Es, para muchos, el icónico agente Fox Mulder de Los archivos X, la serie de ciencia ficción que se convirtió en un clásico de los años noventa. Ahora el actor David Duchovny se estrena como conductor en la serie documental Expedientes desclasificados que se estrenó en el canal History y estrena capítulos los jueves, a las 21.50.
Esta docuserie brinda un acceso a la evidencia más reciente detrás de algunas de las operaciones más secretas, insólitas y sorprendentes de la historia, desde el origen de la leyenda del Área 51 a la audaz operación que inspiró la película Argo, entre muchas más.
“Siempre me han atraído las exploraciones de los aspectos más complejos de nuestra vida, profundizando en conversaciones que van más allá de la superficie y revelan historias más interesantes”, cuenta el actor David Duchovny, ganador del Globo de Oro por la serie Los archivos X. “Estoy encantado de producir ejecutivamente y conducir una nueva serie del canal History que no tiene miedo de ir hasta el fondo. Contamos las increíbles historias de secretos gubernamentales que recién ahora salen a la luz. Esta serie demuestra que los secretos pueden descubrirse y que los misterios todavía pueden resolverse”, detalla el actor.
Más allá de los hechos, Duchovny valora cómo cada caso se presenta en la serie, combinando rigor y entretenimiento. “Algunos de estos casos tienen una importancia histórica mundial, y otros son raros, extraños o incluso graciosos. Entonces, como que la forma en que se presentan en la serie fluye.”, explica el actor. Y añade: “A mí me gusta participar en conversaciones, ya sean filosóficas, psicológicas o históricas. Tengo un podcast donde hablo mucho sobre el fracaso. Y mis libros tratan sobre personas, pero ficticias. Así que supongo que siento el impulso de contar historias, pero también el de contar historias reales, como cualquiera. Me gustan las buenas historias, sean de ficción o no ficción”.
—¿Hubo algún caso de esta serie que te sorprendiera o que se te haya quedado grabado?
—Es difícil elegir porque hay muchos. Bueno, un par de esas historias ya fueron llevadas al cine. Van a resultar reconocibles, pero acá lo que mostramos son los hechos. Por ejemplo, la historia de Argo, que Ben Affleck convirtió en película hace unos años. O el caso de MK-Ultra, con los experimentos con drogas y su posible uso como armas. Me resulta fascinante ver cómo se las utilizó, sobre todo habiendo vivido los años 80 con la campaña “just say no”, y luego ver cómo la gran industria farmacéutica se apropió de la psicodelia y de la gestión del dolor. Es increíble ver cómo las drogas se han usado como armas y como herramientas políticas. Pasaron de expandir la conciencia y la espiritualidad en los 60, a que algunos en el gobierno pensaran: “¿cómo podemos usarlas como armas? ¿Cómo podemos lograr control mental o leer la mente? ¿Cómo podemos crear un candidato manchuriano?”. Hitler tenía un ejército entero de soldados con metanfetaminas, “súper soldados”. Ese recorrido me resulta apasionante: cómo algo como las drogas psicodélicas puede ser visto como salvación, como conexión con Dios, o como un medio para salvar una política a través de la manipulación de otras mentes. Pero también hay mucho material del que no se sabe nada y que se descubrirá en el programa. También casos que jamás habías escuchado, como la fascinación con Groenlandia -que de hecho volvió a mencionarse hace poco- o Plague Island, donde se intentaron crear armas biológicas. Son temas que incluso hoy están en las noticias, pero que en realidad tienen un trasfondo histórico mucho más largo.
—¿Trabajar en este programa te hizo sentir un poco como Fox Mulder en la vida real?
—No, en realidad no, porque -justo decía esto en otra entrevista- cuando interpretás un personaje, está lo que dice y está el diálogo en sí, pero lo esencial para el actor es hacerlo real, lo que hay debajo. Entonces, aunque el tema fuera lo paranormal o los extraterrestres, eso no era con lo que yo trabajaba como actor. Nunca se me metió nada de eso, simplemente intentaba darle cuerpo a lo que decía. Así que no, no me puso en ese espacio. Es como la otra cara de la moneda. The X-Files es ficción, drama, son los personajes. Esto es más bien un documental histórico, basado en documentos clasificados que, con el tiempo, se desclasifican según la ley estadounidense. Y ahí obtenemos la historia real: quiénes fueron los protagonistas, qué acciones tomaron. No se trata de legitimar teorías conspirativas, sino de contar hechos históricos.
—Durante mucho tiempo evitaste participar en proyectos similares a la serie The X-Files. ¿Qué te hizo aceptar este?
—Esto no es actuación. Si me hubieran ofrecido una película o una serie de ficción de este estilo, hubiera dicho que no, porque ya hice eso. Pero esto es otra cosa: es presentar, conducir, algo más cercano a un documental. Muy distinto. A propósito me había mantenido alejado de programas relacionados con The X-Files, con ficción, porque pensaba: “hicimos un gran trabajo, ¿para qué volver? ¿Por qué intentarlo de nuevo, salvo que hiciéramos lo mismo otra vez?”. Pero cuando apareció este proyecto pensé: “ah, esto es un aspecto diferente”. Acá solo conduzco. Es otra manera de hacerlo. No estoy actuando, no estoy interpretando un personaje, no estoy repitiendo al mismo personaje. Lo que hago es revelar estas actividades -a veces impactantes, a veces que cambiaron el mundo y a veces ridículas- que ocurrieron y que fueron clasificadas y ocultas. Y tenemos una ley muy buena -al menos todavía la tenemos en este país, quién sabe por cuánto tiempo más- que obliga a desclasificar después de ciertos años. Creo que, de algún modo, funciona como un freno, porque la gente sabe, tal vez no en vida, pero sabe que eventualmente se va a descubrir lo que hicieron. Y de eso trata el programa.
—Mulder creía en muchísimas conspiraciones, algunas paranormales. Vos mismo, ¿sos creyente o más bien escéptico?
—Soy escéptico. Soy una persona basada en la ciencia. Yo creo en los hechos. Y vivimos en un mundo en el que la gente parece sentirse con derecho a tener su propio conjunto de hechos, lo cual es peligroso y angustiante. No puedo imaginar que alguien vea el programa y diga: “eso es una mentira, es una tapadera, no es cierto”. Pero ahí estamos hoy. No sé cómo salimos de esto.
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