La última cumbre del Mercosur tuvo características esencialmente distintas a las anteriores, y dejó una sensación extendida en el gobierno de Yamandú Orsi de que, en varios sentidos, hay razones para mantener optimismo sobre la vida institucional que tendrá el bloque en el futuro, y una agenda que se muestra activa y dinámica como hacía años no ocurría.
Más allá de la postergación de la firma del acuerdo con la Unión Europea, que era el objetivo máximo de Luiz Inácio Lula Da Silva para la cumbre que se hizo en Foz de Iguazú (Brasil) este fin de semana y prácticamente el único tema que interesaba a medios y dirigentes (ver recuadro), en la Cancillería que dirige Mario Lubetkin hay varios apuntes que fueron traídos a Montevideo sobre lo ocurrido en la triple frontera y las interpretaciones que pueden extraerse de lo dicho y sucedido.
Algunas de esas conclusiones fueron expuestas por el propio Lubetkin en las últimas horas, al referirse a la interrogante previa a esta cumbre, que hacía alusión a conocer “dónde está el Mercosur”. “En ese sentido, vinimos satisfechos”, aseguró el canciller en entrevista con Desayunos Informales (Canal 12).
“Están cambiando los signos políticos de muchos gobiernos —se explayó—. Hay un núcleo de gobiernos conservadores mucho más fuerte que en otra época. La posición satisfactoria que tenemos es que estaban todos los presidentes”. Es decir, pese a las incertidumbres manejadas hasta último momento, el encuentro contó con el presidente Javier Milei, quien ha sostenido y de manera enfática meses atrás que estaba en sus planes retirar a Argentina del bloque.
Pero Milei fue y, aunque acumuló varias críticas contra el funcionamiento del bloque, como ya se verá, aquel extremo ha quedado de lado. "Del Mercosur no sale nadie. Y, además, se va transformando en un polo de atracción", afirmó Lubetkin.
La modernización y la coincidencia con Argentina
El presidente Orsi sostuvo el sábado ante sus pares que Uruguay reafirmaba “su plena pertenencia” al bloque y “su firme voluntad de contribuir a su consolidación como la plataforma estratégica”, pero que al mismo tiempo —en un reclamo en que fue insistente el expresidente Luis Lacalle Pou, y que también había encarnado, antes, el exmandatario Tabaré Vázquez— el bloque debía ser “lo suficientemente flexible y moderno” para brindar un espacio de fomento al desarrollo de las economías y poder “generar crecimiento y beneficios sustanciales”.
Es decir, que la alianza tiene que actualizar su normativa para, entre otras varias cosas, habilitar —cosa que hoy prohíbe— en forma expresa a que sus socios negocien de manera bilateral acuerdos comerciales con terceros países.
A esto hizo directa referencia Milei, quien, al igual que en la anterior cumbre de mediados de año —en Buenos Aires— planteó una exhaustiva enumeración de todos los problemas de funcionamiento que ha acumulado el bloque desde su nacimiento en 1991.
Deudas con el Parlasur: Uruguay en la lista
Entre los objetivos que el gobierno de Javier Milei busca impulsar a la interna del Mercosur está la búsqueda de la “desburocratización” del bloque, y una particular lucha contra los “gastos” que insume el regular funcionamiento administrativo de la alianza. Según informó este lunes La Nación, una de las preocupaciones de la Casa Rosada en este sentido son los costos implicados en el Parlasur, donde Argentina viene destinando cada vez menos fondos, y debe unos US$ 3 millones. Uruguay, según datos de La Nación, debe también unos US$ 2 millones, cifra similar a la de Paraguay. Quien está al día es Brasil.
“No hay mercado común, no hay libre circulación efectiva, no hay coordinación macroeconómica, no hay armonización normativa real, no hay incremento significativo del comercio interno, no hay apertura suficiente al mundo", dijo, en resumidas cuentas, para pasar a cuestionar su "burocracia sobredimensionada e ineficaz" y "los aranceles externos" que se encuentran "entre los más altos del mundo".
Con estilos y marcos ideológicos bien diferente, en el gobierno de Orsi destacan la sintonía conceptual planteada por Uruguay, tanto por el propio mandatario como por Lubetkin, que el día viernes afirmó que entendía "posible fortalecer y repotenciar el bloque mediante la modernización de las modalidades de negociación con terceros, de manera que se puedan considerar los distintos ritmos y necesidades de cada Estado Parte", unas palabras que, casi idénticas, planteo Lacalle Pou en el período pasado y también su entonces canciller, Omar Paganini —y antes, incluso, el exministro Francisco Bustillo.
Pero además, en el Palacio Santos quedó resonando la intervención del canciller argentino, Pablo Quirno, quien se refirió al camino que ha iniciado Uruguay como un modelo a seguir, sobre todo con la apuesta de Uruguay al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), cuya solicitud de ingreso fue aprobada semanas atrás, sin que mediara una habilitación directa de los socios del Mercosur.
Hay, analizan en la Cancillería, un "repensamiento hacia un escenario mucho más realista del Mercosur".
La firma con la UE se espera pero ya sin una fecha cierta, dijo Lubetkin
La ansiada firma del acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea reunía todo el sentido de la última cumbre del Mercosur. Pero esto no pudo ser —los europeos pidieron más tiempo para resolver diferencias internas—, lo que significó una “desilusión” para Uruguay, como manifestó a en su discurso el canciller Mario Lubetkin. Este lunes, en declaraciones a Desayunos Informales (Canal 12), remarcó esta decepción y aseguró que, si se definía el éxito del encuentro del fin de semana del bloque sudamericano exclusivamente por si tenía lugar o no la rúbrica, debía decirse que “la cumbre fue mala”.
“(Porque) se perdió un momento y eso no es bueno porque ese tipo de acuerdo lo necesitamos para el futuro”, lamentó el ministro de Relaciones Exteriores. “Hemos esperado 25 años, un cambio de un mes o dos meses no cambia la esencia en la estrategia”, agregó el canciller, que tiene claro que ya no habrá una fecha concreta en el horizonte: “No vamos a tener más un 20 de diciembre”.
En el Poder Ejecutivo entienden que esta nueva postergación, que fue dispuesta a último momento a pedido de la presidenta de Italia, Giorgia Meloni —quien esgrimió presiones de los agricultores de su país— se enmarca en estrategias de negociación interna entre los europeos, y que la voluntad del viejo continente, hoy enfocado en preocupaciones más acuciantes, es firmar el acuerdo.
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