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ENTREVISTA

Cómo reírse de todos por igual: Korovsky y Daniel Hendler revelan los secretos de "División Palermo"

Santiago Korovsky y el actor uruguayo charlaron con El País sobre la serie argentina que causa sensación, y que ya confirmó su segunda temporada.

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Daniel Hendler y Santiago Korovsky en "División Palermo".
Foto: Tomás Francisco Cuesta / Netflix

Por Belén Fourment
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En las últimas tres semanas, casi todo lo que han escuchado son elogios, felicitaciones, una suerte de entusiasmo colectivo. Santiago Korovsky y Daniel Hendler están movilizados por la manera en la que División Palermo ha sido recibida, y aunque es una serie original de Netflix y fue lanzada (el 17 de febrero) con todo un aparato promocional importante a su servicio, dicen que nunca dimensionaron lo que podía llegar a pasar.

Para Hendler, actor uruguayo de largo recorrido internacional, el éxito de estos días es casi como el de aquellas telenovelas de televisión abierta de otra época. División Palermo trascendió Twitter y está en la conversación de bar, en el transporte público, en la calle.

El 28 de febrero, 11 días después del lanzamiento, Korovsky —que atiende como creador, guionista, director y protagonista de esta historia— estaba sentado al fondo de un bar cuando escuchó cómo una mujer recomendaba División Palermo a otra, y le decía que era buena serie para ver en familia, con hijos preadolescentes. Era un gag espontáneo en la vida real; tres días después se confirmaba que habrá segunda temporada.

“Es abrumadora la respuesta, la transversalidad del público”, dice Korovsky desde uno de los tres recuadros en los que se parte la pantalla en videollamada con El País. En otro Hendler, con el sol en la cara en algún bar porteño, asiente y sonríe.

División Palermo sigue a Felipe (Korovsky), un chico apagado que, tras ser abandonado por su novia y despedido de la empresa de su padre, se alista a una guardia urbana (la División Palermo) que lidera Miguel (Hendler) e integran personas con discapacidad. Es una lavada estrategia de marketing de un gobierno que no dista mucho de algunas realidades, y en sus filas están Pilar Gamboa como el interés amoroso de Felipe, y un par de policías (Martín Garabal, Charo López) que ofrecen momentos hilarantes.

Esta es parte de la charla que Korovsky y Hendler tuvieron con El País.

—Hay una suerte de adoración por Miguel, de la gente que la ve pero también del equipo de la serie. ¿Cómo es tu vínculo con él, Daniel?

Daniel Hendler: Me encantó y también debo decir que el guion estaba tan bien escrito, y las pautas de Santi inicialmente fueron tan claras, que rápidamente se armó un camino. Cuando hicimos el teaser, años antes de que se hiciera la serie, Santi me convocó para un armado de dos minutos con algunas situaciones y gags sueltos, y ya aparecían los colores y el tono muy particular de Santi. Lo curioso fue que dos años después, cuando llegaron los guiones, los textos se habían escrito para darle espacio a esas situaciones sueltas, que son casi como amuletos, como un capricho que salió bien. Había mucha claridad en lo que se buscaba, y mi personaje articula un poco el tono entre la diversidad de personajes, la institucionalidad, la ridiculez. Fue especialmente divertido.

—Hay una importante exigencia física a la hora de interpretar a alguien a quien le falta un antebrazo y tiene prótesis.

Hendler: Lo más exigente es que no era un verdadero brazo ortopédico, sino que una parte era guante y yo tenía que inmovilizar la mano, y cuidar de que no se viera la movilidad. Hubiera sido más fácil si hubiera estado rígido. Eso fue lo que más costó al principio; que se me dormía la mano, que había que poner vaselina para que entrara… No había otra que hacerlo así, y al final terminó siendo fácil. Los primeros días me parecía una pésima idea.

Santiago Korovsky: (Se ríe)

Hendler: Porque además no estaba en el guion original, fue algo que apareció ahí. Entiendo que a (Martín) Garabal y Santi se les ocurrió la idea, me la propusieron y eso implicaba una serie de pruebas. La semana previa a rodar, que yo quería estar leyendo el guion, tenía que ir hasta Barracas que es como ir del Centro a Carrasco, ¡cuatro veces! (se ríe)

Korovsky: Sí, cuando se nos ocurrió la idea le preguntamos a Daniel y dijo que sí, pero mientras hacía esas pruebas nos decía: “¿Chicos, les parece tan necesario?”.

—¿En qué minoría encajaba Miguel antes de esta idea?

