El jueves, el músico uruguayo The La Planta presentó en Argentina su nuevo disco, “La casa de la cumbia”, compuesto por 20 canciones y cuatro mixes que ya comenzaron a sonar en todos lados. En esta charla con Sábado Show y mientras se prepara un mate, el músico que tiene canciones con cientos de millones de reproducciones en Youtube y Spotify habla de su crecimiento, de cómo el haber sido subestimado por las grandes empresas de la música lo ayudó a ser uno de los artistas más escuchados y los artistas que colaboran en su nuevo disco. También de su apoyo al club de fútbol de Cerro Largo.
—La presentación del disco se hizo en Buenos Aires, ¿fue por algún motivo en especial?
—La casa Spotify está en Buenos Aires y, como tengo el lanzamiento vinculado directamente a la empresa, era una gran oportunidad para aparecer en la plataforma. Tenía sentido aprovechar esa vitrina porque es un lugar donde pasan muchas cosas, donde la música de toda la región se mueve con otra fuerza y visibilidad. Para mí era importante estar ahí, mostrar el proyecto y dejarlo bien posicionado. Por eso se hizo allí y no en otro lado: era el momento justo y el lugar indicado para dar ese paso.
—Es una consagración también: si bien en Uruguay ya te reconocen, tener el respaldo afuera suma.
—Sin dudas. Muchas veces pasa que el reconocimiento del exterior tiene que llegar primero para que después te lo den en tu propio país. Es como si necesitáramos esa validación de afuera para que acá recién se valore el trabajo. Entonces, que se abran puertas en otro mercado es clave, porque me permite mostrar que la música viaja, que no se queda en un solo territorio. Es fundamental estar en todos lados, abarcar de a poco cada lugar, y aunque es un proceso lento, cada logro afuera significa mucho para mí y también repercute en cómo me perciben en Uruguay.
—Sos un artista que viene del interior, que arrancó de abajo y que fue creciendo “de forma orgánica”, como dicen los creadores de contenido.
—Sí, fue bastante orgánico. Con The La Planta al principio hubo subestimación. Muchos pensaban que iba a ser algo pasajero, que iba a durar un verano y después se iba a apagar. La expectativa era baja, casi nula, y cada vez que sacaba un tema nuevo sorprendía, porque superaba lo que se esperaba. Al final la gente fue la que eligió, la que marcó el camino, y eso es lo más importante: que no fue impuesto, sino que nació de manera genuina. Esa falta de confianza de parte de algunos empresarios, que me veían como algo menor, terminó jugando a mi favor. Me permitió seguir siendo independiente, cuidar mi carrera, manejar mi economía y también proteger a mi familia. Ese crecimiento orgánico, paso a paso, es lo que me dio la base para sostener todo lo que vino después.
—Hoy tenés canciones con millones de reproducciones. ¿Cuándo sentiste que ya no eras un “one hit wonder”?
—El año pasado. Salieron varias canciones juntas, como “Mil preguntas”, “Hoy” y “A prueba de balas”, y todas pegaron muy fuerte. Ahí sentí que tenía el “superpoder activado”, porque no era casualidad: era una tras otra, todas funcionando. Además, fueron decisiones que tomaba yo, incluso cuando la distribuidora me pedía esperar. A veces pasaba que un TikTok explotaba y yo decidía sacar el tema enseguida, aunque me dijeran que era un error. Al final los números me dieron la razón: entre esas cuatro canciones sumamos 500 millones de reproducciones. Ese momento fue un quiebre, porque me demostró que había logrado consolidar una identidad artística y que ya no dependía de un solo éxito.
—Dos de esas canciones incluso salieron sin videoclip.
—Exacto. Volví a las raíces, a lo más simple: solo una imagen y la canción. “Mil preguntas” tiene 100 millones de reproducciones con una imagen estática, nada más. Obvio que el videoclip suma, pero me gusta que quede claro que lo que manda es la música. A veces menos es más, y este fue un ejemplo clarísimo de eso.
—También te vimos vinculado al fútbol: abriste un show de la selección en el Estadio Centenario y lanzaste la camiseta de Cerro Largo.
