Redacción El País
El papa León XIV reautorizó la celebración en el Vaticano de la misa “tradicionalista” en latín y con el sacerdote de espaldas, en un gesto por apaciguar las divergencias en la Iglesia católica tras la restricción impuesta por su predecesor Francisco.
Por primera vez desde 2021, la ceremonia denominada “tridentina” volverá hoy sábado por la tarde a la basílica de San Pedro de manos del cardenal estadounidense Raymond Burke, uno de los más feroces opositores al fallecido Francisco.
Los tradicionalistas aprecian esta forma de misa que prevalecía antes de la década de 1960. A finales de 2021, Francisco la restringió bajo condiciones estrictas, preocupado de que se usara para rechazar el legado del Concilio Vaticano II (1962-1965).
A pesar de los titubeos en su aplicación, ese decreto papal, bautizado como Traditionis Custodes, provocó la ira de una parte de los católicos apegados a esta liturgia, que denunciaron una marginación injustificada. En este contexto, la luz verde de León XIV es “una señal muy fuerte dirigida al sector conservador”, explicó a la AFP François Mabille, director del Observatorio Geopolítico de la Religión. “Quizás las tensiones dentro de la Iglesia católica son más fuertes de lo que se podía imaginar hace unos meses”, añadió.
Estrategia de equilibrio
Elegido pontífice el 8 de mayo, el estadounidenseperuano Robert Francis Prevost ha heredado una delicada misión de unificación de una institución profundamente dividida en cuestiones sociales, como la acogida de los migrantes o el lugar de la mujer.
En doce años de pontificado, su predecesor argentino irritó a los conservadores con sus decisiones, a veces consideradas políticas, especialmente dentro del episcopado estadounidense.
El cardenal Burke, que presidirá la misa de hoy sábado, lo criticó abiertamente, hasta el punto de ser objeto de medidas disciplinarias.
Desde su elección, León XIV ha seguido la línea de Francisco con un marcado carácter social, a favor de los pobres, los migrantes y la ecología.
En septiembre, la acogida en el Vaticano de una peregrinación LGBT+ en el marco del Jubileo, el “Año Santo” de la Iglesia, reavivó las críticas sobre la “deriva ideológica” de la Santa Sede al verse banderas arcoíris bajo el oro de la basílica de San Pedro.
Pero, al mismo tiempo, León ha dado garantías a los círculos conservadores, como la elección del cardenal guineano Robert Sarah, que considera la inmigración como una amenaza para la identidad cristiana de Europa, como enviado especial para una peregrinación a Bretaña.
El regreso de la misa tridentina al Vaticano constituye “un gesto de apaciguamiento, es decir, que todo el mundo forma parte de la Iglesia: todas las categorías deben ser aceptadas y acogidas”, señaló Martin Dumont, historiador y secretario general del Instituto de Investigación para el Estudio de las Religiones.
Sinónimo de su estrategia de unificación, el mensaje del papa parece claro: la misa tradicionalista tiene su lugar siempre que no ponga en tela de juicio el legado del Concilio Vaticano II.
Pero la frontera entre liturgia y política suele ser difusa.
En una entrevista publicada en septiembre, el sumo pontífice reconoció que el tema era “muy complicado” y que, “lamentablemente, formaba parte de un proceso de polarización”.
“Algunos han utilizado la liturgia como pretexto para promover otros temas. Se ha convertido en una herramienta política, y eso es muy lamentable”, dijo Dumont.
Matrimonio
En otro orden, el papa León XIV advirtió ayer viernes sobre “las tendencias, en muchas regiones del mundo, a no apreciar o incluso rechazar el matrimonio” y pidió promover políticas de apoyo a la familia durante una audiencia en el Vaticano.
El pontífice se reunió con docentes y estudiantes del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, donde subrayó la importancia de promover “acciones orgánicas y concertadas en apoyo de la familia” y destacó la necesidad de “políticas que garanticen condiciones de vida y trabajo adecuadas”. AFP, EFE