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Javier García: “En la elección de 2024 se elige por más libertad o por más impuestos”

El líder de la 40 y ministro de Defensa, explica por qué decidió brindar su apoyo a Álvaro Delgado y defiende el rumbo del gobierno.

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Javier Garcia
Javier García, senador nacionalista.
Foto: Leonardo Mainé.

Hace algunas semanas decidió confirmar su apoyo a la precandidatura de Álvaro Delgado, pues sostiene que es quien mejor representa la continuidad y la idea de “libertad” que propone el actual gobierno. Ha sido uno de los dirigentes oficialistas más críticos con el Frente Amplio, y sostiene que el año próximo se deberá elegir entre más impuestos o, justamente, mayor libertad.

-Luego de un tiempo de indefinición, decidió dar su apoyo a la precandidatura de Álvaro Delgado. Esto implica, también, renunciar a una precandidatura propia. ¿Por qué eligió este camino?

-No lo definiría como una indefinición, sino como un proceso. Siempre dije que la decisión iba a estar dada sobre fin de año. En marzo hicimos la primera actividad pública de la 40 con Mejor País, o el llamado grupo de los intendentes, y decidimos hacer un camino inverso, empezar a movilizarnos juntos y luego definir el tema del candidato. Esta elección es muy particular para el Partido Nacional, porque es la primera en la que vamos a ir a una interna desde el gobierno. Desde 1999 siempre fuimos desde la oposición. Estamos ante una nueva realidad, y por lo tanto se requieren instrumentos nuevos. Es por eso que a nosotros nos pareció que esta es una elección en dos tiempos, donde tenemos que ir a la interna de junio con unidad, buscando un camino de unidad. ¿Por qué? Porque el mayor y mejor patrimonio que tienen el Partido Nacional y la coalición es este gobierno. La gestión se defiende con unidad.

-Sin embargo, ¿hay múltiples candidaturas?

-Es así, y nos parece bien. Pero también creemos que la apertura de candidaturas puede debilitar, porque no hay varias versiones del gobierno, hay un gobierno y lo que se puede tener son matices. En esta línea es que en Espacio País nos pareció que lo mejor era concentrarnos en la defensa de la gestión, planteando una continuidad.

-Desde su sector han dicho más de una vez que esa continuidad debe proponer algo nuevo. Continuidad con cambio, han dicho...

-Y seguimos pensando lo mismo. Porque la continuidad nunca es estática. Es como un auto que avanza y recorre distintos lugares. Acá las preguntas tienen que ser: ¿Quién representa mejor el patrimonio del Partido Nacional? ¿Quién representa mejor el liderazgo de Luis?

-¿La respuesta no puede ser Laura Raffo?

-Si ustedes hacen esa pregunta. Y también cuestionan quién mejor representa el trabajo de estos cinco años, la respuesta es Álvaro Delgado. Nuestra decisión fue lógica. Si queremos unidad, nos tenemos que unir en torno a la candidatura de Álvaro. Esto no quiere decir que quitemos matices. Cada uno aporta cosas diferentes. Nosotros tenemos un perfil claramente wilsonista. Esto es algo que Luis lo supo interpretar muy bien en su momento, ya en 2012. Hay que tener en cuenta, también, que esta es una decisión doble.

-¿En qué sentido?

-Estamos decidiendo, sin aún decirlo, que para los próximos cinco años queremos a Álvaro, y que para el quinquenio 2030-2035 lo queremos otra vez a Luis. Hemos tomado una decisión para dos ciclos.

-Usted hablaba de una continuidad, pero también de avanzar. ¿En qué se debería avanzar en un nuevo gobierno nacionalista?