—Sí, lo de la camiseta fue este año, aunque parezca el pasado porque pasaron mil cosas. Lo del Centenario fue una experiencia increíble, abrir en ese lugar histórico, con todo lo que significa para el fútbol uruguayo. Y lo de Cerro Largo fue muy especial para mí, porque es el club de mi ciudad, de mi pueblo, de Melo. Empezar por casa era un sueño. Poder unir la música con el deporte, y que esa camiseta se lanzara con mi sello, fue un orgullo enorme. Es una forma de mostrar que se puede, de tender puentes entre distintos ámbitos y de llevar la música a lugares donde capaz antes no llegaba.
—El año pasado la vara quedó altísima. ¿Cómo se sigue después de un éxito así?
—Es un gran desafío, sin dudas. No me quedó otra que buscarle una vuelta de rosca más, y por eso salió este disco. Son veinte temas, aunque en realidad con los mixes llegan a veintiséis. Es un álbum con más música, más colaboraciones, más colores y más energía. No quería repetirme, tenía que ofrecer algo nuevo y distinto, algo que mostrara evolución. Por eso me puse la vara todavía más alta, porque sentía que el público lo esperaba y que yo también me debía ese esfuerzo.
—¿Cuánto tiempo te llevó crear La Casa de la Cumbia?
—Un año entero. Fue un proceso largo y muy intenso. Los últimos quince temas los armé en tres meses, cuando decidí ponerle fecha al lanzamiento, así que ahí la presión fue máxima. Me encerré a trabajar, a pulir cada detalle, y prácticamente no hice otra cosa que vivir para el disco. Fue un año de mucha dedicación, con momentos de cansancio y estrés, pero cuando lo escucho terminado siento que valió la pena todo ese esfuerzo.
—¿Cómo elegís qué canciones versionar?
—Me pasa que ya me imagino cómo sonaría con mi voz. Si siento algo, lo pruebo. Hay canciones que apenas las escucho ya sé que pueden tener otra vida en mi estilo. Por ejemplo, con “No me enseñaste” de Thalía, apenas sonó dije: “Esta canción es para The La Planta”. La lancé en TikTok y en cuatro días ya tenía 10.000 creaciones. Eso me confirmó que había una necesidad del público de escuchar esa versión. Entonces no es solo un capricho mío: es también leer lo que la gente quiere y dárselo.
—El disco además tiene colaboraciones impresionantes.
—Sí, están Luana, Pushi, Rodrigo Tapari, Marcela Morelo, De La Ghetto… artistas con mucha trayectoria que confiaron en mí y me dieron sus canciones. Eso para mí es un mimo al alma, porque significa que me ven como alguien con quien vale la pena trabajar. También está Malandro, que es un artista under pero con un respeto enorme en la escena, y tenerlo en el disco le da un valor especial. Todas esas colaboraciones muestran que si trabajás con el corazón y con honestidad, la gente lo nota, y eso abre puertas.
—Me imagino que estás todo el día escuchando o creando música.
—Sí, soy medio obsesivo. Estoy siempre pensando en música, grabando ideas, probando cosas. Y creo que si no fuera así, no habría podido salir adelante en los peores momentos. Después de alcanzar los mil millones de reproducciones, lo fácil sería relajarse, disfrutar y bajar la intensidad. Pero yo no quiero quedarme ahí: quiero ir por dos mil millones. Tengo hambre de seguir, de crecer, de superarme. Para mí la montaña rusa solo sube, y confío plenamente en que algún tema nuevo va a volver a pegar fuerte.
—¿Cómo estás en lo personal?
—Estoy enfocado. No tengo hijos ni mascotas porque no tengo tiempo para cuidar nada, así que todo mi tiempo va para la música. A veces pesa, sobre todo los domingos cuando vuelvo solo a casa después de tanto movimiento, pero entiendo que es el precio de esta etapa de mi vida. Ya llegará el momento de formar una familia, ahora estoy enfocado al cien por ciento en mi sueño y en aprovechar las oportunidades que se me están dando.
—Hoy tu proyecto es una empresa grande, con mucha gente detrás.
—Sí, hoy casi 30 familias dependen de esto, desde músicos hasta técnicos y distintos profesionales que forman parte del equipo. Es una gran responsabilidad, porque no se trata solo de mí, sino de todas esas personas que pusieron su confianza en el proyecto. Y no quiero aflojar hasta ver a todos salvados, tranquilos. Eso también me motiva a seguir, porque sé que detrás de cada show y cada canción hay gente que vive de esto. Y ese compromiso me da más fuerza para no detenerme.
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