Una rivalidad tan grande como lo que los dos significaron para el fútbol mundial como Edson Arantes Do Nascimento, Pelé, y Diego Armando Maradona. Una disputa que se transformó en uno de los grandes debates del deporte de finales del siglo pasado. Una lucha de egos entre dos dioses de ese Olimpo al que apenas un puñado de futbolistas tuvo acceso.

PeroPelé y Diego Maradona no siempre fueron rivales. A finales de los ’70, incluso, el brasileño aceptó realizar algunas producciones fotográficas para revistas (El Gráfico, por ejemplo) junto a ese habilidoso argentino que empezaba a destacarse en la Primera de Argentinos Juniors. En ese entonces, Maradona aún no tenía la magnitud que alcanzaría años después, con el Mundial de México 86 como pico máximo, época en la que las diferencias entre ambos empezaron a tornarse irreconciliables. Sus egos, la imposibilidad de aceptarse como segundo del otro, la personificación de una rivalidad histórica como la de brasileños y argentinos, y quién sabe cuántas otras razones sociológicas más, dividieron para siempre sus caminos.

Cada cierto tiempo, algún periodista consultaba a uno acerca del otro. Y la mecha volvía a encenderse. Ambos, entonces, volvían a ocupar el centro de la escena, tal como lo hicieran de forma exclusiva dentro de un campo de juego, cada uno en su época y con su estilo.

Pelé ganó tres Mundiales; Maradona, uno. Pelé no fue campeón mundial juvenil; Maradona, sí. Pelé hizo más de 1.000 goles; Maradona, no. Pelé no triunfó en un club europeo porque jamás jugó allí; Maradona hizo que un humilde Nápoli alcanzara el cielo italiano. Pelé era diestro; Maradona, zurdo. Pelé era un atleta; Maradona, no. Pelé transitó una vida ordenada y, al retirarse, se movió con soltura cerca de la FIFA; Maradona vivió en constante turbulencia, por su adicción a las drogas, y siempre enfrentó a los poderosos.

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Ni siquiera la elección del “Jugador del Siglo” logró asignarles un lugar a cada uno. Con el cambio de milenio, a la FIFA se le ocurrió organizar una votación a nivel global para determinar cuál había sido el mejor futbolista del Siglo XX. La compulsa se realizó por internet y Diego Maradona fue quien recibió la mayor cantidad de votos, aunque el máximo organismo del fútbol entonces anunció que se crearía otro título, votado por la propia Federación, y se lo asignó a Pelé. Esta situación no hizo más que retroalimentar una rivalidad de por sí ya enquistada en los dos divos.

Hubo una ocasión en la que parecieron firmar la paz, cuando el brasileño fue invitado a “La Noche del Diez”, un programa que el propio Maradona conducía en la TV argentina. El encuentro se produjo en el segundo semestre de 2005 y la sensación era que se trataba de dos viejos amigos que llevaban años sin verse. Hasta hicieron un “cabecita” en el centro del estudio e incluso Pelé tomó una guitarra y le cantó una canción: “¿Quién soy yo, Maradona, y quién eres tú? Tú quieres ser yo, y yo quiero ser vos”. Ninguno pudo ser el otro. Ambos fueron únicos e irrepetibles. También, irreconciliables.

Sus enfrentamientos mediáticos