Los tres ministros de plena confianza de Orsi que no responden a sectores del Frente: qué respaldo tienen hoy

Son los outsiders del gabinete. Ocupan los ministerios más relevantes. Casi nueve meses más tarde, ¿qué han hecho hasta ahora y cómo son evaluados Gabriel Oddone, Carlos Negro y Mario Lubetkin?

Ministros
Gabriel Oddone es el ministro de Economía y Finanzas, Mario Lubetkin está a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Carlos Negro es el ministro del Interior en el actual gabinete del gobierno de Yamandú Orsi.
Foto: El País.

Son históricamente los tres ministerios políticos: aquellos de plena confianza del presidente de la República y que conforman la columna vertebral de todo gabinete. Los que el primer mandatario se suele guardar para gente cercana o de su entorno.

Tras ganar las elecciones de noviembre de 2024, Yamandú Orsi tomó una decisión peculiar en el armado de su equipo de gobierno, y designó en los ministerios de Economía, Interior y Relaciones Exteriores a figuras de su confianza directa, pero sin trayectoria previa en la política partidaria. Ninguno de los tres pertenece a un sector del Frente Amplio y, claro está, su designación no respondió a una cuota política. Tenían, eso sí, una larga trayectoria cada uno en su área.

Sobre Gabriel Oddone (Economía), Carlos Negro (Interior) y Mario Lubetkin (Cancillería), cada uno con sus particularidades, se posaba entonces la atención de cómo se desenvolverían en el retorno del Frente Amplio al poder, tras los cinco años de gobierno de Luis Lacalle Pou.

En el recorrido de cada uno durante estos primeros ocho meses y medio de gobierno pueden rastrearse algunas de las principales líneas de la gestión, y sus desafíos hacia adelante. ¿Qué respaldo tienen Oddone, Negro y Lubetkin por parte de la bancada y las bases frenteamplistas? ¿Cómo los evalúan los votantes oficialistas y los opositores? ¿Qué dicen en Torre Ejecutiva? Vamos uno a uno.

Ministerio de Economía: protagonismo sin grandes presiones

Gabriel Oddone —economista, ex socio de CPA Ferrere— se ha consolidado como una figura clave del gobierno, sorteando con éxito la elaboración y votación del Presupuesto —que se aprobó en Diputados, donde al Frente Amplio le faltaban dos votos para la mayoría, y que ahora avanza en el Senado—, y ha logrado pasar su primer año sin grandes zozobras en la siempre compleja interna frenteamplista.

Gabriel Oddone
Gabriel Oddone el ministro de Economía y Finanzas.
Foto: Estefanía Leal.

Durante la campaña electoral, luego de que Orsi lo anunciara como su eventual ministro de Economía, no fueron pocos los actores de la izquierda que salieron públicamente al ataque de Oddone. Algunos que hoy comparten gabinete con él, como el comunista Juan Castillo o el socialista Gonzalo Civila, lo acusaron de no ser el indicado para llevar adelante el programa del Frente Amplio y, al igual que otros dirigentes, cuestionaron sus ideas sobre desindexación de salarios y prudencia fiscal, así como sus comentarios no demasiado críticos de reformas de la administración de Lacalle Pou como la de la seguridad social.

Sin embargo, en el primer año de gestión de Orsi, el fuego amigo ha estado bastante contenido.

Al menos en este tramo inicial, el oficialismo —desde sus representantes más de centro hasta los grupos más a la izquierda— se abroqueló en la crítica a la herencia fiscal del gobierno de Lacalle Pou, y con ello ha dejado menos espacio para la pulseada por mayores recursos o pedidos de golpes de timón en el manejo macroeconómico.

Esa falta de tensión puede ser llamativa si se recuerda que en el primer gobierno del Frente Amplio (2005-2010), una figura de larga trayectoria política como el entonces ministro de Economía Danilo Astori llegó a amenazar con una renuncia en medio de la discusión presupuestal, donde el Movimiento de Participación Popular (MPP) realizaba planteos que no eran del agrado del equipo económico.

