A un año de la muerte de Izquierdo: de las voces de Juan que se escuchan a la silla que alimenta los recuerdos

Sandra y Nelson, sus padres, hablan con Ovación de todo lo que vivieron en estos meses y del impacto que fue para la familia tras aquella noche de Copa Libertadores en Morumbí.

"Te amo mami, gracias por siempre estar”. Tan simple como significativo. Tan sensible como de buen hijo. La puerta del cuarto de Juan Manuel Izquierdo en Nuevo París está llena de mensajes de WhatsApp impresos de las últimas conversaciones entre el jugador y su madre, Sandra. Fue un regalo que le hicieron a ella posterior a aquel triste 27 de agosto de 2024, cuando se confirmó el fallecimiento del futbolista de Nacional. Ese dormitorio es hoy el lugar de trabajo de su mamá, que le dedica tiempo a un emprendimiento de costura cuando las ganas afloran. Pero es mucho más que eso, es un lugar de recuerdo, de llorar con tranquilidad, de conexión, y de amor. De cerrar la puerta y poder reencontrarse madre e hijo, a solas, a pesar de que físicamente ya no está.

La entrevista ya se terminó. Lejos del frío de una tardecita de invierno, la casa de los Izquierdo - Viana es sumamente acogedora, pues al calor que da una estufa a todo trapo se le suma el calor de Sandra, Nelson (padre), Sofía (hermana) y Massimo, el pequeño hijo de la hermana de Juan, que cumple apenas unos días antes que Juan Felipe, el hijo más pequeño del futbolista, que nació por parto inducido para que él lo pudiera conocer antes del viaje a São Paulo, para jugar en el marco de la Copa Libertadores.

“Cuando él firmó su primer contrato en la Primera de Cerro me fue a buscar al trabajo. Yo cuidaba a dos nenas en Pocitos, y me sorprendió. Me dio el contrato, nos abrazamos y nos pusimos a llorar. Y me dijo ‘ya tengo la primera cuenta, me compré unos zapatos de fútbol’”. Sandra recuerda ese día con lujo de detalles, así como el acontecimiento familiar que era ir a verlo los fines de semana. “Deseábamos que llegara ese día para ir a verlo, era la salida familiar que teníamos. Todo giraba en torno a eso”.

Convivir con el dolor

No hay una fórmula mágica para convivir con el dolor. Es algo muy íntimo y personal. Dicen por ahí que el dolor siempre va a estar, que el paso del tiempo lo único que hace es apaciguar la ausencia. También dicen que el dolor por la pérdida de un hijo es incomparable con nada en el mundo. Es un dolor tan intenso, que paraliza.

-¿Cómo se aprende a vivir con el dolor a cuestas?

-(Largo silencio) No se aprende...

-Contesta el padre sentado en un sillón, con la mirada firme y perdida al mismo tiempo.

-Es muy difícil. Es despertarte todas las mañanas y decir ¡pah! Yo es como que me reseteo todos los días. Durante el día capaz que la cabeza está ocupada en otras cosas y no te das cuenta, pero parás y decís ‘Juanma no está en su casa, está muerto y no va a volver’. De repente se te vienen un montón de cosas a la cabeza, todo lo que se está perdiendo de sus hijos, cómo era él, cómo era con su hija, con el amor que esperaba a Felipe, que le decía a la hermana que iban a jugar juntos con él (señala a Massimo) al baby fútbol porque son del mismo año. No sé explicar con palabras lo que se siente. Yo no lo acepto, se fue para no volver nunca más.

La respuesta de Sandra es tajante. Ella toma el mando de la conversación mientras Nelson queda pensativo y Sofía observa atenta con Massimo en sus brazos.

-Yo lo escucho a Juan. Yo le digo a Nelson, y capaz que es una locura... pero yo converso con él. Él me dice ‘dale mamá, dale para adelante’. Tengo grabada su sonrisa en mi cabeza. El día que él se fue, el médico salió y nos dijo que ya estaba, que el corazón ya no latía más, a mí me agarró esa sensación de dolor, pero a su vez yo lo sentí claro que me decía ‘dale mamá, no aflojes porque caen todos’. El día del velatorio me pasó lo mismo, me decía ‘quedate tranquila que yo estoy bien’. Y me decía ‘qué cantidad de gente’ y yo le respondía ‘perdón Juan, se me fue de las manos’. Porque había gente que él no quería que estuviera ahí, y estaba. Capaz que son cosas mías, por no querer dejarlo ir, de repente mi subconsciente reacciona así.