Korovsky: ¡En ninguna! Pero la verdad es que todo el mundo me escribe y me dice: “Miguel tratando de silbar en el capítulo 5”, por ejemplo. Hay detalles realmente pequeños que la gente destaca, que yo muchas veces descubrí en la edición. Encontrar esas joyas que iba haciendo Daniel, que tiene una sutileza y que iba encontrando cosas por fuera del guion, hacían yo me muriera de risa. Me parece espectacular.

—Ustedes se llevan más o menos 10 años. ¿Hay diferencias generacionales en la manera en la que entienden o se vinculan con el humor?

Hendler: Tenemos la neurosis en diferentes estadios.

Korovsky: Siento que tanto Daniel y yo, como (los personajes) Felipe y Miguel, pasaron algo parecido en algún momento de la vida. Miguel y Dani están un poco más cancheros para sortear situaciones, y en relación al humor no sé… ¿Dani, vos qué sentís?

Hendler: Creo que vos, más allá de que sos más joven…

Korovsky: ¡Soy un alma vieja!

Hendler: (Se ríe) Me parece que compartimos formación con clásicos, con ciertos gustos. Has mencionado a Buster Keaton en alguna nota que te leí, y me parece que 10 años no son nada para la comedia, para el cine. En ese sentido me parece que compartimos cosas. Quizás él está más despierto a algunas cosas nuevas, pero no he sentido mucha diferencia. Igual los viejos suelen percibir menos las brechas (se ríe).

Korovsky: Yo siento que Dani tiene otra experiencia y que podía venir, acercarse, darme consejos para tratar de disfrutar, de soltarme. “Mucha cabeza, tenés que pasar más a la acción”, le dice Miguel a mi personaje, y hay algo de las charlas fuera de cámaras de Daniel hacia mí que tenían que ver con eso. yo escuchaba a Leo Maslíah y él ahora actúa con Maslíah. Hay un mundo en común.

Siento que tanto Daniel y yo, como (los personajes) Felipe y Miguel, pasaron algo parecido en algún momento de la vida

—¿Se cuela algo uruguayo en este mundo de División Palermo, en el proceso, la forma?

Korovsky: Tratamos de que no (se ríe). Creo que la serie es muy rioplatense, la verdad. Por otro lado, hay algo de Miguel que es medio uruguayo...

Hendler: El problema de estas diferencias de terminología es que si yo uso un modismo uruguayo, ni siquiera funciona como un guiño.

Korovsky: Daniel, por fuera del set, era sacarse el brazo y ponerse a tomar mate. Hay algo de la idiosincrasia suya que la tiene el personaje.

Hendler: Busca la convivencia sana y la institucionalidad, dos cosas de las que todavía nos enorgullecemos los uruguayos.

Korovsky: Sí, tienen una creencia todavía en las instituciones, que los argentinos hemos perdido un poco.

—La premisa de División Palermo hace que muchas de las conversaciones generadas tengan que ver con lo incorrecto del humor. En alguna entrevista decían que estaban seguros de estar parados “en el lugar correcto” a la hora de hacer esta serie. ¿Qué les daba esa certeza?

Korovsky: A mí me daba seguridad incluir a las personas que formaban parte del humor en el proceso creativo. Que sean nuestras colaboradoras de guion, que tanto ellas como los actores son los que proponen muchos de los chistes, y todo estaba muy hablado y dialogado con ellos. Eso me hacía sentir que estábamos en un lugar donde visibilizábamos situaciones que ellos atravesaban, y nos estábamos riendo de las problemáticas que tenían para ponerlas sobre el tapete desde un lugar de respeto. Después estaba el tema de cómo lo iba a entender la gente a eso, pero la repercusión es más que buena y creo que se nota el trabajo que hicimos, para también reírnos de la falsa corrección política que hay en estos tiempos, bien intencionada pero abrumadora. Y sobre todo utilizada en el sentido marketinero muchas veces, de querer mostrarse correctas las instituciones, las empresas, los políticos, pero sin un trabajo de base, de cómo cambiar las cosas injustas.

Hendler: Lo que creo también es que más allá de que no fueran objetos de burla, había algo de decir: si es una serie inclusiva tenemos que burlarnos de todos por igual, y no sacralizar esas condiciones como si fueran una especie de escudo que termina discriminando también. Porque con un amigo te burlás de las peores desgracias, y la idea era sumarnos todos al juego y encontrar de qué burlarnos. Eso ayudó a distendernos de a poco en el rodaje, porque al principio nos costaba reírnos de algunos gags porque temíamos ofender al actor que lo llevaba adelante. Y esa también es una forma, cautelosa si se quiere, de discriminación al fin.

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