Pilar Gamboa brilla en las series más populares de Argentina, pero su verdadero amor es el teatro (para siempre)

Pilar Gamboa llega este miércoles y jueves al Teatro Solís con "Petróleo", el gran hito de su compañía Piel de Lava. Antes, la actriz de "Envidiosa" y "División Palermo" charló con El País.

Pilar Gamboa.
Pilar Gamboa.
Foto: Ignacio Sanchez

Pilar Gamboa aprovecha los minutos que le quedan libres entre esta entrevista y la siguiente para fumar. Parada en la puerta de un hotel céntrico, en una tarde de calor en la que todo en Montevideo parece a punto de derretirse, no tiene ningún problema en alterar su tranquilidad una, dos, tres veces, para sacarse fotos con quienes la identifican. “Es una locura lo que se ve esta serie, me doy cuenta en la calle”, me dice entre la improvisada ráfaga de selfies, como si aún le costara entenderlo.

Habla de Envidiosa, el éxito mayúsculo que se apuntó Netflix Argentina y en el que interpreta a Caro, la hermana de Vicky, la protagonista neurótica con cara de Griselda Siciliani. Caro, o sea Pilar Gamboa, terminó la segunda temporada pariendo en una camioneta en una escena de impecable nivel interpretativo. Filmar los nuevos capítulos es parte de una agenda 2025 a la que, asegura, “no le cabe un alfiler”.

Pilar Gamboa no sabe en qué cree y por lo tanto no sabe a quién o a qué agradecer por lo que le ha tocado. Pero agradece, porque tuvo que trabajar de muchas cosas hasta poder sustentarse de ser actriz. Porque lo logró recién a los 30 y porque hoy, que es madre de dos, que va a cumplir 45 años y que su cara es parte de algunos éxitos mainstream, sabe esto: “Hay gente que se muere sin saber qué es lo que le gusta hacer, sin una vocación, sin una pasión. Hay gente que nunca la encuentra, y yo la encontré. Eso ya me parece un montón. Si encima me da de morfar... ¿Qué más se puede pedir?”.

Elenco de la obra "Petróleo".
Elenco de la obra "Petróleo".
Foto: Carlos Furman

Ese hacer lo que le gusta es la excusa que la trae a Uruguay. Porque aunque está en Envidiosa, que llegó a ser una de las series más vistas de Netflix en el mundo, aunque coprotagoniza División Palermo -que ya se consiguió un Emmy Internacional y pronto lanza su temporada 2- y aunque acaba de filmar otra serie, en este caso de Malena Pichot, para Pilar Gamboa, la verdadera gloria está en el teatro. Y en ese colectivo que, hace 21 años, se inventó con otras tres amigas, para asegurarse de que nunca se apague el fuego.

Este miércoles y jueves, Piel de Lava (el grupo de Gamboa, Elisa Carricajo, Valeria Correa y Laura Paredes) se presentará en el Teatro Solís con Petróleo, un fenómeno de la escena porteña. Obra nacida en 2018 en el teatro independiente y que escaló hasta causar sensación en el ámbito comercial, es la historia de tres trabajadores de un pozo petrolero, y la irrupción de un cuarto que viene a alterar lo establecido.

Las cuatro actrices operan de dramaturgas y directoras, como en todo lo que hace Piel de Lava, que en 2024 trajo al Solís su más reciente estreno, Parlamento. En Petróleo, además, habitan la masculinidad: interpretan a cuatro hombres, pero no los parodian, no los caricaturizan, no se burlan de ellos. Los atraviesan para salir, también, transformadas de ese viaje.

De eso, parte de la charla de Gamboa -que se declara “refanática de Uruguay” y que veranea en Santa Ana (Colonia) desde que descubrió el balneario sola, en una paz que le permitió leer el colosal 2666 de Bolaño de un tirón- con El País.

