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Sashiko: Arte japonés ancestral muy elegido para sobrellevar el encierro en la pandemia

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Es una técnica de bordado nacida entre la gente humilde para reutilizar las telas, a la que hoy se recurre tanto para reparar prendas como para crear nuevas. Una argentina la enseña en Uruguay.

Sofía Alba se encontró con esta técnica japonesa por casualidad. En 2018 estaba buscando técnicas de costura a mano y dio con El gran libro del sashiko de la inglesa Susan Briscoe. Pensó: “bueno, me lo pido a ver qué es”.

“Briscoe viajó a Japón y estuvo varios meses trabajando todos los diseños y todas las técnicas de sashiko con un grupo de mujeres artesanas de ese país”, cuenta Sofía sobre lo que se encontró. “Ese libro me abrió todo un mundo y empecé en forma autodidacta a practicar”, agrega esta argentina que dicta cursos de la técnica desde la pandemia.

Sashiko quiere decir “pequeñas puntadas” y es una técnica tradicional de bordado que combina un estilo rústico con dibujos. Sofía explica que si bien nació antes del Período Edo (1603-1868), fue en esa época en que floreció porque Japón se cerró hacia adentro y eso hizo que su cultura se desarrollara mucho.

“En el Período Edo logró desprenderse un poco de lo que venía siendo, una técnica para reparar telas que nació entre la gente más humilde que, como no tenía acceso a comprar telas nuevas, las reutilizaba. Antes eran solo líneas y hoy en día hay un montón de dibujos y diseños”, señala Sofía.

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La artesana cuenta a El País que detrás de cada motivo hay una historia de la cultura japonesa, lo cual vuelve al sashiko más atractivo aún.

“Algunos motivos rememoran a la naturaleza, como alguna planta o alguna flor típica japonesa como el crisantemo o como la hoja de cáñamo, que tiene todo un significado porque se lo usaba y se lo sigue usando para la ropa o las mantas de los niños. También hay de caparazones de tortuga”, detalla.

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Buscando en las redes al principio Sofía solo encontraba páginas en Instagram en japonés. También dio con un chico japonés que estaba en Nueva York y que era hijo de artesanos de sashiko. Así que decidió tirarse al agua, probar por las de ella y se armó una cuenta en Instagram (sofiaalba.puntadas) para compartir todo lo que iba investigando y haciendo.

En el verano de 2020 se sintió con la suficiente confianza como para empezar a dictar talleres. Consiguió un lugar en San Isidro (Buenos Aires), donde vive, pero cuando tenía todo pronto para arrancar llegó la pandemia a la Argentina y se canceló todo.

Como sus ganas de compartir eran muchas, decidió armar encuentros gratuitos en Instagram y la gente empezó a sumarse, sobre todo mujeres. La pandemia terminó por convertirse en una oportunidad porque hizo que hubiera un boom de las manualidades, “no solo por la necesidad de ocupar el tiempo de encierro, sino por hacer algo totalmente humano como crear con nuestras manos”, destaca Sofía.

Fue así que comenzó con las clases virtuales. “Eran entre 8 y 10 mujeres por grupo de todas partes de la Argentina que se encontraban para compartir”, dice y recuerda que llegaron hasta a hacer un proyecto solidario. Sofía recibía por correo cuadraditos de tela bordados y con eso confeccionó una manta que sortearon vendiendo números cuyo dinero se destinó a un hogar solidario para que pudiera cocinar.

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La artesana también grabó muchos videos informativos y tutoriales, uno de los cuales llegó al Uruguay como regalo para Mariela Zarzábal, responsable de Café Costura, un espacio que imparte talleres sobre distintas técnicas textiles. Así se hizo el contacto para que Sofía viniera a dictar talleres al Uruguay. El primero fue en julio de este año y tuvo tan buena acogida y repercusión que el próximo 22 de octubre habrá otro (ver recuadro).

“Yo viví tres años en Uruguay, en Santa Isabel, Rocha, porque el papá de mi hija está allí. Ella sigue yendo dos o tres veces por año, incluso en la pandemia se fue para allá. Yo estoy muy acostumbrada a ir y volver a Uruguay una vez por mes, es un lugar familiar para mí”, comenta sobre su vínculo con nuestro país.

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Un vínculo que ahora se reforzó gracias al sashiko, esta técnica que Sofía define como “un mundo enorme que tiene muchas aristas” y que recomienda incluso como una terapia para calmar ansiosos.