Eduardo Bottinelli
El sociólogo Eduardo Bottinelli, director de la consultora Factum.
Foto: Estefanía Leal

El sociólogo Eduardo Bottinelli, director de la consultora Factum, dice a El País que en el Frente Amplio han “priorizado la unidad y el consenso por sobre el disenso y las posibilidades de generar algún problema de gobernabilidad” al comienzo del regreso al poder. “Y no solamente no hay grandes críticas en la cúpula del Frente Amplio, sino que los actores que uno podría pensar como más lejanos a Oddone están incluso defendiendo el Presupuesto, y están defendiendo las políticas, buscando el lado positivo para aplacar los ánimos más negativos”.

Nada de esto, claro, significa que Oddone no reciba cuestionamientos. De hecho, en las discusiones de base del Frente Amplio su apellido suele aparecer vinculado a los cuestionamientos por izquierda, que señalan que se debería avanzar más rápido en diversas áreas. Pero eso, que siempre existió en los gobiernos del Frente, no ha derivado en este primer año en fuertes presiones hacia el ministro y su agenda.

En el Frente consideran que además de la personalidad de Oddone, esa paz interna y el broche al Presupuesto —incluyendo el paquete impositivo— es un logro de figuras como el secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, principal negociador político del gobierno y líder del MPP, fuerza hoy hegemónica en la coalición de izquierda.

Gabriel Oddone
El ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone en la Expo Prado 2025.
Foto: El País.

Pero tampoco la oposición ha tenido a Oddone como uno de sus flancos predilectos. Más allá de oponerse al paquete impositivo que financia buena parte de los aumentos presupuestales, o de polemizar por iniciativas o comentarios puntuales, desde los partidos tradicionales lo ven como una figura no lejana desde lo ideológico.

En el plano de la opinión pública, el ministro de Economía está entre los de mejor imagen, incluyendo un saldo favorable en el electorado opositor.

Según números de Factum a octubre de este año, 42% del total del electorado dice tener una opinión positiva de Oddone, frente a un 15% de miradas negativas y 25% de opiniones neutras.

Dentro del electorado frenteamplista el apoyo sube a 53% con 12% de rechazo; en el electorado multicolor, Oddone igual mantiene un saldo positivo, con 37% de aprobación frente a 17% de rechazo.

Eso, como veremos, no ocurre con los otros dos ministros de confianza del presidente.

Entre las interrogantes a futuro, tanto en el oficialismo como en la oposición estiman que las tensiones se intensificarán a medida que avance el período, con hitos importantes como la discusión de los cambios a la reforma de la seguridad social votada en el período anterior, o las sucesivas rendiciones de cuentas con reclamos de mayor redistribución.

Por otra parte, en Torre Ejecutiva hay quienes miran con atención la necesidad de imprimirle al discurso del equipo económico una mayor impronta de "futuro" y "promesas de mejoría" para la población, en especial los sectores más desfavorecidos.

Ministerio del Interior: de la apuesta técnica a pedidos de más acción

El exfiscal y abogado Carlos Negro fue una de las sorpresas de Orsi en su armado del gabinete.

Carlos Negro
Carlos Negro, ministro del Interior.
Foto: Estefanía Leal/El País.

De larga trayectoria como fiscal, cercano a la línea de Jorge Díaz en el ministerio público, y conocido por su actuación como investigador de homicidios, su designación para el cargo de ministro del Interior fue una arriesgada apuesta a una figura de solvencia técnica descontaminada del debate partidario, aunque por el momento la gestión de la cartera y las valoraciones por parte de la opinión pública no consolidan un despegue claro respecto a sus antecesores.

Desde la Torre Ejecutiva resaltan que hay confianza y apoyo al trabajo que lleva adelante Negro en su cartera, y destacan que “por primera vez” se está procurando quitar a la gestión de seguridad de “la picota política”.

Pero mientras la oposición ya ha dado muestras de tenerle poca paciencia, en el Frente Amplio también aparecen algunas ansiedades por mostrar, si no resultados, al menos mayor “nivel de acción” en el combate a la principal inquietud de la ciudadanía.

Un mes antes de asumir, en febrero pasado dijo en una entrevista publicada en esta misma sección: “Yo sé que me puede ir mal, que me puedo ir del ministerio, pero pienso que me va a ir bien. Me tengo confianza. A mí nunca me fue mal en el trabajo”.

