El Oscar 2025 reconoció el espíritu independiente de "Anora" como una forma de hacer las películas

La victoria de Anora en la entrega de los Oscardel domingo debe ser tomado —con pinzas, eso sí— como una declaración de principios. En una ceremonia cuyo motivo central pareció ser rescatar la experiencia (artística, colectiva) del cine, la película de Sean Baker es un reconocimiento a una forma de entender ese arte.

Fue la noche de Anora. Se convirtió, por ejemplo, en una de las cuatro de la historia en la que coincidieron los dos premios más prestigiosos de la industria: como Días sin huella en 1945, Marty en 1955 y Parásitos en 2019, ganó la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a mejor película. Baker, además, es la primera persona en ganar sólo para él y por una misma película cuatro estatuillas en una sola noche.

En total Anora y Baker se hicieron con cinco Oscar, el máximo de la noche: película, director, editor, guion y actriz principal (Mikey Madison quien dejó sin premio a Demi Moore, la estrella que parecía inevitable).

Le siguió en estatuillas, El brutalista (tres: Adrien Brody, la música y la fotografía) que es una celebración, no tan completa como Anora sobre una forma de entender el cine. Cónclave y Un completo desconocido, las dos películas más tradicionales de las aspirantes consiguieron uno cada uno (mejor guion adaptado que probablemente sea lo mejor que tiene el thriller pontificio) y ningún Oscar, respectivamente.

Los dos Oscar en rubros técnicos a Duna parte 2 y Wicked también recuerdan sl cine como espectáculo y Aún estoy aquí, la brasileña que ganó como mejor película internacional, es un drama bien tradicional.

Emilia Pérez —la que llegó con 13 nominaciones y hace un par de meses iba a arrasar con todo y al final se llevó un Oscar para Zoe Saldaña y otro para una de sus canciones—es deJacques Audiard, un cineasta francés prestigioso y con una Palma de Oro en su curriculum. La cancelación de Emilia Pérez y de su protagonista, Karla Sofía Gascón, es otro de los temas que rodearon a estos Oscar.

Es difícil sacar conclusiones a futuro —cada temporada tiene sus características irrepetibles— pero quedó claro que este año se fue por su relevancia artística y cultural. Anora aplica directamente a ese modelo.

En algunos de los cuatro discursos de agradecimiento, Baker -quien tiene 54 años y dos décadas de carrera- rescató el espíritu independiente del cine y la imperiosa necesidad de seguir creando desde ahí. Anora se hizo por seis millones de dólares, minucias para los estandares de producción del cine de Hollywood.

“Algunos de nosotros queremos hacer películas personales destinadas a estrenarse en salas con temas que los grandes estudios nunca aprobarían”, dijo Baker cuando recibió el premio Independent Spirit Awards. “Queremos libertad artística completa y la libertad de elegir al actor adecuado para el papel, no a quien nos vemos obligados a elegir teniendo en cuenta el valor de taquilla o cuántos seguidores tienen en las redes sociales”.

Anora está cargada, además, de referencias cinéfilas que parecen contradictorias pero siempre ha convivido. Las más obvia parece ser la relectura de Mujer bonita (y por qué no Las noches de Cabiria de Fellini) y las comedias clásicas de Ernst Lubitsch y Howard Hawks (un antecedente que hizo notar el jurado de Cannes) y el desenfado de otro comediógrafo clásico como Preston Sturges. Pero en los agradecimientos figura el español Jesús Franco (maestro de cultor de géneros menores), el costumbrismo del francés Maurice Pialat, la experimentación de John Cassavetes o el exotismo de películas japonesas de la década de 1970 (Baker ha hablado de Female Prison #701: Scorpio.

El cine, se sabe, es el arte autoreferencial por excelencia.

La carrera de Baker se ha movido siempre por terrenos independientes. Tangerine, su primera película de trascendencia global fue filmada con un iPhone y contaba una historia en la comunidad de la prostitución trans en Los Angeles. The Florida Project fue su primera película en llegar al Oscar (tuvo una nominación a mejor actor de reparto para Willem Dafoe) y era sobre el vínculo entre una madre y su hija en un ambiente lumpenizado de Orlando. Red Rocket se centra en un actor porno que vuelve a su pueblo mientras prepara un regreso a Los Angeles. Su cine es personal y cargado de colores. Hay algo de los independientes que trabajaban en la industria en la década de 1970 como Bob Rafelson.

Hay en su obra, así, una imperiosa necesidad de contar un universo marginal, a menudo vinculado a los trabajadores sexuales. Anora habita ese mundo con una combinación entre comedia romántica y thriller alocado sobre una bailarina y prostituta pobre que se casa con el hijo de una familia oligarca rusa, que no está muy contenta con su nuera.

Anora fue distribuida por Neon (que consiguió el Oscar con Parásitos) y Mubi y Janus Films ganaron premios por, respectivamente, La sustancia (que es de una directora francesa y se llevó mejor maquillaje) y Flow, la letona que es la primera película independiente en ganar como mejor animación.

El brutalista que a pesar de su aspecto se hizo por 10 millones de dólares, es un proyecto personal de Brady Corbet, quien tiene 38 años y hace, para bien o para mal, el cine que quiere. La distribuye A24, la productora indie más importante.

“Quiero agradecer a la Academia por reconocer una película verdaderamente independiente”, dijo Baker al recibir el premio mayor de la noche. “Esta película está hecha de la sangre, el sudor y las lágrimas de increíbles artistas independientes. ¡Viva el cine independiente!”

Imposible no coincidir. Quizás esta vez sí, el Oscar sea el comienzo de una era en el que el cine se concentra en contar historias que no dependa del algoritmo. Lo estamos necesitando.