Redacción El País
El Ministerio de Defensa de Israel anunció un plan para desplazar a gran parte de la población de la Franja de Gaza a hacia Rafah, al sur del territorio y en la frontera con Egipto, en un proyecto al que han llamado “ciudad humanitaria”. Israel Katz, ministro de esa cartera, adelantó el pasado 7 de julio que, una vez que los palestinos entraran al lugar, se les prohibiría salir de la zona, que sería administrada por organizaciones internacionales y protegida por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) distancia.
La idea de la zona, según Katz, es acomodar inicialmente a unos 600.000 palestinos que han estado viviendo en el área de Al Mawasi, en la costa, desde que fueron desplazados de otras partes de la Franja, después de examinarlos para asegurar que no haya agentes de Hamás entre ellos. Más adelante, toda la población civil de Gaza —más de dos millones de personas—, sería reubicada en este espacio. Una vez admitidos, no podrían salir, detalló el ministro en una rueda de prensa la semana pasada. Entre Al Mawasi y Rafah hay 7,7 km.
Pero el plan generó roces entre los funcionarios del gobierno y las fuerzas militares, además de declaraciones desencontradas. El propio primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, supuestamente "descartó" el proyecto y pidió a las FDI proponer planes alternativos durante una tensa reunión de gabinete el domingo por la noche, informaron los medios israelíes hoy.
Por otro lado, el director general del Ministerio de Defensa, Amir Baram, ya había comenzado a avanzar en la planificación de la zona, informó Times of Israel. No obstante, el mismo medio consignó hoy que, según informes de la reunión del domingo, los líderes militares israelíes habían planeado advertir a los ministros que el ambicioso proyecto podría tardar meses en implementarse y poner en peligro las negociaciones en curso sobre los rehenes.
De hecho, las propias FDI se oponen. Y no solo debido al importante presupuesto, sino también porque construir una ciudad así dañaría los esfuerzos para liberar a los rehenes restantes, añade el informe también citado por The Jerusalem Post.
En efecto, Hamás ha citado la propuesta de Katz como uno de los últimos obstáculos para una nueva tregua. Durante un alto al fuego, a cambio de la liberación de aproximadamente 25 rehenes, Hamás exige que las tropas israelíes se retiren de gran parte de Gaza.
El nuevo plan israelí hace mucho menos probable tal resultado, ya que garantizaría que las tropas israelíes mantuvieran el control de una amplia zona sobre la que Hamás busca, justamente, restablecer el control.
Los críticos israelíes compararon el plan con un "campo de concentración" moderno, ya que a sus residentes no se les permitiría abandonar el perímetro norte de la zona para regresar a sus hogares.
Esto podría constituir un "traslado forzoso", un delito de derecho internacional, según un grupo de expertos israelíes en derecho internacional que escribieron una carta abierta sobre el asunto a Katz y al jefe del ejército israelí, el teniente general Eyal Zamir.
Si bien el gobierno israelí aún no ha anunciado formalmente ni se ha pronunciado sobre el plan, Katz la debatió en una reunión informativa con corresponsales israelíes especializados en asuntos militares, y The New York Times revisó las versiones de la reunión redactadas por los asistentes. Varios asistentes también escribieron artículos de prensa que atrajeron la atención generalizada tanto de israelíes como de palestinos.
Pero dado que el plan aún no se ha detallado ni anunciado formalmente, algunos israelíes han especulado que se trata principalmente de una táctica de negociación destinada a persuadir a Hamás para que haga más concesiones en las conversaciones de tregua o a persuadir a los aliados de extrema derecha de la coalición de Netanyahu para que apoyen un alto al fuego.
Itamar Ben-Gvir, ministro de extrema derecha que apoya la despoblación de Gaza y se opone a una tregua permanente con Hamás, declaró que era improbable que el plan de desplazamiento se implementara y que sus colegas simplemente lo habían publicitado para facilitarle la aceptación de un acuerdo de alto al fuego.
“El debate sobre el establecimiento de una ciudad humanitaria es básicamente una manipulación que busca ocultar el acuerdo que se está fraguando”, declaró Ben-Gvir. “La manipulación no sustituye a la victoria absoluta”, añadió.
Negociaciones estancadas sobre posible alto a fuego
Las esperanzas de una tregua inminente aumentaron la semana pasada después de que Netanyahu viajara a Washington para reunirse con el presidente Donald Trump, reuniones que muchos esperaban que resultaran en un acuerdo israelí. Allí, el primer ministro afirmó que estaba dispuesto a negociar un alto al fuego permanente en Gaza durante una tregua de 60 días, pero sólo si se desmilitariza el territorio palestino.
Sin embargo, en Doha, las negociaciones siguen estancadas en cuestiones como la permanencia de cualquier tregua: Israel quiere poder volver a la guerra, mientras que Hamás quiere garantías de que cualquier alto al fuego se traduzca en un cese total de las hostilidades. Israel también quiere que Hamás se comprometa con el desarme, una idea que el grupo militante ha rechazado. También existen desacuerdos sobre cómo se entregará la ayuda durante una tregua.
Así, las dos partes en conflicto se acusan mutuamente de obstaculizar las conversaciones indirectas lanzadas el 6 de julio en Doha, en las que Qatar, Egipto y Estados Unidos ejercen de mediadores. El objetivo es alcanzar una tregua que trace la salida a más de 21 meses de conflicto y la liberación de los rehenes israelíes cautivos en Gaza.
"Los mediadores se esfuerzan activamente en explorar mecanismos innovadores para ayudar a superar las divergencias restantes y mantener la dinámica de las negociaciones", afirmó a la agencia AFP un funcionario al tanto de las discusiones.