Los días posteriores a la muerte de Juan, los llamados, las visitas y los mensajes abundaron. Al ser un caso que involucró a un futbolista, y por lo dramático de la situación, lo que aconteció aquellos días en São Paulo se transformó en un tema mundial. Con el paso del tiempo, los mensajes pasaron a ser los de siempre, los de la familia y no mucho más.

Sandra Viana y Nelson Izquierdo, los padres de Juan, en el sillón de su casa del barrio Nuevo París.
Sandra Viana y Nelson Izquierdo, los padres de Juan, en el sillón de su casa del barrio Nuevo París.
Foto: Estefanía Leal.

Leandro Lozano sigue estando muy presente, así como otros con Selena, la esposa de Juan. Entre ellos acompañaron este proceso Diego Polenta y Mateo Antoni, quien es el padrino de unos de los hijos de Juan. Hubo actitudes de esos días que pasaron desapercibidos, como el mensaje de Luis Suárez o la visita a Solymar-lugar donde queda la casa de Juan y Selena- del propio Marcelo Bielsa. El profe Marcelo Tulbovitz y Franco Fagúndez ya tienen prometida una visita, y el exdirigente de Nacional, actual integrante de la Comisión de Patrimonio y Obras, Fernando Brusco -que tuvo un rol clave en Brasil acompañando a la familia junto a Alejandro Balbi, el psicólogo Damián Benchoam y Sebastián Eguren-, visita asiduamente a Selena y a los pequeños hijos. “Él la lleva y la trae a Sele para hacer sus trámites, también ha venido un par de veces a casa y nos invita a la suya a comer un asado”, reconoce Sandra.

La dura realidad

Desde la muerte de Juan, por un plazo de ocho años, su pareja recibirá mensualmente el equivalente al último salario que estaba percibiendo el defensa al momento de su fallecimiento. Esto es un seguro que se le paga entre Nacional y la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).

Sin embargo, y a pesar de que el hecho se produjo en una competición Conmebol, el organismo que rige el fútbol de Sudamérica no realizó ninguna ayuda económica, pero lo que más dolió fue la ausencia de autoridades durante esos momentos tan dolorosos para la familia. Inexplicablemente la Conmebol miró para el costado teniendo cero empatía por la situación. “A Selena solo la llamaron para pedirle autorización para pasar un video. Ellos lo hicieron porque se venía el sorteo y no podían pasar por alto lo que pasó. A ella le habían dicho que iban a hacer un seguro por lo que sucedió, pero quedó todo quieto. No pasó nada”.

Juan Izquierdo con los médicos de Nacional en la cancha del Morumbí instantes después del episodio.
Juan Izquierdo con los médicos de Nacional en la cancha del Morumbí instantes después del episodio.

A un año de la muerte de Juan, la familia todavía no pudo lograr acceder a su historia clínica, y nunca más recibió una explicación sobre lo que manifestó Sebastián Bauzá de que cuando era juvenil él habría sufrido una arritmia cardíaca. Tampoco recibió mayores explicaciones sobre qué fue exactamente lo que sucedió aquella noche: “No sabemos quién fue con él en la ambulancia. Tampoco si él ya salió con paro desde la cancha o en el trayecto. El neurólogo nos dijo que él había estado 19 minutos de paro, que no lo habían podido sacar, ya cuando entró al hospital entró en paro cardiorrespiratorio, él no sabe si vino de mucho antes, él estuvo 19 minutos rescucitándolo”.

Sandra y Nelson hablan con Ovación desde el mismo sillón donde estaban mirando aquel partido entre São Paulo y Nacional el 22 de agosto de 2024.

-Vi que se había desmayado ahí, pero nunca pensé que iba a tener ese desenlace. Me fui, me bañé y me vestí, y no sé por qué (Nelson).

-Yo miraba fútbol e iba a la cancha porque estaba él, cuando entró Juan nos pusimos felices y le escribí a Sele. Ella me pasó una foto donde Lucero estaba con la camiseta del padre, mirando la tele. Se cayó Juan y Sofía me preguntaba qué le había pasado, yo le dije ‘se debe haber hecho el loco y se debe haber peleado con alguno”.

Al rato de ese hecho, la llamada de Selena inundó de desesperación y de interrogantes el hogar en el que minutos antes estaban disfrutando de una pizza y una cerveza: “Nos dijo que alguien tenía que viajar a Brasil porque Juan Manuel se quedaba y el plantel se venía. Ella no podía viajar porque recién había parido. Ahí sí los nervios nos empezaron a invadir. Nos decían que Juanma había hecho una arritmia cardíaca y que estaba sedado. Pensamos que lo iban a despertar cuando llegáramos nosotros. Con ese pensamiento viajamos”.

La familia de Juan Izquierdo: Selena, Lucero y Juan Felipe.
La familia de Juan Izquierdo: Selena, Lucero y Juan Felipe.
Foto: Estefanía Leal.