-Si hay un verbo que identifica la gestión de estos cinco años de la coalición, ese verbo es “hacer”. Porque a pesar de todos los pesares, de todo lo que se nos puso en el camino, de los cinco fenómenos externos que nos afectaron (pandemia, sequía, crisis hídrica, guerra en Ucrania y diferencia cambiaria con Argentina), se hizo lo que se tenía que hacer. Se recuperaron empleos, se recuperó salario y hay una revolución a nivel de infraestructura en todo Uruguay. Cualquiera que recorra el país se va a chocar con rutas, caminos y puentes nuevos. Se han instalado CTI, policlínicas y hasta hospitales. Hay una reforma educativa en marcha. Se reformó la seguridad social. Se duplicó la inversión en materia de asentamientos. Cuando este gobierno termine vamos a dejar instalado un proceso de cambio, de transformación del país, que puede resumirse con otro concepto: “Libertad”. Por eso, en los próximos cinco años nosotros apelamos a continuar este proceso de modificaciones, de libertad. En Argentina hoy dicen que la libertad avanza, acá ya avanzó.

-En Argentina esa libertad incluye privatización de empresas públicas. ¿Debería avanzar Uruguay en este sentido?

-En las teorías politológicas se definen a los gobiernos ideológicamente en virtud de la inversión pública. Si un gobierno invierte y asigna recursos presupuestales públicos en forma abundante, seguramente allí haya un gobierno de izquierda; si hay un presupuesto disminuido para la inversión pública, allí debería haber un gobierno de derecha o neoliberal. ¿Pero cuál ha sido la realidad en estos cuatro años? Rompimos el molde, porque resulta que este gobierno, que desde la izquierda tradicional, antigua, califican de neoliberal, es un gobierno que ha invertido recursos presupuestales inmensamente mayores que el último gobierno del Frente Amplio.

-¿Cree que es un gobierno más izquierdista que neoliberal?

-Creo que es un gobierno blanco. Esa es la definición. Luis lidera un gobierno de coalición, y Luis es blanco. Es un gobierno pragmático. Cuando hubo necesidad de que el Estado invirtiera enfrentando la crisis, el Estado invirtió. Luis lideró, así, un proceso de inversión pública para paliar los efectos de la crisis. Vino el covid-19, y hubo 2.000 millones de dólares del fondo covid, más CTI y más hospitales. Vino la sequía, y hubo asistencia a los productores y, al mismo tiempo, obra de infraestructura para tener la solución de fondo ante futuros eventos climáticos. El Estado invirtió para sostener a los desempleados con los seguros de paro parciales. Todo ello basado en una decisión política del presidente, que dijo que nuestro horizonte, al revés de lo que estaba haciendo la mayoría del mundo, no era la cuarentena, era la libertad responsable. Los moldes politológicos se rompen. Que no se ubiquen donde quieran.

-Quedó pendiente una respuesta. En Argentina la idea de libertad incluye nuevas políticas, como ser un plan de privatizaciones. ¿Debería hacerse eso en Uruguay?

-Nuestra concepción de libertad es esta que estamos llevando adelante. Y es una concepción que está muy acorde con los conceptos que manejan económicamente los partidos que integran la coalición. Es decir, todo el mercado que se pueda y todo el Estado que sea necesario, sosteniendo a aquellos que son más vulnerables. Quitamos trabas, garantizamos derechos, creamos derechos. Muchas veces escucho que la gente dice que hay que ir a la elección defendiendo al gobierno. Yo no lo creo así. Esta no es una cuestión de defender al gobierno, porque alguien puede entender que eso quiere decir defender a las personas que integran el gobierno. Si la política se resumiera en defender personas, sería muy pobre la política. Lo que vamos a hacer es llegar a la elección defendiendo los logros, los derechos conquistados. Defender, por ejemplo, la capacidad de que todos tengan una salud bien cubierta y atendida. Yo nunca había visto cosas que he visto en estos años. Un partido político en la oposición puede discrepar, militar contra una ley, puede hacer lo que quiera. Es normal, todos lo hemos hecho. Ahora, militar en contra de un hospital, como el Frente Amplio está militando contra el hospital de Cerro, es una cosa nunca vista.

-El Frente Amplio ha señalado deficiencias en la atención…

-Bastaba ir el día de la inauguración para verlo. Hubo una manifestación dirigida por dirigentes políticos del Frente Amplio en contra del hospital.

-El Frente Amplio dijo que no organizó la protesta.

-Sí, es cierto, pero también es verdad que nadie la desautorizó. A ocho o nueve cuadras de donde se inauguró el hospital hay 200 millones de dólares enterrados en la bahía que son de la regasificadora.

