Enviado a São Paulo / Brasil
Ya es medianoche y hace una hora y media que Nacional confirmó la muerte de Juan Manuel Izquierdo. Por más que todos los que estábamos en São Paulo sabíamos cuál iba a ser el desenlace, les puedo asegurar que ese hecho no hace que el dolor sea más leve. No lo apacigua en lo más mínimo.
Juan viajó a Brasil para jugar un partido de fútbol y se va hoy a Uruguay sin vida en un avión de la Fuerza Aérea. Tan injusto como aquella lesión que tuvo en Nacional en 2022 y que no lo dejó demostrar lo que él quería. Quiero escribir, pero no puedo. Empiezo, se me caen unas lágrimas y escucho de fondo el llanto de Sandra, la madre de Juan, que se había mostrado muy fuerte, pero que el momento la superó. Nadie está preparado en esta vida para perder un hijo, menos a los 27 años.
“El Hospital Albert Einstein lamenta informar el fallecimiento de Juan Manuel Izquierdo, ocurrido el martes 27 de agosto, a las 21:38, debido a una muerte encefálica tras una parada cardiorrespiratoria asociada a una arritmia cardíaca”.Ese fue el parte oficial del centro médico a la hora 23:37. En otras palabras, desde el informe médico del domingo a la mañana la familia de Juan ya sabía que no había vuelta atrás y que los daños neurológicos eran irreversibles. Por una cuestión reglamentaria y protocolar, se tenía que esperar una determinada cantidad de horas -hasta este martes a la noche- para empezar dejar ir a Juan, porque su corazón seguía funcionando a pesar de todo lo que había ocurrido.
Juan Manuel Izquierdo murió rodeado de afecto, acompañado de sus padres, de su hermana Sofía, de su esposa Selena y de Lucero, una hermosura de dos años que fue quien dio luz estos días ante la oscuridad de la situación. Juan Felipe, que todavía no tiene dos semanas de vida, no podrá jugar con su padre, pero lo que sí podrá es disfrutar de los valores que le dejó y de todo el afecto que le darán aquellas personas que conocieron a Juan y que seguro estarán para acompañarlo.
Se me hace muy difícil no escribir muchas de las cosas que observé, que viví y que me contaron de Juan -no quiero caer en una crónica absurda ante tan trágica muerte-, pero algunas son inevitables de compartirles a ustedes. Como que Juan muchas veces prefería ir a tomar mate con el encargado de prensa de Nacional -Adolfo Bidegain- antes que dormir una siesta o jugar al play. O como que le dijo a su madre que el día que llevara a una mujer a su casa, esa sería la madre de sus hijos. Y así pasó. O como que iba a ayudar a su padre a la construcción cuando era un adolescente que jugaba en Cerro, porque no le gustaba verlo trabajar tanto.
Creo que uno de los mejores homenajes que le puedo hacer a Juan, a Juanma, es contar un poco más cómo era. El Juan futbolista lo conocieron ustedes, pero el Juan persona les aseguro que valía mucho más la pena, por la calidez y la humildad que siempre lo caracterizó.
Son las 00:37 y se me vienen a la cabeza un montón de imágenes que presencié estos días. Pero me quedo con una: las lágrimas del dirigente Fernando Brusco en la puerta del hotel, esas lágrimas de impotencia y de haber terminado con esta agonía de días, pero que parecieron semanas. Él, junto al presidente Alejandro Balbi, Sebastián Eguren y el psicólogo Damián Benchoam cumplieron un papel clave de acompañamiento con la familia, que también es justo que ustedes lo sepan.
Sí, Juan. Te dije que no me gustaba, pero hoy lograste que nuevamente escribiera en primera persona. Es el humilde homenaje que te puedo hacer. La próxima entrevista la haremos allá arriba.
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