Publicidad

Como agente de viajes la pandemia la dejó sin trabajo, pero pudo contar con sus ovejitas

Compartir esta noticia
Contar conmigo

TENDENCIAS

La llegada del COVID-19 al Uruguay determinó que Cecilia Mato fuera enviada al seguro de paro, por lo que se dedicó de lleno a elaborar ovejitas artesanales y desde entonces no ha parado.

Hace treinta años que Cecilia Mato es agente de viajes. Entró como secretaria a la agencia Jorge Martínez y con el tiempo pasó a vender pasajes y acompañar salidas grupales. Fue así que conoció Dubai, Grecia, España, Francia, Brasil, Argentina, Canadá, Marruecos, Punta Cana, Playa del Carmen, Costa Mujeres, Nueva York, las Cataratas del Niágara…

Su última salida grupal fue a Egipto y Turquía. “Un trabajo divino”, dice. Pero llegó la pandemia y su sector fue de los más afectados. “De un día para el otro me quedé sin trabajo y fui al seguro de paro”, cuenta.

Contar conmigo

De trabajar diez horas por día pasó a estar en su casa sin hacer nada. Por suerte le duró poco porque se dio cuenta de que ahora tenía todo el tiempo del mundo para dedicarlo a su actividad de tiempo libre: hacer ovejitas artesanales.

Siempre le habían gustado las manualidades. Cuando era niña pintaba cuadros y se anotaba en cuanto curso había. Recuerda que cuando sus hijas eran chicas les hacía la bolsita de la merienda y las tapas de todos los cuadernos.

Más cerca en el tiempo, hace unos cinco años, se enteró de que una amiga suya estaba enseñando a hacer ovejas en lana. “Fui a uno de sus cursos y me fascinó tanto que me puse a hacer. Hacía dos, tres ovejas por día; tenía que hacer algún regalo y regalaba una oveja”, relata.

Eran tantos los elogios que recibían las ovejitas que decidió hacer algunas para que su madre las vendiera en Coquet, el negocio de bijouterie que su familia tiene en Pocitos.

Eso fue lo que la salvó tanto económica como mentalmente cuando sobrevino la pandemia.

“Durante todito el día hacía ovejas y empecé a ir a las expos y a las ferias de frutas y verduras del barrio, siempre con mi canasta con todas mis ovejas”, dice quien vive en Solymar con su marido y sus dos hijas de 21 y 18 años de edad.

Contar conmigo

Destaca especialmente una expo muy importante que hubo en la Embajada de los Estados Unidos para los empleados que se estaban volviendo a su país. “Fue impresionante la cantidad que vendí porque es un souvenir muy lindo, además no ocupa lugar ni pesa”, señala.

También empezó a llegar un poco más lejos dentro de Uruguay ya que le propuso a una amiga del interior, agente de viaje como ella y por ende en la misma situación, darle ovejas para que vendiera por donde ella vivía.

“Así, de a poquito, de a poquito, llegó un momento en que no había quién no tuviera mis ovejas, ¡no lo podía creer! Te juro que es increíble, ¡y cada vez quedan más lindas!”, afirma orgullosa de sus creaciones.

Los pros y los contras de la pandemia COVID-19

Cecilia Mato tiene 50 años y hace 23 que está casada con Alberto, que es abogado. Tienen dos hijas, Juliana, de 21 años, que estudia Ingeniería en Alimentos en la Universidad Católica, y Josefina, de 18, que cursa Química Agraria en la Facultad de Química de la Universidad de la República. Los cuatro viven en Solymar.

“Estoy disfrutando de mi casa y de mis hijas como nunca”, confiesa la artesana sobre lo positivo que le ha dejado la pandemia que, en contrapartida, cortó su trabajo de treinta años como agente de viajes en Jorge Martínez. Está en el seguro de paro, pero pronta para volver cuando todo esto pase y pueda recorrer el mundo como siempre lo hizo.

Contar conmigo

Cada vez más clientes.

El nombre Contar Conmigo, que le puso al emprendimiento, fue una idea que se le ocurrió junto con sus hijas Juliana y Josefina por eso de contar ovejitas para dormir.

También tuvo la idea de contactar a productores de ovinos uruguayos para ofrecer hacerles como regalo institucional una ovejita con un cartelito con el nombre de su empresa. “Hay un productor de Colonia Valdense que ya me compró”, cuenta entusiasmada.

Además, hay una señora que tiene una lanería en Flores que le hace encargos de entre 10 y 20 unidades para venderlas en su comercio. Manos del Uruguay es otra tienda que le ha pedido ovejitas, últimamente no tantas debido a la baja del turismo, su mayor clientela para este tipo de artículos.

Los principales canales de salida siguen siendo las expos e Instagram. Por allí vende las ovejitas que ya tiene hechas o también toma pedidos.

“No hubo un día que me haya quedado quieta”, comenta, aunque reconoce que extraña mucho su tarea en la agencia de viajes. Sabe que cuando la actividad turística regrese volverá a trabajar allí porque es lo que le gusta, pero sabe también que esta vez deberá dedicar más tiempo a las ovejitas que enriquecieron su vida en este último año y medio.

Contar conmigo

Trabajo artesanal que suma creaciones

Cecilia realiza tres tamaños de ovejitas. El más chico son los llaveros, que miden alrededor de 8 centímetros; les siguen las ovejas medianas de 10 centímetros y luego las más grandes de 16 centímetros.

“Yo hago todo: la cara, los ojos, las patas… absolutamente todo es hecho a mano”, destaca la artesana.

Empieza por la cara, que realiza en tela polar y rellena con guata. Les borda la boca y les hace ojitos de lienzo. “Al principio les pegaba ojitos movibles de plástico, pero dejaba de ser artesanal”, acota. Actualmente trabaja en serie, o sea que primero hace todas las caras, para los tres tamaños. Luego pasa a las patas, que elabora en porcelana fría. “Las moldeo con la mano, las dejo secar alrededor de una semana y me quedan todas las patas para las ovejas, las que forro con lana”, describe en diálogo con El País.

Hace todo con lana merino, uno por uno los rulitos que van en el cuerpo de las ovejitas. Después pasa a las orejitas, que confecciona con tela polar. Por último les cuelga un cartelito que dice “Hecho en Uruguay” o simplemente “Contar conmigo”, “que queda más significativo para un regalo”, acota Cecilia.

Hace alrededor de seis o siete ovejas por día, depende mucho de los encargos.

Hace poco más de un mes sumó otras creaciones: casitas en madera que convierte en portallaves o percheros.

“A todas les pego restos de caravanas rotas que me da mi madre de su negocio de bijouterie, entonces quedan súper artesanales. También han sido un éxito”, dice.

Realiza además otras artesanías pintando hueveras o yerberas, pero confiesa que ya hay mucha gente que también hace lo mismo, por lo que su principal atractivo se mantiene en las ovejas, las estrellas de Contar Conmigo, y en las más recientes casitas.

Contar conmigo

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad