Agarrate Catalina con Bizarrap: detrás de su viaje secreto al Latin Grammy y la única condición que pusieron

Yamandú Cardozo cuenta en primera persona cómo llegó la Catalina a colaborar con Bizarrap. Sus anécdotas en los Grammy Latinos, qué significa esto para la murga uruguaya y su cruce con Shakira.

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Yamandú Cardozo de Agarrate Catalina, 2022. Foto: Marcelo Bonjour
Yamandú Cardozo de Agarrate Catalina.
Foto: Archivo El País

A punto de dejar el hotel de lujo en el que ha estado instalado en los últimos días, ese en el que se ha cruzado con figuras como Laura Pausini o Antonio Banderas, Yamandú Cardozo dice a El País, por teléfono desde Sevilla, que lo que pasó en estos días tiene “la lógica de los sueños”: esa lógica que está tan corrida de la normalidad que parece un invento, a veces un sinsentido.

Lo que pasó es esto: que hace un mes Bizarrap, el productor más importante de la música iberoamericana actual, empezó a seguir a Agarrate Catalina en Instagram, mandó un mensaje, inició una conversación, hizo una invitación. Iba a dar el show más destacado en la 24° gala de los Latin Grammy, que por primera vez iban a ser fuera de Estados Unidos, y además de tener a Milo J, a Shakira y a un par de las canciones más virales de 2022-2023, quería celebrar el tango, el candombe, la murga. Y quería a la Catalina, la más internacional de las murgas uruguayas.

Lo que pasó desde aquel día de octubre a este jueves, cuando la Catalina irrumpió en los Latin Grammy y fue parte de un show del que habló el mundo, Yamandú Cardozo se lo contó a El País.

El sueño de la Catalina, en primera persona

“Nosotros veníamos de meses recontraintensos. Veníamos de hacer el Luna Park por los 20 años y tres días antes habíamos estado, por primera vez, con la Sinfónica, una locura que no nos había dado tiempo a procesar. Y nos fuimos a tocar a La Ballena Azul por otra cosa que le pasó a la Catalina con lógica onírica: un día me llaman del CCK que el Ministerio de Cultura argentina le estaba haciendo un homenaje a (Adolfo) Pérez Esquivel por el 43° aniversario de la entrega del Premio Nobel de la Paz, y le preguntaron qué quería, y lo único que quiso es que fuera la Catalina. Y en el medio de eso profundamente emocionante, nos escribe Bizarrap.

La novedad de esa gira había sido: ‘chiquilines, adivinen quién empezó a seguir a la murga’. Después nos hizo la invitación, charlamos por WhatsApp, y desde ahí todo es completamente liso: ‘Tengo esta canción (la sesión 57 con el rapero Milo J), le vimos un costado a nivel armónico que me parece que es una murga, y me encantaría que lo hicieran ustedes’.

A partir de ahí empezó otro partido. Nos mandaron desde Miami una maquetita de murga. Y eso que ellos con su compositor Santi mandaron como con mucha humildad, casi pidiendo permiso, ya tenía un corazón recontramurguero, que no es fácil de encontrar por más de que seas el productor estrella y el rey Midas de la actualidad. Hay que tener sensibilidad especial para no ser del palo y hacer eso.

Lo único que le pedí a Gonza (o sea, Bizarrap, nacido Gonzalo Julián Conde) fue que la gente que viajara tenía que ser la cantidad suficiente para que la murga sonara a murga. Y que existiera la base de candombe por momentos, que era algo que ellos querían, pero que la murga tocara murga, la bata de murga. Y eso también partió desde él y me recontra ganó: de primera me encajó tres goles a cualquier prejuicio que yo pudiera llegar a tener. Entendió que, de alguna manera, lo único que podía hacer que la murga no participara de esto era que se volviera una careteada con el género. Y me pareció recontra emocionante y agradecible en un botija que tiene 25 años y el mundo musical al alcance de su mano. La frase que nos decían era: '¡Lo que digan los Catas!'.