Nelson no solo tuvo ese instinto paternal de quedar pronto para salir aunque todavía nadie les había dicho absolutamente nada. “Cuando estaban perdiendo 1-0 y les hacen ese segundo gol, Juan saltó a cabecear pero no saltó como lo hace él. Él saltaba y te pechaba, sino llegaba, te pechaba. Pero él saltó así… Le dije a Sandra ‘qué raro que Juan saltó así’.

Nelson y Sandra nunca habían viajado en avión. Ellos le decían en broma que cuando él se fuera a jugar a Europa que se iban a ir en auto a verlo. “Sí, papá. Vas a ver que cuando yo te diga te vas a subir a un avión y me vas a ir a ver viejo”, les respondía Juan entre risas y orgulloso, el mismo orgullo que tenía cuando logró finalizar la casa junto a su padre fruto de su trabajo levantando los ladrillos por el acuerdo de vivienda con la cooperativa.

Lejos estuvo de ser ese viaje al Viejo Continente. Fue un viaje eterno, lleno de incertidumbre y desesperanza. Aún así, todavía no habían caído sobre la gravedad de la situación.

-Yo sospeché lo que estaba pasando por las caras de las personas cuando llegamos… Cuando nos recibieron vi que no era bueno lo que estaba sucediendo (Nelson). - Cuando llegamos Eguren nos dijo que Juan seguía sedado, pero que quería que habláramos con el neurólogo que lo atendió. Y ahí pensé que neurólogo no era cardiólogo, y entendí que era algo en la cabeza. Ahí nos explicó que el cerebro se estaba inflamando por falta de oxígeno, que las primeras 72 horas eran cruciales. Nos mostró una tomografía con el cerebro como partido a la mitad. Las partes que estaban oscuras ya no tenían vuelta. Había que esperar a que reaccionara para ver qué había afectado. Y yo pensaba, ¿qué me estás diciendo? El 25 nos llamó y nos dijo que ya no había vuelta, ya tenía muerte cerebral (Sandra).

Paz y recuerdos

“En el velatorio Juan me transmitía una paz que no me dejaba caer, recién ahora puedo llorarlo”, dice Sandra con firmeza, mientras Massimo quiere intervenir en la conversación susurrando.

Atrás del pequeño hay una silla vacía contra la pared, la que habitualmente utilizaba Juan Manuel cuando iba a saludar a su madre y él la observaba cocinando algo rico. Ese hecho le hace recordar a ella sobre cuando él le empezó a pedir “comida saludable” para mejorar su alimentación cuando era un juvenil en Cerro, y en la casa no había mucho margen económico como para hacer cosas diferentes más que las milanesas al horno en lugar de fritas.

Juan Manuel está más que presente en el hogar que construyó con su familia. En el pequeño living comedor de la vivienda hay varios cuadros familiares y se observa un retrato de él que le hizo un hincha de Nacional cuando falleció. Subiendo las escaleras están enmarcadas todas las camisetas que utilizó en los equipos que defendió -Cerro, Peñarol, Wanderers, Nacional, Atlético San Luis de México y Liverpool-, hasta que se llega a un pequeño segundo piso en el que hay más retratos familiares.

Todas las camisetas de Juan Izquierdo enmarcadas en la casa de los padres.
Todas las camisetas de Juan Izquierdo enmarcadas en la casa de los padres.
Foto: Estefanía Leal.

“Buen día. Vamo arriba Juanma, mucha suerte si te toca entrar mi amor. Te amo”, le escribió Sandra ese 22 de agosto. “Buen día mami, muchas gracias. Hoy hay que ganar. Te amo. ¿Cómo estás vos?” fue la respuesta de Juan. La última respuesta de Juan a su madre, entre tantas conversaciones que están inmortalizadas en el lado de atrás de esa puerta en ese hogar en el que vivió hasta que se mudó con Selena y construyó su propia familia con la mujer que había soñado toda la vida, a la que conoció en un ómnibus y con la que le había anticipado a sus padres que se iba a casar.

-¿Cuál es tu lugar de encuentro con Juan, Nelson?

-La mañana... (se emociona y se tapa).

-Era la hora del mate, acota Sandra.

Sandra en el dormitorio que era de Juan mostrando fotos de la niñez de su hijo; es el lugar que ahora utiliza para trabajar y donde tiene pegadas las conversaciones de Whatsapp.
Sandra en el dormitorio que era de Juan mostrando fotos de la niñez de su hijo; es el lugar que ahora utiliza para trabajar y donde tiene pegadas las conversaciones de Whatsapp.
Foto: Estefanía Leal.

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