“Se necesita disciplina y paciencia porque es algo que se construye a partir de muchas ondeadas de puntadas, entonces lleva tiempo y el dibujo aparece recién al final. Tiene algo de meditativo también. Mucha gente que tomó talleres conmigo me ha dicho que es el momento que lo invita a desconectar, a bajar el ritmo, porque no es algo que se pueda hacer apurado”, explica.

La artesana dice que gracias al sashiko conoció la historia del Japón y de su cultura. Se hizo amiga de una profesora de japonés, visitó muchas veces el Jardín Japonés con su hija, hizo un curso, leyó libros… “Para ellos no es un arte tradicional, es una artesanía, algo común de la gente común, de la vida cotidiana”, destaca quien sueña con algún día poder visitar ese país. “Lo veo lejos igual”, acota a las risas.

Desde decorar hasta recuperar camperas

“El sashiko es una técnica de puntada corrida. Le dicen bordado, pero yo siempre digo que es una costura, es una manera de unir telas pequeñitas para formar una nueva tela mucho más fuerte”, explica Sofía Alba.

Hay una parte previa de dibujo, de traspasar el patrón a la tela y armar la grilla, y luego ir haciendo las puntadas con el gesto igual al de la costura, primero en una dirección y luego en otra. “Hay que tener paciencia porque lleva su tiempo, te va a tomar un par de horas o un poco de tiempo cada día. El producto final no se apoya en cada puntadita o en la súper prolijidad con la que hacés cada puntada, sino más en el diseño que hiciste antes. Eso que dibujamos en la tela queremos que desaparezca para que queden solo puntadas”, agrega la artesana.

En cuanto a los materiales, en Japón se los encuentra de todo tipo porque hay toda una industria montada. Por ejemplo, hay agujas para sashiko de diferentes grosores y largos. Por estos lares hay que adaptarse a lo que uno encuentra, pero para Sofía eso es lo bueno porque se respeta más el origen de la técnica, en que se trabajaba con lo que había a mano y “se buscaba la armonía entre el hilo, la tela y la aguja”, dice. No recomienda usar el hilo del bordado (moliné) porque se abre; los que ella utiliza son el perlé N° 8, el macramé finito y el algodón 8/3.

Sofía practica dos tipos de sashiko: el Moyozashi o sashiko de patrón y el Hitomezashi o sashiko de grilla, pero hay muchos más de acuerdo a las necesidades y a lo que se busque lograr.

“Hoy en día la técnica se separó de la necesidad y la tomamos como algo decorativo, sobre todo los occidentales. Lo hacemos con una tela nueva o también sirve si se te rompe un pantalón o una campera porque con retacitos de tela podés reforzar eso. También con muchos retazos de tela podés crear una tela nueva”, detalla.

Lo más importante, aclara, es que tienen que ser telas planas, o sea que no se estiren, caso del lienzo, batista o incluso un jean. “Igualmente la limitación es estética. Si se te rompe algo elastizado podés usar la técnica también”, aclara.

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Segunda oportunidad para aprender esta técnica

El próximo sábado 22 de octubre Sofía Alba volverá a dictar un taller de sashiko en Café Costura (Rivera 3606, esquina Tiburcio Gómez). Será de 10 a 13 horas a un costo de $ 3.200.

En el mismo se propone un acercamiento a este particular bordado japonés, comenzando por las nociones básicas: cómo trabajar el largo de las puntadas, la tensión necesaria y los recorridos que propone cada patrón.

Se verán dos estilos dentro de esta técnica: el sashiko Hitomezashi (sashiko de grilla) y el sashiko Moyozashi (sashiko de patrón), cómo se diferencian y las particularidades de cada uno. Se abordarán en una misma tela ambos estilos, confeccionando así la tapa de un almohadón y se llevará otra para continuar en casa. No son necesarios conocimientos previos y todos los materiales están incluidos.

Café Costura
es un taller que enseña diferentes técnicas de creación a mano y que tiene más de 10 años de trayectoria. De cara al 2023 propondrá un espacio destinado exclusivamente a diferentes formas de bordar, como puede ser sashiko tradicional, ruso o bargello.

Por más información: cafecostura.com.uy

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Una argentina con lazos en Uruguay

Sofía Alba es docente de Primaria y desde 2020 también dicta talleres de sashiko. Tiene dos hijos; la más grande tiene a su padre en Uruguay.

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