo a hacer todas las piruetas que se hacen en la obra.

La obra que sale mal
Varina se presenta con “La obra que sale mal” los viernes en el Teatro del Notariado. La acompañan Alejandro Martínez, Leo Pacella, Mariana Baquet, Juan Luis Granato, Pablo Isasmendi y Javier Mas.
Foto: difusión

-¿Qué dirías que le aportó esta obra a tu vida personal?

-El viernes se transformó en mi día feliz porque es el que tengo función: meriendo con mis compañeros de elenco y charlo con ellos sobre lo que pasó en la semana. Es el día en el que todo está bien porque sé que voy a hacer lo que me hace bien y lo que me gusta. Soy una afortunada porque no todo el mundo tiene la posibilidad de elegir. Yo soñaba con actuar y eso se cumplió.

-¿Usás el humor en tu vida cuando las cosas salen mal como en la obra?

-Tengo mucho humor. Soy muy sensible, pero la vida me fue enseñando que el humor ayuda en todo. Me río de mí misma, de mis errores y mis desgracias. La risa ayuda. Me ha salvado muchísimo y la obra también me salvó en muchas situaciones difíciles que tuve que atravesar en estos años. Llegar al teatro hace que el cuerpo me cambie, me empiezo a reír y empiezo a disfrutar.

-¿Qué rol ocupó el trabajo frente a una situación límite como la pérdida de tu padre que enfrentaste hace dos años?

-Todavía no me siento preparada como para hablar de algo tan serio e importante. Lo que te puedo decir es que a los tres días que mi papá falleció yo ya estaba arriba del escenario. No lo hice porque el show deba continuar, porque no pienso eso, sino porque lo sentí de esa manera, lo hice en honor a él y me hizo bien. La primera vez que mi papá me vio actuar fue en Monólogos de la Vagina y me dijo “estoy orgulloso de vos”.

Varina De Cesare
Varina De Cesare
Foto: Gabriel Parra

-Tu última experiencia televisiva fuerte fue La Columna de la Gente (Canal 12), ¿cómo viviste el final de aquel ciclo?

-Me dejó un sabor amargo. Entiendo que duró muchos años, pero era un programa que unía a toda la familia. Muchos personajes públicos incluso de otros canales me decían que nos miraban. La gente se colgaba mucho con la dupla que hacíamos con Juanchi (Hounie) y por cómo nos peleábamos. Era un programa sin pretensiones, sano. Me hubiera gustado que siguiera.

-¿Te cuesta superar ese tipo de situaciones?

-Lo superé rápido. Me costó más superar lo de Día Perfecto (Canal 12), que me agarró más de golpe. Uno igual entiende que son ciclos y que la televisión es así. Con mis compañeros de Día Perfecto me sigo hablando. Tenemos grupo de Whatsapp en el que estamos todos y charlamos bastante. El otro día hablé con (Alejandro) Figueredo que me prometió que cuando esté en Uruguay va a venir a ver la obra.

-También formaste parte del emblemático programa Planta Baja (Canal 12), ¿cómo lo recordás?

-Fue un antes y un después. Era un programa a la noche que era distendido y al que todo el mundo quería ir. No volvió a haber otro programa como ese. Ahí le hice notas a (Alejandro) Dolina, (José) Mujica. Yo venía de hacer otras cosas en la televisión pero ahí me hice mucho más conocida.

-¿Extrañás la televisión?

-Amo la televisión y la consumo, pero no extraño estar al aire. Si surge algún proyecto interesante me encantaría poder estar, pero entre lo que hay ahora en pantalla no me imagino en nada. No me gustan los realities.

-¿Te convocaron para programas que rechazaste porque no te gustaban?

-Sí, pero no lo voy a decir (risas).

-¿Gran Hermano no te gusta?

-No me gusta. Debería estar prohibido. Estoy en contra porque me parece un experimento muy triste. Entiendo que es un programa de entretenimientos, pero yo entiendo el entretenimiento de otra manera. No es sano encerrar a un montón de personas en una casa para que griten, se insulten y saquen lo peor de sí. Es muy peligroso. No es sano para ellos ni para la sociedad. Yo miré las primeras temporadas y no sé si es que evolucioné, pero hoy lo veo y me parece que no está bueno. Es un programa sumamente violento; me genera dolor. El costo por hacerse conocidos es altísimo. Además, de todas las personas que entran en la casa apenas una o dos terminan haciendo algo en los medios, y hay que ver las consecuencias en todas las otras. Está el discurso de que son todos mayores de edad, pero todos son vulnerables.

-¿Has enfrentado injusticias en los medios a lo largo de tu carrera?

-Sí, me tocaron algunas, pero hay en todos los trabajos. Hay cosas que uno ve y no le gustan, pero hay que seguir adelante. De algunas situaciones me fui dando cuenta después, porque mientras estaba en esa adrenalina no veía que me estaban maltratando. Por suerte siempre tuve las armas para defenderme, pero no es grato. El machismo existe y muchas veces las mujeres son las más machistas. En algún momento me pude haber sentido ninguneada o no haber recibido el trato que quería. Recuerdo situaciones puntuales en las que tenía que remar contra prejuicios que venían del otro lado.

-Te discriminaron por linda.

-No sé si por linda, por ser rubia de ojos claros o por venir del mundo del modelaje, como si eso fuera algo negativo. Yo reivindico el modelaje, que me dio la posibilidad de viajar por el mundo. Me fui sola a trabajar a Milán como modelo cuando tenía apenas 22 años.

-¿Lo recordás como una buena experiencia?

-No me arrepiento, pero es muy duro ir sola a trabajar a otro país. En todos los países que trabajé me trataron muy bien, pero estaba sola. En Milán vivía con una chica de Polonia y otra de Estonia: la primera no hablaba nada y la otra no me entendía. Con el tiempo nos entendimos más y me fui haciendo amigos.

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