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Milo J y miembros de Agarrate Catalina en los Latin Grammy.
Foto: Instagram @milo.j

En la cooperativa tenemos un sistema. Hay gente más bien fija, que tiene su vida supeditada a salir corriendo en plan bombero para apagar el incendio que plantee la Catalina, y otra que viene cuando pueden. En la gente que vino a esto, la mayoría estamos desde el día 1, hace 21 años. Pero nos vinimos el 11 a Sevilla sin poder decirles nada a los que se quedaron. Pedían confidencialidad.

¡A León Gieco me lo acabo de encontrar en el hall del hotel! 'Boludo, ¿cómo no me dijeron nada?, ¿vamos a cantar dentro de cinco días (en el Teatro Solís, este 24 y 25 de noviembre) y no me dijeron nada? ¡Manga de botones!’.

Fue recontra gracioso ser portadores de decepción total para la multitud que estaba instalada desde hace tres días en la puerta del hotel. Nos partió el corazón un niño que estaba con su madre y le decía a su hermanito, cuando nos vio bajar: '¡Puro desconocido, puro desconocido!'. ¡En la cara! Es que este no es el universo en el que yo imagino a la Catalina, más allá de que se la banca. Y sin embargo, lejos de todo eso, de la multitud esperando a otras personas, de todas las luces, de todo el color, de todo lo glamoroso del asunto, me encontré con un montón de gente que tiene su vida clavada en la música.

En el hotel nos cruzamos con Antonio Banderas, Laura Pausini, María Becerra, yo que sé, ese tipo de vecindades en el desayuno o en el hall. Nos hicimos muy amigos de la técnica de Sevilla; convidamos mate a un montón de gente y alfajores que trajo Fernando (el mánager), hicimos mucha onda con la barra de Biza, la gente de Milo… A Shakira la vimos en todos los ensayos, todo el tiempo, pero realmente no interactuamos. Creo que el último día pasó y dijo: 'Buenas, hola'.

A Shakira la vimos en todos los ensayos, todo el tiempo, pero realmente no interactuamos

Es que esta movida no es solo la Catalina y las 15 personas que viajamos en total; son los bailarines de Shakira, todo lo que implica que ella esté acá, la técnica enorme, cuando fuimos a Buenos Aires a ver unos ensayos de cámaras. A nivel económico, todo eso, tengo entendido que es una movida de Bizarrap. Te invitan: te traen, te ponen e implícitamente el ir seguramente te da cierta exposición, y hay una generosidad y una confianza, porque aunque hubiera estado ensayado hasta el mínimo detalle, siempre dependía de que no la cagáramos, ¿eh? Y hubo una libertad que estuvo recontra buena.

Después del show celebramos de una manera descontrolada, con la murga saliendo como en una bajada. Había una zona inmensa de camarines, todos los números artísticos en el mismo lugar, con áreas comunes. Bueno, invadimos todas las áreas entre la barra de la Catalina, la de Milo, de Biza y todo el elenco de baile de Shakira. Todas esas 60 o 70 personas en un pogo único, bailando al ritmo de plena en una batería de murga. Una cosa... Una locura: es lo que te digo de la lógica onírica de todo el asunto.

Lo más lindo es ver ahora las repercusiones y una cantidad de gente sintiendo eso, el orgullo. Montón de colegas escribiendo cositas recontra lindas de esos 30 y algo de segundos de una murga trepada a ese set. A lo mejor esto hace que la murga llegue no solo a otras personas, sino a una generación de gurises y gurisas que son hijos de gente que sí curtía carnaval y no tienen idea de qué se trata el género. Porque tenemos escarapelas colgadas en el saco que yo no sé si están tan vigentes. ¿Será que somos tan representativas de lo que pasa en el interior de los barrios más sumergidos, con la gurisada? Este tipo de cruces, y no me quiero colgar ninguna medalla, me parece que colaboran en ese sentido. Está recontra bueno mirarlo desde ese lugar del beneficio de llegar hacia algún otro destinatario”.

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