"Es el momento de la temporada para demostrar todo el trabajo que hice durante el año, tanto a mí como a mis compañeros. Siento una mezcla de euforia y tranquilidad de haber cumplido”, dijo Agustín Moreira a Ovación luego de conquistar la edición 2024 de Rutas de América mientras iba camino a Melo, donde los arachanes esperaban al Club Ciclista Cerro Largo para comenzar la caravana triunfal poluego de conquistar la edición 2024r la ciudad, como cada domingo tras el Carnaval desde hace siete años.
A sus 30 años, esta fue su undécima Rutas de América y segunda que se sube a lo más alto del podio tras aquella primera victoria grande de su carrera en 2020. Sin embargo, confesó que no llegó a esta edición como el candidato del equipo: “Desde principio de temporada me tracé como principal objetivo la Vuelta Ciclista del Uruguay y lo sigue siendo, porque fue lo que me pidió el club. Ahora voy a disfrutarlo, pero seguir preparándome para llegar con el mejor nivel a Turismo”.
El año pasado en entrevista con Ovación, el ganador de Rutas 2023 Matías Presa reconoció que el líder del equipo para esa edición era Moreira. Este año se dio exactamente al revés: “Nuestro líder era el Piojo porque ya tiene tres títulos y podía quedar en la historia si ganaba el cuarto, pero más allá de lo planificado las cosas se dieron así”.
Mientras que por su condición de velocista su compañero Leonel Rodríguez ganó tres etapas, el premio a la Regularidad, y durante el año carreras como la icónica Doble Treinta y Tres–Melo, campeonato nacional de ruta y otras tantas, Moreira vuelca sus expectativas a esta época de la temporada, por sus “características físicas y condición de contrarrelojero”, porque se considera “un hombre de vueltas”. “Por cómo responde mi físico, pasan los días y cada vez me voy sintiendo mejor o estable, me acomodo etapa a etapa”, explicó.
“Cuando uno prepara una carrera grande hay muchas semanas de entrenamientos muy fuertes y con mucha carga, entonces a veces llegás cansado a las carreras domingueras, y las tomo para ver cómo estoy parado o qué falta ajustar. Para pulir pequeños detalles y que cuando llegue esta época, que tanto el físico como la cabeza respondan”, indicó.
Respecto a su entrenamiento para la contrarreloj, contó que la entrena más específica "a medida que avanza la temporada, pero resaltó que "el el trabajo más difícil se hace en invierno y los primeros meses" de actividad.
"Lo primero es corregir la posición porque siempre hay alguna modificación qué hacer o ajustar. Dentro del ciclismo, la especialidad de la contrarreloj es la que a mí más me gusta, y además es algo que lo traigo adentro. Trato de usar la cabra (bicicleta de contrarreloj) como mínimo un día por semana, y cuando se aproximan las carreras grandes dos o tres. Es un trabajo que lleva muchos meses", señaló.
Sobre la estrategia del equipo para la carrera, explicó que fue simple: “Llegar a la séptima etapa lo más arriba posible en la general individual, porque después la contrarreloj pone todo en su lugar”. Moreira sacó unos segundos de diferencia respecto al grupo de favoritos en la segunda etapa, y luego se mantuvo en el podio hasta el penúltimo día. Así, sin siquiera ganar una etapa (fue segundo en la crono), se calzó la malla líder para el último día.
“Llegué con 21’’ sobre el segundo y eso me dio la tranquilidad para no estar pendiente a las bonificaciones. Siempre dependés un poco de la suerte ante cualquier pinchazo o caída. Pero me sentía confiado porque Cerro Largo tiene un equipo de grandes ciclistas, y más allá del trabajo que hicieron para tirar del pelotón y cuidarme a mí, desde la parte moral suma muchísimo ver el sacrificio de todos y por ejemplo a un ciclista de la trayectoria de Giacinti correr con la mano quebrada por el grupo”, expresó.
El legado de su apellido
“La gente cree que supone presión, pero mi apellido me enseñó a convivir con las expectativas y a seguir por mi camino. Me crié viendo a una persona muy perfeccionista, dedicada y apasionada por lo que hacía, y eso me enseñó el camino que hay que seguir para conseguir las metas.
Obviamente que me encantaría siempre representar de la mejor manera a mi apellido, pero no es una presión. Para mí es simplemente un plus, porque no podría haber tenido una mejor escuela: crecí viendo -a mí entender- al mejor de todos los tiempos del ciclismo en Uruguay.
Solo intento cada día de entrenamiento y preparación traer al presente la carrera de mi viejo, y copiar lo mejor. Mi familia me enseñó a pelear por lo de uno”.
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