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La Iglesia católica reafirmó su oposición a la eutanasia; Parlamento debate proyecto de ley

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La eutanasia es considerada homicidio. El diputado Ope Pasquet busca quitarle la responsabilidad penal al médico que la practica.

CONFERENCIA EPISCOPAL URUGUAYA

Aunque también aclara que considera “éticamente reprobable” toda conducta que esté enfocada a prolongar “obstinada e inútilmente” la vida biológica.

La Iglesia católica realizó una conferencia ayer para presentar un documento en el que reafirma su oposición a la eutanasia y a la asistencia al suicidio, aunque también aclara que considera “éticamente reprobable” toda conducta que esté enfocada a prolongar “obstinada e inútilmente” la vida biológica, cuando el proceso de deterioro del individuo ya ha llegado al punto de irreversibilidad. Esto ocurre en momentos en que el Parlamento Nacional tiene a estudio un proyecto de ley de eutanasia.

El documento fue presentado por Milton Tróccoli, obispo de Maldonado, Punta del Este y Minas, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU). Lo acompañó Pablo Jourdan, obispo auxiliar de Montevideo, quien es doctor en Medicina y autor del texto.

Los obispos señalan que “la dignidad de la persona se fundamenta en el mismo hecho de pertenecer a la especie humana” y que la vida de cada uno “es bella, única, irrepetible e insustituible”. Por eso, entienden que “necesitamos un Uruguay que acoja, proteja, promueva y acompañe a cada persona en toda su existencia, incluida la etapa final de su vida terrena, a través de la fundamental ayuda de la familia, la medicina paliativa y la genuina experiencia religiosa”.

A su vez, entiende que “no es éticamente aceptable” causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente.

“Ni el paciente, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona”, sostiene.

Obstinación terapéutica.

Los obispos consideran que tampoco es éticamente aceptable la “obstinación terapéutica”, que consiste en “querer prolongar la vida del paciente a toda costa, sabiendo que no se le proporciona un beneficio”.

“La aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos desproporcionados solo sirve para prolongar inútilmente la agonía”, destacan.

En otro punto del documento, la CEU señala que “la sedación paliativa es una indicación médica científica y éticamente correcta, que se plantea cuando los pacientes padecen síntomas refractarios que le provocan un sufrimiento intolerable. Exige un control clínico permanente del efecto buscado y requiere para su inicio el consentimiento explícito o implícito del paciente, o en caso de incapacidad, delegado en un familiar directo”.

Proyecto de ley.

El Parlamento tiene a estudio un proyecto de leyque presentó el diputado colorado Ope Pasquet. En su artículo primero, habilita la eutanasia o el suicidio asistido a “toda persona mayor de 18 años, psíquicamente apta, enferma de una patología terminal, irreversible e incurable o afligida por sufrimientos insoportables”.

De todos modos, desde el Partido Nacional se solicitó a la Comisión de Salud de la Cámara Baja suspender su tratamiento mientras dure la pandemia, al entender que puede estimular el suicidio. La petición fue presentada por el diputado y presidente de la bancada nacionalista, Álvaro Dastugue, quien es pastor evangélico.

Para los obispos de la Iglesia católica, “nuestra sociedad necesita apoyar las leyes que prevengan y desestimulen cualquier género de eutanasia y suicidio asistido. Valoramos las leyes que han permitido el acceso universal a programas de salud mental, a la medicina paliativa y al sistema nacional de cuidados, pero aún es preciso desarrollar programas que faciliten su cumplimiento y la accesibilidad real a toda la población”.

Y puntualizan que “jurídicamente, un proyecto en favor de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, implica cambiar el valor absoluto de la vida humana y su carácter de derecho humano fundamental indisponible e irrenunciable, contra la Constitución y los Derechos Humanos”.

Se induce al error al decir “muerte digna”

La Iglesia católica advierte que “se induce a error y se abre la puerta a una cadena de violaciones de la dignidad de la persona humana cuando se pretende legalizar la eutanasia y la asistencia al suicidio, mediante el uso de términos genéricos tales como ‘sufrimientos insoportables’ y cuando se los quiere justificar con conceptos vagos como ‘autonomía absoluta’, ‘vida indigna de ser vivida’ y ‘muerte digna’”.

“Ninguno de estos términos tienen interpretaciones claras y unívocas. La experiencia en otros países demuestra que terminan dando lugar a diversos abusos”, señalan los obispos.

El documento dice que “atentar contra la vida es una falta ética y un delito gravísimo”, porque va contra el más fundamental y básico de todos los derechos humanos. “Por esa razón, la eutanasia y el suicidio asistido, en tanto implican poner fin a la vida de los pacientes por motivos de sus sufrimientos físicos o emocionales, constituye una forma de homicidio y cooperación al suicidio”.

“La diferencia con respecto a lo que habitualmente se denomina homicidio consiste en que la eutanasia y el suicidio asistido son conductas hechas en un contexto clínico, a petición de la víctima y, supuestamente, con la intención de hacerle el bien al que sufre. Sin embargo, la intención buena, no quita la gravedad moral del hecho objetivo que consiste, eficientemente, en que un ser humano de manera directa o indirecta pone fin a la vida de otra persona”, agrega.

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