Redacción El País
El fútbol argentino continúa conmocionado por el fallecimiento del exentrenador de Boca Juniors, Miguel Ángel Russo, que perdió la vida el pasado 8 de octubre a sus 69 años.
Y entre tantos homenajes y palabras de consuelo hacia su familia que se reprodujeron en los últimos días, se realizó este miércoles en una ceremonia íntima y muy emotiva, para darle un último adiós en el lugar que fue más feliz: La Bombonera.
Russo había estado bajo observación médica por un estado de salud “delicado” en sus últimas semanas de vida. Se encontraba en su domicilio, de licencia en Boca, donde atravesaba su tercer ciclo al frente del equipo.
Su muerte generó repercusión en todo el ambiente del fútbol argentino y sudamericano. En Boca, donde dejó una huella profunda, jugadores, dirigentes e hinchas le rindieron homenajes que reflejaron la importancia que tuvo en la historia reciente del club. Entre otros títulos que consiguió, Russo fue el director técnico campeón de la última Copa Libertadores que obtuvo por el Xeneize, en 2007.
Este miércoles, tras el entrenamiento matutino del plantel de Boca, se realizó una ceremonia privada en la Bombonera con la presencia de sus hijos, hermanos y otros familiares. Leandro Paredes los recibió en el vestuario y los acompañó al campo de juego, donde se esparcieron las cenizas del entrenador para cumplir uno de sus últimos deseos.
Asimismo, el club prepara un último homenaje público cuando Boca enfrente a Belgrano el próximo sábado por la Liga Profesional de Argentina. Allí los hinchas boquenses podrán despedirse del DT desde las tribunas de La Bombonera.
“Lo digo siempre: en 2007 me costó tres partidos acostumbrarme al sonido de la gente, yo hablaba y los demás no me escuchaban”, solía decir Russo sobre La Bombonera, estadio con el que mantuvo un vínculo especial y donde vivió algunos de los momentos más importantes de su carrera.
Además del templo xeneize, las cenizas de Russo también fueron esparcidas en otros tres escenarios con fuerte carga simbólica en su trayectoria: el Estadio UNO de Estudiantes de La Plata, donde se formó y jugó durante 13 temporadas consecutivas; el Gigante de Arroyito de Rosario Central, club con el que logró varios títulos y al que volvió a dirigir años más tarde; y la cancha de Lanús, institución con la que consiguió los ascensos de 1990 y 1992.
Desde la dirigencia de Boca, encabezada por Juan Román Riquelme, se brindó apoyo permanente a la familia del entrenador. El velorio en La Bombonera reunió a miles de hinchas, compañeros y allegados que se acercaron para despedirlo, en un reconocimiento a una figura que dejó una marca imborrable en el fútbol argentino.
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