De Haedo y Porzecanski: la “herencia” de Lacalle, una extendida crisis de liderazgo y la posibilidad de una tercera vía

Un balance anticipado: en entrevista con El País, el economista y el director de Opción Consultores, analizan la marcha del gobierno, los movimientos de la oposición y los problemas económicos y sociales que enfrenta el Uruguay.

Javier de Haedo y Rafael Porzecanski
El economista Javier de Haedo y el sociólogo Rafael Porzecanski, en entrevista con El País.
Foto: Darwin Borrelli

En entrevista con El País, el economista Javier de Haedo y Rafael Porzecanski, director de Opción Consultores, hacen un balance del gobierno de Yamandú Orsi y de la marcha de la coalición republicana.

De Haedo evalúa la “herencia” económica de Lacalle y sostiene que en Uruguay, aunque se ofrecen reglas claras y continuidad, “falta liderazgo desde hace muchos años”. Porzecanski, en tanto, advierte que la “expectativa insatisfecha” por la seguridad podría llevar al surgimiento de un tercer bloque.

-Pasaron más de ocho meses desde la asunción de Yamandú Orsi. Desde la oposición se sostiene que hay cierta inacción por parte de esta nueva administración frenteamplista. ¿Qué opinan ustedes?

-Javier de Haedo (DH): Esta pregunta me lleva a Argentina y a lo que está pasando con la renovación del Congreso. Uno escucha a muchas personas preguntando: ¿qué proyecto piensan presentar? Pero lo que yo me pregunto es: ¿por qué hay que presentar un proyecto? Es una actitud legiferante: “Es mejor parlamentario quien presenta más proyectos”. Yo no creo que sea así. En Uruguay lo que tenemos hoy es una continuidad. Si ves la encuesta de expectativa mensual del Banco Central, no hay forma de que detectes cuándo hay una elección o un cambio de gobierno en Uruguay. Esto tiene su lado bueno y su lado malo. Lo bueno es que vendés institucionalidad, garantías, como decía Gabriel Oddone esta semana en un almuerzo de la Cámara Española. Lo malo es que todos están de acuerdo en ir despacito.

Javier de Haedo y Rafael Porzecanski
El economista Javier de Haedo y el sociólogo Rafael Porzecanski, en entrevista con El País.
Foto: Darwin Borrelli.

-La oposición sí suele marcar que no son lo mismo. Justamente en estos días lo que está sobre la mesa es el caso Cardama, donde el gobierno parece ir por un cambio de rumbo.

-DH: Es cierto que se marca eso, pero se trata de temas puntuales; no estamos hablando de políticas públicas.

-Rafael Porzecanski (RP): Se discute la contratación específica a un proveedor específico, pero no se discuten las lanchas. Pasa lo mismo con el abastecimiento de agua en Montevideo: se discute Arazatí versus Casupá, pero no si es preciso invertir en una solución. Este gobierno lo que sí ha tenido es un comienzo muy prudente, sin grandes anuncios. Por ejemplo, una de las principales preocupaciones de la ciudadanía es la seguridad pública, y el gobierno todavía está trabajando en la elaboración de un diagnóstico para generar un plan nacional de seguridad. Es clave que esto funcione, porque hay una expectativa insatisfecha de la ciudadanía que, por lo menos, lleva 20 años. Y ya lo vimos en Argentina: cuando hay una expectativa insatisfecha de los dos bloques, queda abierta la opción a un tercero.

-Parece difícil imaginar algo así en Uruguay…

-RP: Parece difícil, pero es una oportunidad cuando predomina un sentimiento de desesperanza en la ciudadanía. Acá el Frente Amplio sabe que tiene que jugar una carta porque es un asunto central de política pública. En economía, por el momento, el humor es de cierta relativa cautela. Mucha gente todavía está, usando una analogía del truco, orejeando al gobierno, por eso tiene un alto nivel de aprobación intermedia. Quizá lo más llamativo es ese altísimo nivel de aprobación intermedia en su propio electorado.

El economista Javier de Haedo y el sociólogo Rafael Porzecanski en entrevista con El País
El economista Javier de Haedo y el sociólogo Rafael Porzecanski en entrevista con El País
Foto: Darwin Borrelli.

-Hay algunos sectores del Frente Amplio que han mostrado discrepancias con el gobierno. ¿El fuego amigo es tan peligroso como las críticas de la oposición?