-La manifestación sucedió luego de que Lacalle Pou regresara de Estados Unidos y de la salida de dos ministros, un subsecretario y un asesor presidencial en el marco del caso Marset...

-Hay lugares para manifestarse así. Militar en contra de la inauguración, sinceramente, yo nunca lo había visto. Y habla a las claras de algunos valores que manejan en la oposición. Vamos hacia una elección en la que básicamente se proponen dos cosas: más libertad, que es lo que quiere la coalición; o más impuestos, que es lo que quiere el Frente Amplio. Porque lo único que se ha escuchado hasta hoy por parte de la oposición es más impuestos. El Frente Amplio tiene compulsión por los impuestos, por meterle la mano en el bolsillo a la gente. Esto es claro lo que se elige en 2024: o cinco años de más libertad o un partido político en el que sus dos principales candidatos han hablado de impuestos. Uno, Yamandú Orsi, dijo que no lo descarta. Y dos, Carolina Cosse propone meterle la mano a 22.000 millones de dólares de los ahorros de los trabajadores. Hay que ir dejando el misterio. Nadie firma (a favor del plebiscito propuesto por el PIT-CNT para dejar sin efecto la ley jubilatoria, eliminar las AFAP y que el dinero administrado por estas pase a un fideicomiso) para discutir, se firma a favor de un sistema que le roba el ahorro individual a un millón y medio de trabajadores. No se puede andar con falacias.

-¿Usted dice que si se derogan las AFAP ese dinero corre peligro de perderse?

-Lo que yo me pregunto es quién va a manejar esa plata. ¿Quién lo va a administrar? Y los asesores económicos del Frente están diciendo que va a haber modificaciones tributarias, pues bien, que digan cuáles.

-¿Tiene alguna autocrítica sobre estos años?

-En política hay dos pecados capitales, o dos formas de corrupción: la tradicional, lo que implicaría robar; y la soberbia, que es la corrupción del alma. Negar que nosotros hayamos cometido errores sería soberbio, pero también sería mentir. No sería creíble y nos descalificaría. Todos cometemos errores. Todos.

-¿Cuáles fueron esos errores?

-A ver, yo creo que a nosotros la pandemia nos condicionó mucho. A partir de esta situación hubo dos años en los que buena parte de las decisiones se concentraron en la Torre Ejecutiva. Creo que una enseñanza es, habiendo pasado este período, que la coalición de gobierno debe tener mecanismos institucionalizados de intercambio de debate. También creo que se debe hacer participar más de las decisiones a gobiernos departamentales y alcaldías.

-¿Qué opina de los casos Marset, Astesiano, Penadés y de las contrataciones en Salto Grande?

-Yo fui crítico con el tema de Salto Grande. Hubo quizá un exceso de confianza. Y yo creo que es bueno reconocer cuál es el problema. Hay que ser muy soberbio, muy necio, para pensar que estas cosas no tienen que dejar enseñanzas. También hubo problemas que fueron individuales, de las personas. No les quito importancia, en absoluto, pero una cosa es el debate político, periodístico y analítico, y otra son las consecuencias electorales.

-Las últimas encuestas, sin embargo, han mostrado una ventaja para el Frente Amplio, sobre la coalición.

-Con todo lo que se debatieron estos temas el impacto tendría que haber sido más fuerte. Existe apoyo a la gestión de este gobierno. Yo creo que lo que pasa muchas veces es que los políticos, periodistas y analistas creen que sus temas son los temas de la agenda familiar. Y los temas de la agenda familiar pasan muchas veces bastante lejos de la agenda periodística y política. Porque si no, los resultados no podrían ser esos. A mí me da la impresión de que la creación de empleo, el aumento del salario real, el liderazgo del presidente de la República para conducir al país en momentos de incertidumbre, la inversión en materia de comunicaciones e infraestructura tiene una valoración pública, de la opinión pública, y que eso es lo que realmente se va a valorar. Yo creo que vamos a una elección muy parecida a la elección anterior. El resultado fue un punto y medio de diferencia. No hay que equivocarse.

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