Desde sus primeros días en el cargo Negro ha contestado a los reclamos señalando que no es partidario de medidas “para la tribuna” o paquetes de leyes “que no resuelven el problema”. Si para Oddone el presupuesto suponía un primer mojón para poner en marcha su proyecto económico, en el caso del Ministerio del Interior la hoja de ruta todavía está sujeta a lo que surja del Plan Nacional de Seguridad Pública, a presentarse recién en 2026.

El viernes pasado en Torre Ejecutiva terminó el primer proceso para diseñar el plan: allí, en la última ronda de los encuentros por seguridad, se anunció que se recibieron más de 80 propuestas de instituciones que pertenecen a la academia, al sector productivo, las organizaciones sociales, las agencias del Estado y los partidos políticos con representación parlamentaria. Los aportes fueron en áreas tan amplias como la reducción de homicidios, violencia de género, control de armas de fuego, narcotráfico, ciberdelito y fraudes informáticos, entre otros. A principios de diciembre el Ministerio del Interior dará a conocer una síntesis.

Siendo la seguridad la principal preocupación de los uruguayos, el ministro Negro también está en el centro de la opinión pública, con un balance más negativo que el de Oddone.

Según los números de la consultora Factum, un 23% tiene una imagen favorable del ministro del Interior, frente a un 34% que tiene una visión negativa.

Entre los frenteamplistas el saldo es favorable (42% contra 13%), mientras que en el electorado de la coalición republicana solo 7% tiene una buena opinión del ministro y el 56% lo rechaza.

“Está en niveles similares a lo que vienen siendo los ministros post (Jorge) Larrañaga”, analiza Bottinelli.

Bonomi venía muy golpeado, Larrañaga —también pandemia por medio— generó una imagen de percepción de seguridad y de liderazgo, pero luego (Luis Alberto) Heber tuvo una evaluación en niveles mucho más bajos”, resume el experto en opinión pública.

Negro y Sánchez.
Alejandro Sánchez, secretario de Presidencia, junto al ministro Carlos Negro.
Foto: Leonardo Mainé.

A pesar de la decisión de esquivar el debate político, con los meses —y el aumento de las críticas hacia el ministro—, Negro también ha tenido sus momentos de enfrentamiento directo con dirigentes opositores, a quienes llegó a acusar de “no tener consciencia de cómo salieron las elecciones” o de insistir en un “pensamiento mágico punitivo”.

En la interna frenteamplista, los comentarios respecto a la gestión de Negro se dividen entre quienes destacan la apuesta a un proyecto con “alto componente técnico” y una “mirada a largo plazo”, y quienes, además de reclamar resultados más inmediatos, pretenderían una conducción más “política” que contrarreste el “relato opositor” en un área tan sensible.

Los números fríos del delito no muestran grandes cambios en estos meses. Los datos que presentó el ministerio en octubre pasado indican que en los primeros nueve meses de 2025 hubo dos homicidios menos (es decir, estabilidad) que en el mismo período del año anterior (277 frente a 279 de 2024). Las rapiñas y los hurtos denunciados tuvieron una baja más relevante (12,3% y 8,1%).

Hubo sí un aumento de 14% del abigeato, que las autoridades alegan que no tienen que ver con cambios en el patrullaje o los controles.

Cancillería: las tensiones por Gaza

Cuando el nombre de Mario Lubetkin asomó como probable canciller de la República, incluso para los más informados sobre la política podía parecer como una figura totalmente desconocida.

Asuncion de Mario Lubetkin como Canciller
Acto de asunción de Mario Lubetkin como nuevo ministro de Relaciones Exteriores.
Ignacio Sánchez/Archivo El País.

Casi nueve meses después, el canciller sigue teniendo un alto nivel de desconocimiento por parte de la ciudadanía, mientras que su desempeño en el gobierno ha estado identificado, por un lado, con un giro de la política exterior hacia los foros multilaterales y la integración regional y, por otro, como uno de los receptores del descontento frenteamplista debido a la moderación de Uruguay respecto al conflicto entre Israel y Hamás.

Lubetkin llegó al gobierno proveniente de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), del que era representante regional para América Latina y El Caribe.

