Las Pastillas del Abuelo vuelve a Uruguay con un show que celebra el cierre de un ciclo y abre una nueva etapa

En mayo, durante su paso por el Cosquín Rock Uruguay, Piti Fernández cantó “Qué hago yo esperando un puto as” con la bandera uruguaya sobre los hombros. Las franjas blancas, intervenidas por quien la lanzó desde la valla, llevaban escrito el nombre del grupo: Las Pastillas del Abuelo. La canción, hacia el final del show, desató el pogo más eufórico de su actuación.

En charla telefónica con El País, Fernández recuerda “el aura” de aquella noche en la Rural del Prado, las charlas con colegas rioplatenses tras bambalinas y, sobre todo, un episodio insólito con la bebida que auspiciaba el festival. “Hubo un problema con el fernet, no sé si era la marca o la mezcla, pero algo pasó”, cuenta entre risas.

El comentario viene de un especialista. Devoto confeso del fernet, el cantante le escribió sonetos, colecciona carteles, botellas, remeras y hasta medias. Su fanatismo llega al punto de declarar, más de una vez, que le gustaría pasar sus últimos días en Córdoba, la capital espiritual del brebaje.

El motivo de esta entrevista es el recital que Las Pastillas del Abuelo ofrecerá esta noche en Sitio. Las últimas entradas se venden a través de RedTickets y cuestan 2.590 pesos.

El show, adelanta Piti, incluirá un repaso por clásicos de su obra, como “Rompecabezas de amor”, “Otra vuelta de tuerca” y “Tantas escaleras”.

Su nueva visita coincide con el cierre de XX, el proyecto con el que celebran sus 20 años de trayectoria. Inaugurado en 2023 y dividido en dos EPs, el grupo rescató ocho canciones inéditas de su primera época y las reimaginó junto a colegas de ambas orillas del Río de la Plata.

La lista de invitados incluye a Ruben y Julieta Rada, Ciro Martínez, Abel Pintos, Emiliano Brancciari, Los Auténticos Decadentes y Ke Personajes. El resultado es un reflejo de la variedad estilística que los alimenta: un recorrido donde el rock es punto de partida para diálogos musicales que, con sello uruguayo, hasta incorporan el candombe y la murga.

“Fue una belleza”, dice sobre la experiencia de trabajar con artistas de distintos estilos. “Tratamos de no perder nunca la capacidad de asombro, y poder compartir con Ciro, Germán Daffunchio y Rada se resume en dos palabras: asombro y agradecimiento”.

Cuando repasa canciones como “Sabina y Piazzolla” o “Ama a quien llora por ti”, escritas cuando rozaba los 20 años, encuentra puntos de contacto con las temáticas que aún lo impulsan a componer. “La motivación siempre fue sanar y poner en palabras cosas para que duelan y angustien menos, y que me generen menos ansiedad”, asegura.

Eso es, justamente, lo que busca cuando piensa en el sucesor de 2020, su último disco de estudio. “Ahora estoy extrañando mucho a Alberto ‘Beto’ Sueiro, el autor de ‘¿Qué es Dios?’, la canción dedicada al Diego, y de todo el disco El barrio en sus puños. “Entonces sé que me tengo que guardar un momento para poder sanar esa historia haciendo alguna canción”, revela. Por suerte, hace unos años descubrí que cuando sano con una canción bien hecha, eso también sana a los demás”.

Esa búsqueda, que atraviesa y alimenta la discografía de Las Pastillas, se transforma luego en canciones coreadas en estadios y frases estampadas en remeras y tatuajes. Es, también, la clave de la identificación con su público. “A veces pienso que somos un puñado de locos, porque Argentina tiene 45 millones de personas y nosotros, con suerte, podemos llevar a 30 mil a un estadio. Por lo tanto, somos una pequeña porción de la población, pero lo que se genera es tan intenso que parece que somos los Rolling Stones”, bromea.

En Uruguay, donde el grupo suele agotar las entradas en cada presentación, también generaron un público fiel. Ya pasaron por La Trastienda, Sala del Museo y el Teatro de Verano, y esta noche van por una nueva conquista en la carpa de Sitio, donde buscan reafirmar eso que hace tiempo se volvió misión colectiva. “Somos una comunidad que sana a través del poder de la creación de un carismático”, remata con una carcajada.