Es complicado hablar con Sebastián Manito. El motivo, las extensas grabaciones de Fuego Sagrado, el reality de asadores que estrenó su quinta temporada el lunes a las 21.15 en la Tele.
Manito se suma al ciclo que vuelve a contar con Lucía Soria y Aldo Cauteruccio como jurados, quienes están con el entrevistado mientras charla con Sábado Show.
—¿Cómo te lleva la experiencia de hacer televisión y estar en el set de Fuego Sagrado?
—Increíble, la verdad que esto es increíble. Estamos disfrutando la experiencia a tope.
—Imagino que se come muy bien.
—Sí, ni te digo (risas). Me estoy riendo porque los otros jurados (Lucía Soria y Aldo Cauteruccio) están celosos de que me están haciendo una entrevista. Quieren que diga cosas lindas de ellos. Están como diciendo: “Decí que somos divinos” (risas).
—Ellos son figuras de la televisión, y vos sos el recién llegado. Aparte, tenés un camino que, de entrada, no tenía mucho que ver con la gastronomía. Fuiste judoka, hiciste lucha, ahora hacés arquería, sos arquitecto, hincha de Nacional... ¿cómo entra la cocina en todo eso?
—Sí, todo eso es cierto. Empecé en judo a los cuatro años, después hice lucha, después me dediqué a la carrera aventura. Hace cuatro años que estoy con arquería, y la verdad que me ha ido muy bien. Es muy divertido, aunque no para dedicarle la vida. Y la cocina, fue casi de casualidad. Soy arquitecto de profesión, trabajé y sigo trabajando de eso, y como pasa en muchos grupos, era el cocinero doméstico de mis amigos. Siempre me tocaba la parrilla, me fui entusiasmando y empecé a tomarlo más en serio. Un amigo me dijo que tenía que dedicarme profesionalmente, a mí me pareció una locura, pero insistió tanto que probé. Empecé con algunos eventos chicos y me empezó a ir bien.
—Y eso te llevó a cocinar afuera del país también.
—Sí. Dos o tres años después de empezar con los eventos, me contrataron para ir a cocinar a Miami. Después me fui a Chicago a hacer el curso de Grill Ambassador para una marca importante. A la vuelta ya tenía mi empresa armada. Después vino la pandemia, que frenó todo, y ahí surgió el proyecto del libro, Manual de parrilla del Río de la Plata con la editorial Aguaclara. Yo estaba haciendo talleres de parrilla y no había un manual uruguayo sobre cómo encarar la parrilla. Lo hicimos y por suerte fue muy bien recibido.
—Ganó premios importantes, como el Gourmand, en 2023.
—Sí. Ganamos en los Gourmand Awards como mejor libro de parrilla del mundo, cuando la ceremonia se realizó en Suecia. Nunca un uruguayo había ganado ese galardón. También ganamos el Libro de Oro por ser el libro de gastronomía más vendido de ese año, y seguimos liderando las ventas. Hace menos de un mes, en Portugal, en la gala de 30 años de los Gourmand, eligieron los 70 mejores libros de gastronomía de todos los tiempos y quedamos entre los ganadores. Así que ha sido un recorrido increíble.
—Y esa visibilidad te llevó también a la radio.
—Sí, surgió la posibilidad de hacer columnas en el programa Quién te dice en Del Sol. Estuve dos años semanalmente, ahora quincenal, y ya llevo más de 180 columnas sobre asado. Y se vienen más proyectos por delante que todavía no puedo adelantar, pero me tienen muy contento.
—¿Y cómo fue que te llamaron para sumarte como jurado a Fuego Sagrado?
—El año pasado estuve como invitado en un programa. Calculo que a alguien le pareció interesante lo que dije o hice. Este año Fede Desseno no pudo sumarse por compromisos personales, y quedó la vacante. Sé que se manejaron varios nombres y finalmente me ofrecieron estar. Obviamente dije que sí.
—Ya tenías una carrera armada, pero la televisión es otro mundo, otros tiempos y otra exposición.
—Sí, es totalmente diferente. Lo que me impactó fue el ambiente de trabajo. Fuego Sagrado es una producción muy grande, y muy cuidada. Así que estamos bien contenidos, pero lo que más me impresionó es el compromiso del equipo. Todos laburan con muchas ganas y hacen que el trabajo de los demás también salga bien. Eso se nota en la pantalla.
—¿Y cómo fue para vos pasar de cocinar a tener que evaluar los platos de otros?
—Lo primero que sentí fue mucha empatía. Hay participantes que saben mucho más de lo que pueden mostrar en televisión, pero lidiar con el reloj, las cámaras y la presión, no es fácil. A veces siento que no soy del todo justo, pero uno tiene que evaluar lo que tiene enfrente. Algunos entendieron desde el día uno que esto es un programa de televisión y hay que mostrar más que solo cocinar. Intento ser didáctico, dar devoluciones que sirvan tanto al participante como a quien mira desde su casa.
—Está bueno eso de enseñar también. Lucía, por ejemplo, siempre está dando consejos.
—Sí, es generosísima. Comparte su conocimiento no solo con los participantes, también con nosotros. Y Aldo es un fenómeno, parece un chiquilín escapado de Harry Potter, pero con abdominales marcados (risas). Pasamos muchas horas juntos, grabamos más de 12 horas por día. Por suerte hay buena onda y nos reímos mucho. Ya se empieza a sentir la angustia de que en algún momento esto se va a terminar y lo vamos a extrañar.
—Con jornadas tan largas, ¿cómo hacés para equilibrar con tu vida personal, teniendo dos hijos chicos?
—Bueno, justo agarramos vacaciones de julio en el medio, pero seguimos grabando sin parar. Y el apoyo de mi familia es fundamental. Mi señora se hace cargo de todo: llevar y traer a los nenes al colegio, las viandas, todo. Yo llego a casa directo a dormir para despertarme temprano al otro día. También cuento con ayuda de familia y amigos, hay mucha buena onda afuera también. Eso me sostiene.
—¿Y a todo esto, la arquería queda en pausa por ahora?
—Sí, aunque mientras grabábamos Fuego Sagrado me tuve que ir a un Mundial en Colombia, porque compito por la selección. Ahora estoy entrenando muy poco, pero justo, por suerte, en invierno no hay torneos al aire libre. Mi entrenador y mis compañeros me corren un poco, pero por ahora no hay más remedio.
—¿Entonces podemos llegar a tener un chef uruguayo compitiendo en los Juegos Olímpicos?
—Si soy honesto, no llegaríamos a los Juegos Olímpicos. Ya esa etapa de deportista de élite quedó atrás. Apunto a ser un buen entrenador en algún momento, más que a competir.
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