-RP: Hay que dividir al electorado del Frente Amplio en dos grupos. Hay uno minoritario, muy vocal, con amplio poder de movilización, que le pide más izquierda al gobierno desde varios planos. Por ejemplo, en política internacional con la discusión de Gaza e Israel, o ahora en la Ley de Presupuesto con la movilización de los estudiantes y los sindicatos que han salido a discrepar con el ministro Oddone. Otro grupo es el electorado frenteamplista menos militante que siente que el gobierno dio pasos muy cortos y que no tiene elementos para evaluarlo. La gran pregunta es cómo va a evolucionar esa mirada neutra. ¿Qué están esperando esas personas y en función de qué van a evaluar al gobierno?

-DH: ¿Cuáles son las variables económicas que mira esa gente?

-RP: Como siempre, tarifas, ingresos, inflación, desempleo...

-DH: Entonces, la perspectiva de aquí a un año es una inflación que va a seguir entre 4% y 4,5%. El crecimiento económico quizás no sea de 2,4% este año y el que viene como espera el ministro, pero va a andar ahí, en el eje del 2%. Eso permite bancar un aumento de salario real de uno y pico y algo de aumento de empleo. El dato de desempleo sigue muy bien, en torno al 7%. Se han seguido creando empleos. Las jubilaciones en términos reales están subiendo este año. Por lo tanto, en el futuro previsible, de aquí a un año, uno debería esperar, salvo que aparezca un cisne negro, una economía que evoluciona razonablemente.

-RP: Están los indicadores objetivos y las percepciones subjetivas. No se puede hacer magia, pero siempre es importante la narrativa que construyen los gobiernos.

El economista Javier de Haedo y el sociólogo Rafael Porzecanski, en entrevista con El País.
El economista Javier de Haedo y el sociólogo Rafael Porzecanski, en entrevista con El País.
Foto: Darwin Borrelli

-Este es un gobierno que ganó tras una campaña en la que se tendió hacia el centro. ¿Creen que el gobierno lo que intenta es satisfacer esa expectativa centrista?

-(DH) El documento de Fitch Ratings que salió hace poquito dice en la primera página que en la campaña electoral los dos candidatos presentaron propuestas muy similares, y eso fue así. En todo caso, si hubiera ganado el otro candidato (Álvaro Delgado), capaz que le estarían reclamando las mismas cosas. Yo creo que una cosa que el gobierno hizo bien desde el principio fue marcar la herencia, que fue peor de lo que se esperaba; esto fue así incluso para los economistas profesionales que no estábamos jugando un partido en la campaña y somos independientes, más allá de lo que votemos. Hubo un montón de gastos incurridos en el ejercicio 24 cuyo pago se pospuso para el 25. Y eso le generó al gobierno en el punto de partida una restricción presupuestal mayor a la que esperaba. Hasta el punto que este año se va a terminar dando un déficit fiscal registrado mayor que el del año pasado, cuando en general en los primeros años se hacen ajustes.

-¿Las personas perciben los indicadores macroeconómicos? ¿Piensan: “El gobierno viene un poco lento porque le dejaron una herencia y se está empezando a acomodar”?

-RP: No, porque es un tema muy técnico y muy de una élite.

-DH: La gente no vota déficit fiscal. Es como decía Washington Cataldi: la gente no festeja balances, festeja campeonatos.

-RP: Hay otra variable que no es la inflación ni el salario, sino que es el precio de las cosas.

-¿Y qué se puede hacer con eso? ¿Es posible bajar el costo de vida?

-DH: Es factible en algunos rubros cuyos precios son exorbitantes respecto a países vecinos. Por ejemplo, los productos para la higiene, tanto personal como del hogar. Hay estudios, también, creo que de CPA Ferrere, que hablan de las frutas y las verduras. Eso requiere de ajustes regulatorios pro-competencia. Por algo está hace tantos años como está, porque es difícil ponerle el cascabel al gato. Se da una paradoja, y estoy cambiando un poquito el tema: los salarios son bajos en pesos y son altos en dólares. Son bajos en pesos si ves cuál es el mínimo imponible del IRPF ($ 46.032, incluidos conceptos como aguinaldo, salario vacacional y otros): es un sueldo bajo y solo el 30% lo pagamos. Es un país de sueldos bajos desde el punto de vista del costo de vida, pero hablas con un constructor, un exportador o un empresario que compite con productos importados y te dice: “Pero pago más a mi personal de lo que le pagan en Brasil”.

