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El misterio continúa sobre la mayor tragedia del fútbol argentino

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Puerta 12

EPISODIOS INCREÍBLES

Una avalancha en la puerta 12 causó 71 muertos en el Monumental tras un River-Boca de 1968

Cincuenta y dos años después no se sabe cómo y por qué ocurrió la mayor tragedia del fútbol argentino. Que es como decir que nunca se sabrá. El 23 de junio de 1968, 71 personas, en su mayoría muy jóvenes, murieron en una avalancha en el estadio Monumental de Buenos Aires, a la salida de un River-Boca.

Fue la llamada “tragedia de la puerta 12”, el portón que llevaba (y sigue llevando) a la tribuna popular del escenario riverplatense, que diez años y dos días más tarde fue escenario de la final de una Copa del Mundo. La puerta fue rebautizada “L” y después “M”, frente a la importante avenida Figueroa Alcorta.

Pese al impacto provocado, el episodio casi no se investigó, lo que dio lugar a que corrieran versiones diferentes y casi contradictorias sobre sus razones. Y la mayoría de las familias de las víctimas recibió una indemnización ridícula.

Aquel River-Boca por el Campeonato Metropolitano 68 despertó gran expectativa, lo que se tradujo en un estadio Monumental colmado: unos 90.000 espectadores, en tiempos en que buena parte de las gradas eran localidades de pie.

Puerta 12 hoy
Así luce la puerta 12 hoy. Ahora está identificada con la letra M.

Sin embargo, el partido fue aburrido y terminó sin goles, con un único “atractivo” extra: en cierto momento, el joven crack de Boca Ángel Rojas (“Rojitas”) le arrebató la gorra a Amadeo Carrizo. El veterano arquero replicó con una burla: se sentó en el césped de su área, insinuando que sus rivales no le llevaban peligro.

Quizás fue el aburrimiento por el mal partido, quizás el frío de la tarde, pero algo hizo que los hinchas de Boca ubicados en la tribuna popular de la bandeja alta,  detrás de uno de los arcos, decidieran marcharse rápido. Eso hizo que la angosta y empinada escalera que desembocaba, unos cuantos metros más abajo, en la puerta 12 se viera pronto repleta. Según algunos sobrevivientes, el lugar estaba oscuro, con una sola y escuálida bombita. A eso se agregaba un piso resbaladizo.

“De pronto, por la presión humana, se armó un efecto rarísimo y nos empezamos a despegar del piso. Yo estaba casi medio metro flotando, y sin poder moverme. Hasta que en un momento dado esa presión cedió y empezamos a rodar unos sobre otros. Fue entonces cuando mi mejor amigo, Guido Von Bernard, murió por un golpe de su cabeza contra la pared izquierda”, declaró años más tarde a La Nación el abogado Juan Nicholson, uno de los afortunados.

“Con la avalancha se iban todos para abajo. Yo al principio bajaba de a dos escalones, después de a tres y al final me tuve que tirar en los siete finales porque ya no me daban las patas y me iba a ir de trompa. Caí de rodillas en la vereda. Ahí levanté a un señor que había trastabillado al lado mío y, cuando me di vuelta para buscarlo a (su amigo) Carlos, venían todos rodando de cabeza; incluso me acuerdo mucho de uno que bajaba chocando escalones con la nuca, ya estaba sin vida. Era una imagen tremenda. Un espectáculo horrible del que no me olvido más”, recordó en tanto Alberto Villegas a la web de El Gráfico.

Llegaron ambulancias para trasladar a los heridos. Y algunos camiones para llevar los cadáveres hasta la comisaría 33. Las sirenas alertaron al resto de los espectadores que algo estaba ocurriendo. Alguien llegó corriendo al vestuario de River a buscar al médico del plantel. Por la noche familiares comenzaron a recorrer hospitales preguntando por los internados. Muchos terminaron reconociendo cuerpos en la comisaría.

Frente a la puerta 12 quedaron cientos de zapatos que perdieron a sus dueños por el efecto de la avalancha. También manchas de sangre. Cuando todo había pasado, el recuento indicó 71 muertos y 113 heridos. Todos los fallecidos eran partidarios de Boca y muy jóvenes, incluso adolescentes.

Uno de los espectadores que esa tarde entró por la puerta 12 fue René Houseman, futuro campeón mundial con Argentina y por entonces un niño de 14 años. No le gustó la ubicación en la tribuna y saltó a otra, con serio riesgo para su físico. Eso tal vez le salvó la vida.

La pregunta inmediata fue: ¿por qué ocurrió? Se manejaron varias hipótesis en base a lo que dijeron los sobrevivientes. La primera fue que la puerta, que era del modelo “tijera”, como los ascensores antiguos, estaba cerrada. Otra, que si bien la puerta estaba abierta, los molinetes de ingreso no habían sido retirados, al menos en forma total. Estas versiones daban a entender una grave culpa de los organizadores, River y la AFA, o quizás la Municipalidad de Buenos Aires.

Pero también se dijo que la policía había dispuesto un operativo contra hinchas de Boca porque habían cantado la marcha peronista, por entonces prohibida. Gobernaba la dictadura militar de Juan Carlos Oganía, acostumbrada a la represión. Y así los esperaron hasta con caballos a la salida. Supuestamente, cuando los primeros aficionados salieron y vieron eso, trataron de regresar al estadio, con lo cual se chocaron con los que venían atrás. “No había puerta, no había molinete, era la cana que daba con machete”, cantó después la barra en los estadios. En plena dictadura, esa posibilidad no se investigó.

Un juzgado dictaminó prisión preventiva para los responsables del estadio de River y un embargo contra el club. A fines de ese 1968, sin embargo, una sala de apelaciones sobreseyó a los imputados y levantó el embargo, al entender que la puerta estaba abierta y los molinetes desmontados. Y el caso se archivó.

Una investigación de Pablo Lisotto para La Nación indicó que River, Boca y la AFA reunieron 32 millones de pesos (menos de 100.000 dólares) para ofrecerles a los familiares de las víctimas como resarcimiento total, con la condición de no realizar nuevos reclamos. Además el acuerdo fue secreto, porque consideraron que la indemnización era “una afrenta al fútbol argentino”, según contó años más tarde la abogada de casi todas las familias, Carmen Palumbo. Solo dos familiares rechazaron ese planteo y entablaron juicio. La Justicia les dio la razón y recibieron el equivalente a 50.000 dólares.

En una Argentina que se acostumbró a tragedias, algunas impuestas por dictaduras y violencia política, otras por acciones negligentes (por ejemplo, la de la discoteca Cromañón), el caso de la puerta 12 pasó pronto al olvido.

Un documental de 2008, titulado justamente Puerta 12, trató de indagar en las causas. Al cumplirse los 50 años, en 2018, no hubo homenajes ni menciones al tema en el ambiente del fútbol. Finalmente, en 2021, la asamblea de socios de Boca declaró el 23 de junio “día de duelo” por los hinchas muertos aquel día.

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