Redacción El País
El programa del martes de La Morán de noche (Canal 5) fue uno de los más emotivos hasta el momento. La invitada fue Eunice Castro, quien compartió tablas con Carmen Morán y una charla cargada de sensibilidad. En un mano a mano profundo y sincero, la actriz, bailarina y comunicadora repasó momentos claves de su vida, habló del trabajo interno que la transformó y reveló detalles inéditos sobre la autolesión en su nariz.

Durante la charla, Eunice recordó su etapa como bailarina clásica, su regreso al baile después de 12 años gracias a su participación en Bailando por un sueño —el reality conducido por Marcelo Tinelli— y cómo esa experiencia la llevó a quedarse en Argentina para sumarse a un musical tributo a María Elena Walsh, bajo la dirección de Aníbal Pachano.

Fue al evocar a su madre, a quien definió como "un ejemplo en todo sentido: súper luchadora, fuerte, carismática, con mucha magia", cuando Eunice se quebró en vivo.

Pero el momento más conmovedor llegó cuando habló de su etapa más oscura, entre 2016 y 2018, años en los que se alejó por completo de los medios. Aunque ya había tocado ese tema públicamente, esta vez se animó a ir más allá: habló de sus miedos, de lo que le decía la gente en la calle y de cómo llegó al límite de autolesionarse.

Arrancó contando que el clic en su vida fue a partir de 2016: “Tuve una revolución en todo sentido. Me pasó lo de la nariz, pero yo ya venía desconforme. Estaba en un lugar que no me llenaba, aunque tenía todo. Había logrado todo lo que quería. Y ahí empezó el sacudón por dentro”, relató.

Contó que la autolesión fue un punto de quiebre, tras un cúmulo de situaciones no resueltas de la niñez: "No había superado cosas. Yo misma busqué lastimarme", confesó. La operación de nariz derivada del incidente tuvo consecuencias inesperadas: los cartílagos se reabsorbieron y ya no pudo operarse de nuevo, ni en Uruguay ni en Argentina. "Hay opciones en otros países, pero es mucha plata. Y también es una decisión difícil, porque puede no quedar bien", explicó.

Durante ese tiempo, se encerró en su casa y comenzó un profundo trabajo introspectivo. "Empecé a buscar qué me pasaba, por qué o para qué me estaba lastimando a mí misma, y sobre todo en mi rostro, una de mis herramientas de trabajo", narró. Y acto seguido, concluyó: "Eso pasa cuando no estamos sanos y cuando no decimos".

Debió atravesar un proceso silencioso, lejos de las cámaras escenarios, que cambió su forma de ver el mundo y de verse a sí misma. “Me animé a decir que no, a elegir con quién estar, quiénes me rodeaban, qué era lo que realmente quería. Me reinventé. Me sentía más feliz, más tranquila, en paz", expresó.

Si bien el parate sucedió en su momento profesional más activo (estaba haciendo radio, tele y teatro), está convencida de que necesitaba frenar.

El camino de regreso no fue fácil. Incluso pensó en dejar el arte e ir por otros rumbos: “Hasta pensé que no tenía que seguir siendo artista. Busqué trabajo de cualquier cosa, pero no me tomaba nadie. Me decían: 'Con toda la gente que conocés...'".

Confesó que uno de sus mayres temores era no ser aceptada otra vez por el medio, o que el público no la reconociera. "A veces iba por la calle y ni los cuidacoches me reconocían. Me decían: 'Yo te conozco, pero estás diferente'", recordó con honestidad.

Sin embargo, cuando en 2018 volvió a subirse a un escenario con Ni familia ni amigos en el teatro El Tinglado, supo que ese era su lugar.

Además de regresar a las tablas, se reinventó con charlas y talleres para mujeres, donde compartía su historia con otras que también buscaban sanar. “El humor y la capacidad de reírme de mí misma me salvaron”, dijo en otro tramo de la entrevista.