Elenco de la obra "Petróleo".
Elenco de la obra "Petróleo".
Foto: Carlos Furman

—El año pasado, Valeria Correa y Laura Paredes me decían lo difícil que les resultó cómo seguir después de lo que generó Petróleo, un fenómeno que aún no se apaga.
—Sí, fue una obra bastante emblemática en nuestra trayectoria como grupo. Y entró en un momento muy particular. Empezamos a investigar la masculinidad en 2018 y como somos un grupo en que todas escribimos, actuamos, dirigimos, no hay mucho más motor que el deseo de hacer. Fue muy alucinante porque el disparador siempre fue habitar la masculinidad. Veníamos muy acostumbradas a ver hombres actuando de mujeres y parodiando la femineidad con una especie de tono burlón, y a nosotras la parodia nunca nos gustó mucho. Nosotras siempre encontramos en la risa el único tobogán para pensar. Yo, si no me río, no puedo pensar, y entonces de ahí nos empezó a salir esta obra que termina siendo empática con la masculinidad. Es más bien: sí, el patriarcado lo sufrimos nosotras, un montón y mucho más que ustedes, pero ojo que ustedes también sufren los mandatos de lo masculino. Yo la amo, Petróleo es de mis obras favoritas de las que hice en la vida.

—Tenés un vínculo global: la pariste con tus amigas, la gestaste.
Petróleo fue la primera obra con la que el grupo empezó a generar dinero y pudimos empezar a vivir de esto. Siempre hacemos el chiste de que finalmente nos teníamos que vestir de hombres para ganar plata y estar en calle Corrientes…

—¿Qué consecuencias tuvo en ustedes el habitar la masculinidad? ¿Cómo afectó a sus cuerpos y sus propios vínculos con la feminidad?
—Pasó algo muy bueno. A mí me dio herramientas; de golpe tomás el subte y ves a un tipo que está ocupando todo un espacio y vos te sentás así, apretadita, y yo después de Petróleo empecé a pelear más el espacio. También nos trajo información sobre nuestra propia femineidad. Fue un laburo de investigación muy poderoso. Y hubo cosas muy graciosas. Nos empezamos a dar cuenta de que, cuando hablábamos con el productor- que es un amoroso total y terminó siendo nuestro amigo-, podíamos hablar de plata con más comodidad si ya estábamos vestidas de chabones antes de salir a escena. Ya podíamos decir cualquier cosa y pelearla con ese poder que les es dado a los hombres, y que a nosotras nos cuesta más. Porque a pesar de que las cosas cambiaron y hay un laburo muy interesante de los feminismos y se movió un poquito la aguja, falta mucho. Yo trabajo en series y no gano lo mismo que los chabones, y por ahí tengo los mismos días de rodaje. Siempre las mujeres tenemos que pelear más los sueldos, estar buenas físicamente, ser buenas madres, tener un pibe, no sé qué. Siempre es un nivel de exigencia de la mirada del afuera que es difícil de transitar. Entonces Petróleo para mí, para nosotras, fue una liberación total.

—Es interesante porque existe esa idea de que un actor o actriz aspira a llegar al tipo de éxitos que has tenido recientemente en pantalla. Sin embargo, está claro que tu mayor satisfacción es esta, el teatro que hacés con tus amigas.
—Sí, re. Es mi ecosistema más natural, lo que me pasa en teatro me vuela la cabeza. Te diría que ahora en el audiovisual empecé a encontrarlo, pero me llevó mucho tiempo encontrar esa satisfacción de una buena función de teatro, ese momento único, irrepetible. A mí me pasan cosas con esa adrenalina del teatro de que no se puede parar y se sigue, se sigue, se sigue. Y como eso era tan fuerte, yo no proyectaba ni decía: “Ay, quiero trabajar en la tele”. No lo pensé, sinceramente no lo pensé. A mí me llamaron para trabajar en tele porque me vieron en teatro. A veces me preguntan: “Pero ¿y vos cómo hiciste?”. Y yo digo: hacé teatro. Hacé teatro y hacelo con pasión, porque algo trae. Obvio que hay un montón de gente talentosa, y es redifícil sostener actividades que no te generan para pagar el alquiler. Pero bueno, hay que resistir, hay que seguir haciendo. Cuando el motor y la pasión son tan grandes, no podés dejar de hacer. Yo no podría, aunque no me dé dinero. De eso estoy segura: nunca voy a dejar de hacer teatro.

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