TORNEO APERTURA
El mediocampista ha dado un paso más en su carrera, porque ahora no solo se encarga de las pelotas quietas y lanza a los puntas, también anota.
Ante la sequía goleadora que afecta a Agustín Álvarez Martínez, quien alcanzó los 16 encuentros sin poder convertir porque el que hizo ayer se lo anularon por posición adelantada (¡finísima!) de Ignacio Laquintana, el relevo de anotar en Peñarol lo tomó el encargado de armar el fútbol: Pablo Ceppelini.
El mediocampista ofensivo, que habitualmente se encarga de las pelotas quietas y de jugar por detrás del centrodelantero para filtrar balones al área, ha convertido cuatro de los siete tantos que tiene el carbonero en la temporada. Esto lo transforma hoy en el futbolista más desequilibrante que tiene Mauricio Larriera.
La agenda apretada, esa que le marcó un juego de visitante en Argentina el miércoles, el de este sábado en casa ante Liverpool y el siguiente el martes ante Olimpia por Copa Libertadores, llevó a que el técnico cuidara al que sabe que es hoy su jugador más valioso y lo mandó al banco, a la espera de ver cómo rendía el equipo y con la esperanza de usarlo lo menos posible para que llegue en plenitud al juego ante los paraguayos, porque es prioridad ganar en casa en el plano internacional. Sin embargo, el transcurso del partido llevó a que Ceppelini tuviera que jugar todo el segundo tiempo. Y fue él, a los 52’, quien marcó el camino del triunfo. Tomó el balón afuera del área y de frente al arco, lo acomodó un poquito hacia su pierna derecha y sacó el latigazo; se desvió en Ignacio Rodríguez y se metió al arco para el 1-0.
A los 30 años, Ceppelini da la sensación de seguir en evolución futbolística, porque a todo lo bueno que ya hacía le añadió el gol. Lo tenía, pero de penal. Su tanto a Albion en la segunda fecha fue el primero como aurinegro en jugada de cancha. Luego llegaron el de penal en el clásico, el golazo a Colón en Santa Fe y este de ayer a Liverpool. Que a Peñarol nunca le falte Ceppelini.