Todos los discos de Diego Drexler son, podrían ser, una respuesta. El primero, De vuelta, es hijo de la necesidad. El segundo, Pampero, nació del viento. El tercero, Eternos misterios, de la pandemia, pero también de la inminente llegada de su tercera hija.
Cuando Juana estaba a punto venir, el músico supo que, por un buen tiempo, no iba a componer: no iban a aparecer las canciones, no iba a haber margen para hacerlas. Eternos misterios fue lanzado en diciembre de 2021 de un solo tirón. Recién en la Navidad de 2023 se le apareció una nueva música. Ahora, finalmente, llegó Caminar, un disco alumbrado por el movimiento y que expande su camino solista. Ese que Diego nunca buscó.
“Yo estaba medio que... No sabía cómo arrancar el disco, estaba bloqueado. No me veía en casa”, dice una mañana de primavera en charla con El País. Hasta entonces, había hecho todos sus álbumes en su propio estudio, con su control “freak” al máximo, haciendo todo lo que podía hacer (desde colocar el primer micrófono en la batería hasta editar los coros). Pero esta vez, algo se sentía diferente.
En 2024, en medio de esa deriva, el productor Agustín Ferreyra, uno de los directores de Wannaclap, lo invitó al estudio. “Y estuve por cancelar la primera sesión. Tuve como un ataque de pánico la noche anterior, pensé: ¿qué estoy haciendo? Me acosté creyendo que al otro día me levantaba para cancelar”, cuenta ahora. “Al final fui con un tema que no estaba terminado, una cosa rarísima, ‘El dilema del nadador’, y lo maqueteamos y estuvo re bueno. Y así empezamos. Maqueteamos ya armando sesiones de grabación, fuimos convocando a la banda. Y no hubo ensayo previo. Fuimos haciéndolo”.
Así, sobre la marcha, Caminar fue encontrando su forma. El disco —que tiene ocho canciones, y en cuyo proceso se grabaron otras cuatro que saldrán próximamente— iba a llamarse Trinchera emocional, pero Jorge Nasser le sugirió esta alternativa y puso luz sobre una canción que, para Drexler, era cero protagonista. “Sacamos el tema y entró en Novedades sudamericanas [de Spotify]. ¡Sonó pila!”, dice. “Pero para mí es una canción que me daba... Es medio pop Cerati. Es un lugar nuevo para mí”.
Nasser, además, imprimió toda su fuerza en la canción más rockera del disco, “Estás perdiendo el tiempo”, un ejercicio atípico para Diego Drexler en tanto decidió cederle el control de la mayoría de las decisiones. La otra colaboración es con su prima, Ana Prada, con quien hizo “Bye bye bye amor” y comparte toda una vida de canciones. “Yo empecé a cantar con ella, en las reuniones familiares y en la banda de Daniel, La Caldera; yo era el che pibe, después el asistente y en un momento empecé a tocar el bajo y a hacer coros. Es como una memoria familiar. Ana es una gran cantante”, dice.
Los videoclips de esos dos temas, junto con el de “Caminar”, se unen de alguna forma, van contando una historia que se convertirá en cortometraje. Se llamará Relatos de la trinchera emocional y, si todo sale bien, podría estrenarse en cines.
Por lo pronto, Diego Drexler tiene una cita este sábado a las 21.00, cuando vuelva por tercera vez en el año a tocar al Café Brasilero (Ituzaingó 1447), con Fernando Servian, Federico Buono y Lucas Vidal, las canciones de Caminar y las de todo su recorrido (reservas al 092 300 021).
Planea tocar mucho en el verano, un tiempo que pasa entero y en familia en Rocha, donde tiene lugar La Serena Festival de la Canción, el encuentro musical que impulsa con sus hermanos, Jorge y Daniel Drexler.
Aunque lleva más de 10 años con su proyecto solista, sabe que este camino es de insistencia. “Vas a hacer un trámite y te preguntan: ‘Ah, ¿qué sos de Jorge?’, y la otra frase es: ‘Ah, el de Cursi’”, dice en referencia a su antigua banda, la de hits como "La pachanga falsa" o "Corazón de hotel". “Pero que conozcan el proyecto solista por el proyecto solista… Yo todavía siento que la sigo remando”.
Ese “remar” implica, también, la constante búsqueda de una banda, lo que de alguna forma ha perseguido desde que Cursi, la exitosa banda que fundó con Fabián Krut —con quien hace meses volvió a encontrarse en un estudio— interrumpió su recorrido. “Si mirás un poco, salió mi primer disco y lo que pasó después fueron intentos míos de generar otra banda. Hicimos Ludique, con Mariana Lucía y Queyi; después me metí a tratar de formar los Travelin’ Irvins, que estuvo buenísimo y sonaron pila esos temas, pero no prosperó. Entonces salió Pampero, vino la pandemia y bueno, seguí. A lo que voy: yo no elegí el camino solista”, dice. “Pero uno va yendo por donde las cosas te llevan”.
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