Rafael Porzecanski
Rafael Porzecanski, sociólogo y director de Opción Consultores.
Foto: Archivo El País

-¿Tiene que ver con el atraso cambiario?

-DH: Evidentemente. ¿Por qué es caro Uruguay? Por razones micro y por razones macro. Las razones micro son un Estado que no se pone a dieta y que sigue teniendo unos 300.000 vínculos. En el Estado no se enteraron de que existe la inteligencia artificial. Al menos sigue funcionando como si no existiera. Tenés regulaciones que hacen que algunos rubros en particular sean caros. Pero también tenés razones macro: como consecuencia de una mala praxis económica, el dólar vale $ 10 menos de lo que debería valer. No tenemos retenciones a las exportaciones como en Argentina, pero tenemos una retención implícita en el tipo de cambio $ 10 más bajo.

-¿Qué peso pueden tener los cambios impositivos propuestos en el Presupuesto? La oposición los ha criticado, ¿pero pueden afectar al gobierno?

-DH: Los cambios propuestos, si bien tienen prevista una cierta recaudación, no están hechos con un criterio cuantitativo, sino cualitativo. El impuesto complementario del mínimo global es simplemente introducir en Uruguay la pata local de ese impuesto. El incluir los dividendos, intereses y utilidades de las colocaciones en el exterior es emparejar una situación que es injusta. En cuanto a Temu, lo que cambia es el régimen de franquicias: era de US$ 600 y ahora lo suben a US$ 800 con un gravamen del 22%, lo cual es una contradicción. ¿Por qué lo suben? Da la impresión de que tiene un afán recaudatorio, porque, si en el fondo se quería evitar que el fenómeno influyera en el comercio local, estás dando una franquicia por un 33% más y le estás poniendo un impuesto que no mueve la aguja. Me parecía más lógico asimilarlo al otro régimen de importación del 60% y dejar el límite en US$ 600.

-RP: La Ley de Presupuesto ha pasado, como ha sido el año del gobierno, por debajo del radar para la ciudadanía.

-DH: La pregunta es: ¿a quién le importa el Presupuesto? De los 3.400.000 uruguayos, ¿a cuántos les duele el Presupuesto? A los funcionarios públicos por sus salarios y, a falta de otros temas especiales para la ciudadanía, a los políticos, que tienen atada la vaca del Estado. En definitiva, más que una vaca es un feedlot, como me decía alguien hace unos días.

-RP: Lo que el Presupuesto puede estar generando es alguna señal más de tensión a la interna del Frente Amplio. Voy a hacer una digresión. Miraba el discurso de victoria de Zohran Mamdani, el alcalde de Nueva York, y veía un nivel de ambición muy grande en las propuestas. En Uruguay hay un inicio de gobierno que es coincidente con una campaña de pocas promesas. Por el momento se confirma esa vieja hipótesis que tiene Javier y que comparto: no hay cambios radicales entre las gestiones, aunque haya cambios de bloques.

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Javier de Haedo, economista.
Foto: Leonardo Mainé

-Sin embargo, el ambiente a nivel de los bloques políticos parece estar bastante crispado.

-RP: Yo no veo un ambiente demasiado crispado. Veo sí algunos incidentes esporádicos, alguna tensión parlamentaria, una oposición que está desdoblada entre una cosa más dura y una cosa un poco más dialoguista. Pero veo, también, que todo está transcurriendo en los carriles institucionales. Me preocupa mucho más la dimensión social del Uruguay. Me preocupa, por ejemplo, que la fiscal de Corte, Mónica Ferrero, haya sufrido un atentado. Me preocupa que haya barrios donde el poder del Estado sigue siendo extremadamente débil. Uruguay tiene un grave problema que hay que asumir de una buena vez, que es el de la convivencia social.

-Siempre se habla de una reforma del Estado que permita afrontar situaciones como esta. ¿Hay maneras de redistribuir para erradicar, por ejemplo, la pobreza infantil?

-DH: Una de las continuidades es que cada Presupuesto se hace sobre la base del anterior. Se da por bueno lo que se heredó, por más de que se critique lo que se hizo antes. Nadie discute por qué esas partidas tienen que seguir manteniéndose. No hay una evaluación del gasto, lo que es una mala política del país. Ignacio Munyo en Ceres hizo un estudio en base a inteligencia artificial que detectó multiplicidad de agencias estatales dedicadas a lo mismo. No obstante, se elige el camino fácil de mantener todo. Lo mismo pasa con las pautas salariales. Decía un poco en broma, un poco en serio, que Pablo Mieres podría ser ministro hoy y Juan Castillo podría haber sido el del gobierno pasado. El ministro de Trabajo comunista aceptó la desindexación que le propuso el ministro de Economía, por ejemplo.