Y desde que arrancó el gobierno ha hecho gala de un afecto por los códigos diplomáticos y burocráticos, lo que le ha permitido navegar algunas tensiones internas de la política internacional, como el posicionamiento de Uruguay ante el conflicto en Medio Oriente.

Ese tema, justamente, le ha generado roces en la izquierda, que le ha reclamado ser más contundente. Y el canciller quedó en medio de una discusión sobre si lo que sucedía en Gaza era una “masacre” o un “genocidio”.

Este último término ha sido usado por el Frente Amplio, no así por el Poder Ejecutivo. De hecho, el canciller explicó que Uruguay tomó la decisión de no emplear la palabra genocidio debido a que el gobierno ha acatado “el 100% de las indicaciones y de las decisiones de las Naciones Unidas, 100%, incluido el uso del lenguaje”.

El propio presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, intentó darle una mano a Lubetkin en agosto pasado, cuando dijo que las posturas son diferentes ya que el Frente Amplio emite declaraciones de “tinte político” y las del gobierno siguen la línea de una cartera de Estado.

Ahora bien, de los tres ministros outsiders, Lubetkin es claramente el de más bajo perfil. Y además la política internacional es compartida en buena medida con el propio presidente Orsi, quien ha realizado varios viajes al exterior, siempre en compañía de su ministro.

"La gestión de la política exterior y sus polémicas no está tan concentrada en la figura del canciller. Sobre esos temas ha hablado Orsi, ha hablado Pacha Sánchez y otras figuras o asesores", aporta Bottinelli.

Según los números de la consultora Factum, un 42% del electorado no conoce al canciller. Y el resto está dividido en tercios: 20% con opiniones positivas, 20% con opiniones neutras, y 19% negativas. Dentro de ese panorama con un amplio desconocimiento, entre los frenteamplistas recibe 33% de opiniones positivas frente a 8% de miradas negativas; entre los votantes de la coalición republicana cosecha un 11% de apoyo y un 31% de rechazo.

Conferencia del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Mario Lubetkin y Valeria Csukasi - Conferencia del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Leonardo Maine/Archivo El Pais

Se sabe: la política internacional suele ser un tema más de nicho. Y es difícil encontrar un canciller que sea sumamente popular o impopular.

Pero, en definitiva y pasando raya, ¿es positivo para el presidente tener en estos tres cargos vitales a estos hombres que están por fuera de las estructuras frenteamplistas, que son algo así como outsiders de la política y que solo responden a Orsi y su entorno? Ni tanto ni tan poco. “Lo bueno es que no responden a discusiones en torno a los sectores del Frente Amplio. Lo malo es que no hay respaldo de ningún sector, entonces el único soporte que tienen es del presidente”, resume Bottinelli.

El día de mañana pueden llegar a convertirse en un fusible que deba saltar si en el piso 11 de Torre Ejecutiva así lo quieren. Pero para eso, por ahora, falta mucho.

A corregir

Reclaman más coordinación con poder legislativo

En momentos en que la discusión del proyecto de ley de Presupuesto avanza en el Senado, ya sorteado el primer paso en Diputados, en la bancada del Frente Amplio hay conformidad con el trabajo realizado, aunque también aparecen algunas críticas que apuntan a la necesidad de “afinar” la coordinación con los ministerios.

“La relación del Parlamento con los ministros es claramente un tema a perfeccionar”, dice un importante legislador frenteamplista consultado por El País. “A algunos hay que perseguirlos”, añade otro.

Los temas de coordinación mencionados como “para corregir” van desde la celeridad en la contestación de pedidos de informes realizados al Poder Ejecutivo hasta un mayor intercambio de información en las prioridades y las medidas de gobierno que se están llevando adelante.

Esta semana, sin ir más lejos, la oposición planteó una cuestión de fueros en Diputados luego de que el Ministerio del Interior respondiera con carácter “reservado” un pedido de informe realizado por el nacionalista Juan Martín Rodríguez y la cabildante Silvana Pérez Bonavita.

En la oposición también hay molestia con el ministro del Interior, Carlos Negro, por su escasa concurrencia al Parlamento, tal como informó esta semana El Observador. No ha asistido a varias de las convocatorias planteadas en comisión.

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