-RP: Estamos en una tensión. Uruguay, Javier lo ha dicho, crece al 1% desde hace 10 años, y eso es insuficiente para solucionar los problemas.

-¿Se puede hacer algo para crecer o se depende siempre de agentes externos?

-DH: Sin viento, ni a favor ni en contra, la tasa de crecimiento es 1%. Tenemos que hacer más nosotros para ir al 2% o al 3% idealmente. Pero bueno, requiere remangarse y pelear.

Parlamento.
Senadores analizan el proyecto de ley de Presupuesto.
Foto: Estefanía Leal/El País.

-Todo indica que, tras el triunfo de Javier Milei, Argentina se va a embarcar en una reforma laboral. Acá decir “reforma laboral” es mala palabra…

-DH: También en Argentina lo es. El tema es si se tiene el coraje suficiente y se junta la masa crítica de legisladores suficientes para poder hacerlo. Las cosas que hay que hacer cuestan, y no se hacen porque implican costos políticos. Un líder es alguien que se pone acá y dice: “Síganme para este lado”. No va, se pone a correr delante de la gente y dice “yo lidero”. Un líder cambia el rumbo, cambia el destino, y aquí falta liderazgo hace muchos años.

-RP: Tendría que haber una sensación de insatisfacción de cierta profundidad en la gente para decir “Vamos a arriesgar, vamos a tomar riesgos”.

-¿Los últimos gobiernos no tuvieron un liderazgo fuerte?

-DH: Creo que el único líder que planteó reformas sustanciales desde que volvió la democracia fue Luis Alberto Lacalle Herrera. Y no lo digo porque haya sido ministro de ese gobierno, pero es donde se plantearon reformas realmente sustantivas. También el primer gobierno de Tabaré Vázquez las planteó, pero más en el sentido en que iba la corriente. Y la segunda presidencia de Julio María Sanguinetti concluyó reformas que Lacalle Herrera planteó como la de la seguridad social y alguna otra.

-RP: Hay un ejemplo de la presidencia de José Mujica: la marihuana. Cuando la empuja, la mayoría estaba en contra. Eso también es liderazgo.

Luis Lacalle Pou, Yamandú Orsi y Julio María Sanguinetti en Buenos Aires.
Luis Lacalle Pou, Yamandú Orsi y Julio María Sanguinetti en Buenos Aires.
Foto: Presidencia

-¿Y la seguridad social en el gobierno de Luis Lacalle Pou?

-DH y RP: También.

-¿Cómo ven que quedaron los distintos partidos tras la elección?

-RP: El Frente Amplio está en una situación relativamente similar, con una conducción fuerte de Fernando Pereira que ha logrado una mayor estabilidad respecto a sus antecesores. A veces va delante del gobierno o más a la izquierda del gobierno, y a veces acompaña, pero uno no ve tampoco una gran tensión en el relacionamiento partido-gobierno. La oposición ha buscado una coordinación interna a nivel blanco, colorado e independiente. Y empieza a notarse una percepción de la ciudadanía de un Cabildo Abierto que queda muy difuso en su posicionamiento respecto a los bloques. Es una gran incertidumbre qué va a ser de Cabildo y, si hay una continuidad efectiva rumbo al ciclo 2029, en qué lugar estará posicionado. Ha aportado algunos votos estratégicos de algunas iniciativas del gobierno, como el Presupuesto. Por otra parte, la oposición se está empezando a hacer la pregunta: ¿cuál será el formato de competencia en 2029? ¿se viene el partido único? Esto se empieza a conversar con mucha más seriedad que en el período 2019-2024, donde la coalición estuvo más centrada en pensarse como gobierno.

-DH: Pensaba en lo que decías en cuanto al Frente Amplio, en la diferencia partido-gobierno. Al menos hay dos casos que tengo identificados en los que el Frente Amplio hizo propuestas -Gaza-Israel y el impuesto del 1% al 1% más rico-, y lo que percibí fue que el presidente de la República dijo que “una cosa es lo que piense el FA y otra cosa es lo que piense el gobierno”. Lo veo a Orsi más en la actitud presidente de todos los uruguayos que presidente de los frenteamplistas. Y eso está bueno.

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